La educación sexual integral, un proceso basado en el currículo de enseñanza y aprendizaje sobre los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad, que permite a las y los jóvenes proteger y defender su salud, bienestar y dignidad proporcionándoles un necesario conjunto de herramientas de conocimientos, actitudes y habilidades. Los equipa con información precisa sobre el desarrollo humano, la sexualidad, la reproducción y las relaciones saludables que se adapta a la edad y la cultura particular. Es una condición previa para el ejercicio de la plena autonomía corporal y la toma de decisiones informadas sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Se basa en y promueve la comprensión de los derechos humanos universales, la igualdad de género y los derechos y el empoderamiento de los jóvenes.
Es vital para promover los resultados en materia de salud y la igualdad de género. Sin embargo, las investigaciones demuestran que una infinidad de jóvenes todavía hacen la transición de la infancia a la edad adulta con información inexacta o incompleta sobre la salud sexual y reproductiva, lo que los hace vulnerables a la coacción, las infecciones de transmisión sexual y los embarazos no planificados. El UNFPA colabora con los gobiernos para implementar una educación sexual integral, tanto en las escuelas como fuera de ellas, a través de actividades de capacitación y divulgación basadas en la comunidad. Al invertir en la salud y la educación de los jóvenes, los gobiernos pueden apoyar su participación en la sociedad, garantizar su bienestar y ayudarlos a alcanzar todo su potencial. El UNFPA también promueve políticas e inversiones en programas de educación sexual que cumplan las normas convenidas internacionalmente.
Los propios jóvenes exhortaron a los gobiernos que garantizaran la provisión de educación sexual integral basada en planes de estudio dentro y fuera de las escuelas durante el Diálogo Mundial de la Juventud de la CIPD30. Hicieron hincapié en que la educación debe ser científicamente precisa, basada en pruebas, culturalmente pertinente, transformadora de género y sensible a la edad y al desarrollo, y que se necesitan inversiones para capacitar continuamente a los educadores.
La educación sexual integral puede impartirse en la escuela a los estudiantes como parte del plan de estudios, o bien fuera del plan de estudios escolar en entornos no formales; es más eficaz cuando se enseña a lo largo de varios años integrando información apropiada para la edad que tenga en cuenta el desarrollo de las capacidades de los jóvenes. Incluye información científicamente precisa sobre el desarrollo humano, la anatomía y la salud reproductiva, así como información sobre anticonceptivos, parto e infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.
Sin embargo, va más allá de la información, pues ayuda a los jóvenes a explorar y cultivar valores positivos en relación con su salud y derechos sexuales y reproductivos. Esta educación incluye debates sobre la vida familiar, las relaciones, la cultura y los roles de género, y también aborda los derechos humanos, la igualdad de género, la autonomía corporal y las amenazas como la discriminación, el abuso sexual y la violencia.
La educación sexual integral debe reconocer las necesidades únicas de los estudiantes, especialmente los grupos de jóvenes vulnerables, como los jóvenes LGBTQIA+, los jóvenes que viven con discapacidades, los jóvenes en entornos humanitarios, los jóvenes que consumen drogas y los que viven con el VIH, y debe adaptarse para reflejar sus realidades.
En conjunto, estos programas ayudan a los jóvenes a desarrollar autoestima y habilidades para la vida que fomentan el pensamiento crítico, la comunicación clara, la toma de decisiones responsable y un comportamiento respetuoso y empático.
De acuerdo con las Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad de las Naciones Unidas, la educación sexual integral debe ser
- Científicamente precisa
- Gradual
- Adecuada a la edad y el desarrollo
- Basada en el plan de estudios
- Integral
- Con un enfoque de derechos humanos
- Con base en la igualdad de género
- Culturalmente pertinente y adecuada al contexto
- Transformadora
- Capaz de ayudar a desarrollar las habilidades para la vida necesarias para apoyar elecciones saludables