Se ralentiza el crecimiento
La población sigue creciendo y, hasta la fecha, el planeta acoge a 8.000 millones de personas. Sin embargo, tras medio siglo de descenso de la fecundidad, este crecimiento se está ralentizando.
El cambio demográfico mundial se reduce a una cuestión de sexo y fallecimientos.
La dinámica que se oculta tras la fecundidad y la mortalidad es compleja pero, cuando hay más nacimientos que defunciones, la población crece.
Si bien el equilibrio depende del contexto (en el que se encuentran factores ambientales, sociales, económicos y políticos), este cambio sigue ciertos patrones y recibe el nombre de transición demográfica.
Este proceso se inició como una mejora de la nutrición, de la atención sanitaria, de las condiciones de vida y de la educación (y un mayor abanico de opciones, sobre todo para las mujeres y las niñas), lo cual dio lugar a una disminución de la mortalidad infantil, a un aumento de la longevidad y a una reducción de los nacimientos por mujer.
Inicialmente,
el descenso de la mortalidad
provocó un espectacular crecimiento demográfico que alcanzó su máximo registro (con un 2,1 % de crecimiento anual) entre 1962 y 1965. Entre 1950 y 1987, la población se duplicó y pasó de los 2.500 millones a los 5.000 millones de personas.
Pero,
Menos hijos
menos niños de generación en generación, el crecimiento empezó a ralentizarse. En 2020, por primera vez desde la década de 1950, esta tasa cayó por debajo del 1 % anual.
Tasa de crecimiento anual de la población, 1963
Tasa de crecimiento anual de la población, 2022
Durante las próximas décadas, el impulso demográfico seguirá provocando un aumento de la población. El crecimiento que se ha registrado en el pasado (de generaciones anteriores con una mayor fecundidad) significa que tenemos un gran número creciente de mujeres en edad reproductiva. A pesar de la disminución del número de nacimientos por mujer, seguirá habiendo más nacimientos que defunciones.
Incluso en el caso de que la fecundidad cayese al nivel de reemplazo actual (unos 2 nacimientos por mujer) en todos los países en que la tasa es superior a esa, habría nacimientos suficientes para mantener el crecimiento demográfico como mínimo hasta 2060.
Sin embargo, a medida que la fecundidad sigue disminuyendo (y la esperanza de vida aumenta), las personas de mayor edad representan un porcentaje cada vez más alto de nuestra población.
En cuanto estas grandes generaciones de personas de mayor edad empiecen a morir, la cifra de defunciones superará a la de nacimientos. El crecimiento demográfico seguirá ralentizándose y podría transformarse en decrecimiento.
Prevemos que nuestra población alcanzará su cifra máxima (10.400 millones de personas) en la década de 2080 y se mantendrá en ese nivel hasta finales de siglo.
Los mismos patrones generales se aplican cuando observamos regiones, países y zonas, aunque aquí entra en juego un tercer factor: la
migración,
internacional.
La transición demográfica se ha producido a distintos ritmos en distintas partes del mundo, en las cuales distintos factores ambientales, sociales, económicos y políticos han afectado al equilibrio entre nacimientos y defunciones, la inmigración y la emigración.
Si se observa cada país de forma individual, la población de cada uno de ellos crece a un
ritmo distinto..
La población de algunos países crece más rápido que el promedio mundial, mientras que la de otros crece más despacio o incluso disminuye. Dentro de esta asombrosa diversidad, la única constante es el cambio.
Menos hijos
Si bien la fecundidad varía en función de las regiones y de los países, las tasas se están reduciendo en todos ellos. Es más, en algunos países, la población está disminuyendo.
La tasa de fecundidad mundial (el promedio de nacimientos por mujer) lleva disminuyendo desde hace decenios. La reducción de la fecundidad se asocia con factores como un mayor número de oportunidades para la educación de las niñas y las mujeres y su incorporación al mercado de trabajo, la demora en contraer matrimonio y tener hijos y un mayor acceso a los métodos anticonceptivos.
En 1950, la fecundidad mundial se situaba en 5 nacimientos por mujer. En 2022, esta tasa se encuentra en 2,3 y se prevé que se reduzca a 2,1 antes de 2050.
Puesto que cada vez hay menos nacimientos y que una mayor esperanza de vida impulsa el crecimiento de poblaciones de edades más avanzadas, el porcentaje de niños y niñas (entre 0 y 14 años) de la población mundial está disminuyendo.
Desde el punto de vista mundial, nos acercamos a la fecundidad a nivel de reemplazo, un parámetro que indica que, a largo plazo, una población deja de crecer y se mantiene en las mismas cifras de una generación a otra. Este índice depende de la mortalidad y, si hablamos de países o zonas, también de la migración. Dado el bajo promedio de nuestras tasas de mortalidad, la tasa de fecundidad para el crecimiento cero se sitúa en unos 2,1 nacimientos por mujer.
En la actualidad, más del 60 % de las personas (ha aumentado desde el 40 % en 1990) vive en un país o una zona donde la tasa de fecundidad se encuentra por debajo del nivel de reemplazo.
Esta tasa está disminuyendo incluso en lugares donde es lo suficientemente alta para mantener un crecimiento positivo: África subsahariana, Oceanía (salvo Australia y Nueva Zelandia), África septentrional y Asia occidental y meridional. Excepto en África subsahariana, se prevé que la tasa de fecundidad se reduzca por debajo del nivel de reemplazo en todas las regiones de aquí al final del siglo.
Nacimientos por mujer,
media mundial, 1950
Nacimientos por mujer,
media mundial, 2022
En algunos países con bajas tasas de fecundidad, las poblaciones aún se encuentran en crecimiento debido al
impulso demográfico.
Así sucede en la India, que en 2023 superará a China como el país más poblado del mundo, a pesar de que su tasa de fecundidad ya se sitúa en 2,1 nacimientos por mujer y se encuentra en descenso.
En otros países, la población está disminuyendo tras decenios con bajas tasas de fecundidad, un hecho agravado, en algunos casos, por altos niveles de emigración. En 17 países de Europa oriental, ambos factores han contribuido a un decrecimiento demográfico desde 1990.
Si miramos más allá, otros países, sobre todo de Europa meridional y Asia oriental, están empezando a observar una caída demográfica; entre ellos figura China, donde se prevé un inicio de este decrecimiento a partir de 2023. Se calcula que, entre 2022 y 2050, la población de 61 países se reducirá en más de un 1 %. De estos países, es posible que en Bulgaria, Letonia, Lituania, Serbia y Ucrania la disminución demográfica supere el 20 %.
Vidas más Largas
La esperanza de vida sigue aumentando en todo el mundo, si bien sigue habiendo enormes disparidades al respecto.
En todo el planeta las personas son más longevas. En 2019, la esperanza de vida mundial al nacer se situaba en los 72,8 años, un aumento de casi 9 años desde 1990; además, se prevé que aumente hasta los 77,2 años de aquí a 2050.
La esperanza de vida se refiere al promedio de años que una persona de una edad concreta puede esperar vivir, teniendo en cuenta las tasas generales de defunción de su población. Normalmente se mide la esperanza de vida al nacer y
a los 65 años.
La esperanza de vida al nacer lleva aumentando en todas las regiones desde 1950, sobre todo a medida que se han reducido las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas. Ha habido reveses cuantificables: los relacionados con la pandemia de gripe de 1957 y, más recientemente,
con el VIH/SIDA y la COVID-19.
No obstante, en general, la tendencia ha sido la reducción de la mortalidad (incluida la mortalidad de menores de cinco años) y una mayor longevidad, vinculada a factores como la mejora de la nutrición, la asistencia sanitaria y las condiciones de vida.
Ahora bien, la medida en que se dan estas condiciones varía de manera considerable en todo el mundo, tanto entre países como dentro de un mismo país. Aunque la mortalidad ha disminuido en todas las regiones, existen diferencias significativas.
En los países de ingreso bajo, la esperanza de vida al nacer es de en torno a los 63 años, o casi 10 años por debajo del promedio mundial.
Las disparidades en la mortalidad de menores de cinco años representan una gran parte de esta brecha. Una persona nacida en un país de ingreso bajo tiene una probabilidad 13 veces mayor de morir antes de los cinco años que una persona nacida en un país de ingreso alto. Las mayores tasas de mortalidad también reflejan una alta mortalidad materna y, en algunos países, violencia, conflictos y los continuos efectos del VIH.
esperanza de vida mundial al nacer, 1950
esperanza de vida mundial al nacer, 2019
La brecha en la esperanza de vida al nacer puede ser de hasta 33,4 años.
Mientras que un recién nacido en Australia, el Japón, la RAE de Hong Kong (China) o la RAE de Macao (China) (donde se registran los mayores niveles de esperanza de vida) puede prever vivir 85 años o más, un recién nacido en el Chad, Lesotho, Nigeria o la República Centroafricana (los países con menor esperanza de vida) pueden prever una vida inferior a 54 años.
Si miramos más allá, las brechas se están estrechando, puesto que este parámetro aumenta en muchos países que actualmente tienen una esperanza de vida menor y, al mismo tiempo, el incremento de la esperanza de vida se ralentiza en países que actualmente presentan bajas tasas de mortalidad.
Aun así, estas brechas no se están estrechando con la rapidez suficiente. Para 2050, se prevé que la esperanza de vida al nacer en los países de bajo ingreso sea de en torno a 8,4 años inferior al promedio mundial. Y una persona nacida en los países que actualmente tienen los menores índices de esperanza de vida aún podrá vivir un promedio de 31,8 años menos que una persona nacida en aquellos países en los que este parámetro alcanza sus mayores cotas.
Personas en Movimiento
La migración internacional está dando una nueva forma a las poblaciones. En algunos países con una baja tasa de fecundidad, la inmigración sostiene el crecimiento demográfico; en cambio, en otros, la emigración agrava la reducción de la población.
A nivel de regiones, países y zonas, la migración internacional (junto con la
fecundidad
y
la mortalidad).
da forma al cambio demográfico. El fenómeno migratorio resulta más difícil de prever que los otros dos parámetros, debido a que los datos de los que se disponen son incompletos y a que los patrones migratorios pueden cambiar rápidamente en función de lo que sucede en todo el planeta.
Si bien casi 29 de cada 30 personas permanece en su país de nacimiento, el número de personas que cruzan fronteras está en auge.
Además, se prevé que siga aumentando debido a causas entre las que figura el empeoramiento de los efectos del cambio climático.
Se estima que, en 2020,
281 millones de personas
vivían fuera de su país de nacimiento; esta cifra supone 128 millones más que en 1990 y el triple de las que lo hacían en 1970. Casi dos tercios eran trabajadores migrantes. A finales de 2021, entre los migrantes internacionales también se incluían
31,7 millones de refugiados y solicitantes de asilo..
Entre 2010 y 2021, 40 países y zonas recibieron flujos de entrada netos de más de 200.000 migrantes cada uno; 17 de ellos recibieron más de 1 millón cada uno.
Número de personas que viven fuera de su país de nacimiento: 128 millones más que en 1990 y tres veces más que en 1970
En 2020, Turquía acogió al mayor número de refugiados y solicitantes de asilo: casi 4 millones de personas. Jordania acogió a 3 millones; el Estado de Palestina, a 2 millones; y Colombia, a 1,8 millones. Alemania, el Líbano, el Pakistán, el Sudán, Uganda y los Estados Unidos también acogieron a numerosos refugiados, solicitantes de asilo y otras personas desplazadas.
Durante el mismo período, diez países registraron flujos de salida netos de más de 1 millón de personas. 16,5 millones de personas abandonaron el Pakistán; 3,5 millones, la India; 2,9 millones, Bangladesh; 1,6 millones, Nepal; y 1 millón, Sri Lanka. La salida de la mayoría de estos emigrantes fue temporal en busca de trabajo.
La emigración de otros países se ha visto impulsada por la inseguridad y los conflictos. A finales de 2021,
6,8 millones de personas
habían abandonado la República Árabe Siria como refugiados, mientras que 4,6 millones habían emigrado de Venezuela; 2,7 millones, del Afganistán; 2,4 millones, de Sudán del Sur; y 1,2 millones, de Myanmar.
El número de personas que puede verse desplazada durante un corto período de tiempo puede ser sobrecogedor. Por ejemplo, se calcula que, entre el 24 de febrero y el 19 de octubre de 2022,
7,7 millones de personas
huyeron de Ucrania y cruzaron a países vecinos, entre los que cabe citar Polonia y la República de Moldova.
Para algunos países, la migración marca una diferencia crucial en lo que al cambio demográfico se refiere: sostiene su crecimiento o agrava su reducción.
En los países de ingreso alto, que han registrado una baja fecundidad durante decenios, la migración contribuyó más al crecimiento demográfico que los nacimientos durante el período 2000-2020; además, este fenómeno será el único impulsor del crecimiento demográfico durante los próximos decenios.
En otros países, incluso de Europa oriental, son más personas las que salen que las que entran; junto con la caída de la fecundidad, esta alta tasa de emigración neta está provocando un decrecimiento demográfico.
Poblaciones Envejecidas
A medida que disminuye la fecundidad y aumenta la esperanza de vida, la población mundial envejece con rapidez.
Como población mundial, estamos envejeciendo y este envejecimiento es más rápido que nunca. Entre 1950 y 1990, el porcentaje de personas mayores de 65 años en la población mundial creció del 5 % al 6 %, aproximadamente. En 2022, este porcentaje se encuentra en casi el 10 % y se prevé que aumente hasta el 16 % de aquí a 2050.
En muchos países, en estos momentos están envejeciendo las amplias generaciones de personas que nacieron en los últimos decenios en que hubo una alta fecundidad sostenida. En otros, las mejoras progresivas de la supervivencia a lo largo de varias generaciones están impulsando el crecimiento de las poblaciones de mayor edad.
La esperanza de vida mundial a los 65 años (el número promedio de años adicionales que puede esperar vivir una persona de 65 años) va en aumento. En la actualidad se encuentra en 16,3 años y era de 17,5 años antes de que la COVID-19 golpeara con una dureza desproporcionada a las poblaciones de mayor edad. De aquí a 2050, se prevé que este parámetro alcance los 19,8 años, a medida que sigan disminuyendo las muertes por enfermedades no transmisibles como la enfermedad cardiovascular o la diabetes.
Dado que la fecundidad se ha ido reduciendo al mismo tiempo que la población se ha ido haciendo más longeva, la estructura de edad de la población está cambiando. En 2018, por primera vez en la historia, el número de personas mayores de 65 años superó al de menores de 5 años.
De aquí a 2050, el número de personas mayores de 65 años será superior al doble de la personas menores de 5 años y aproximadamente igual al número de las personas menores de 12 años.
años ↗ esperanza de vida mundial a los 65 años, 2022
años, esperanza de vida mundial proyectada a los 65 años, 2050
Las distintas regiones envejecen a ritmos diferentes.
Europa y Norteamérica tienen las poblaciones más envejecidas, donde los mayores de 65 años representan casi el 19 % de su población, seguidas de Australia y Nueva Zelandia, con el 16,6 %. De aquí a 2050, 1 de cada 4 personas de Europa y Norteamérica será mayor de 65 años.
En todas las demás regiones también se experimentará un rápido crecimiento del porcentaje de personas mayores de 65 años. Por ejemplo, del 9 % en 2022 al 19 % en 2050 en América Latina, y del 13 % al 26 % en Asia oriental y sudoriental.
No obstante, dado que algunas regiones siguen siendo relativamente jóvenes, las personas mayores de 65 años seguirán representando porcentajes mucho menores de sus poblaciones, a pesar del crecimiento superior al 3 % anual de este grupo de edad. En África subsahariana, la región con la población más joven, se prevé que la población de mayores de 65 años crezca del 3 % en 2022 al 5 % antes de 2050.
Las mujeres viven más que los hombres
En el mundo nacen más niños que niñas, pero las mujeres viven más que los hombres en casi todos los lugares. Esto hace que, dentro de la población mundial, los hombres superen en número a las mujeres por un pequeño margen.
A nivel mundial, nacen casi 106 niños por cada 100 niñas. Este dato está dentro del rango biológicamente normal de 102-106 (toda cifra superior a 106 indicaría
selección del sexo con sesgo de género,
del sexo con sesgo de género).)
Pese a que nacen más niños, por lo general estos tienen más probabilidades que las niñas de morir durante los primeros años de vida, debido a causas como complicaciones al nacer e infecciones. En 2020,
la cifra estimada de mortalidad
de los niños menores de cinco años era de 39 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, que contrasta con la cifra de 34 de las niñas.
106
Número de niños nacidos por cada 100 niñas
Durante la adolescencia y la edad adulta, las cifras de mortalidad en hombres son más altas debido a factores como una mayor probabilidad de conductas de riesgo, un sistema inmunitario más débil y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares a edades más tempranas.
Debido a esto, en promedio
las mujeres viven más
que los hombres. Esta diferencia en la esperanza de vida no se da únicamente en el ser humano. Se debe a una interacción compleja de factores biológicos (algunos relacionados con el hecho de que los hombres únicamente tengan un cromosoma X) y otros sociales o conductuales.
La ventaja de supervivencia de las mujeres se mantiene a pesar del importante efecto de la desigualdad de género en la supervivencia y la salud de las niñas y las mujeres, entre ellos la mayor probabilidad de sufrir falta de atención durante la infancia, debido a la norma social discriminatoria de preferencia por los hijos varones, así como las mayores tasas de pobreza y hambre a lo largo de la vida.
Si bien las mujeres en general presentan mayores tasas de enfermedad, tienen más probabilidades de supervivencia.
Sin embargo, esta ventaja en la supervivencia se ve reducida en aquellos casos en los que existen elevadas tasas de mortalidad materna.
En promedio, la esperanza de vida de las mujeres al nacer es 5,4 años mayor que la de los hombres. La diferencia va de los 2,9 años observados en Australia y Nueva Zelandia a los 7 años en América Latina y el Caribe.
5.4
Promedio de años de esperanza de vida de las mujeres en comparación con los hombres, en todo el mundo
Esta diferencia ha ido cambiando con el tiempo en los distintos países y regiones; se ha reducido en Europa y Norteamérica, así como en Australia y Nueva Zelandia, pero se ha ampliado en Asia. En África subsahariana estaba aumentando hasta que se redujo debido a la desproporcionada mortalidad femenina causada por el VIH/sida desde finales de la década de 1990 hasta mediados de la década de 2000, aunque actualmente ha aumentado ligeramente con la irrupción de la COVID-19.
Las mujeres superan en número a los varones en casi todas las poblaciones de mayor edad, con una esperanza de vida media a los 65 años de 18,8 años, que contrasta con los 15,9 de los hombres, y en 2022 representan el 55,7 % de las personas mayores de 65 años a nivel mundial. Esta diferencia aumentó ligeramente a causa de la mayor mortalidad de los hombres por COVID-19, aunque se prevé que disminuya hasta el 54,4 % de mujeres de aquí a 2050, ya que los hombres presentan una mejor salud y una menor mortalidad.
En el conjunto de la población hay más hombres que mujeres, aunque la diferencia es muy pequeña (un 50,3 % frente a un 49,7 % respectivamente, en 2022). Se prevé que el número de mujeres y hombres se iguale antes de 2050.
Dos Pandemias
La COVID-19 tuvo un efecto cuantificable en la mortalidad. En las regiones más afectadas por la anterior pandemia de VIH/sida, supuso revertir los avances en la esperanza de vida logrados con mucho esfuerzo.
En tan solo dos años, la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto perceptible en la población, sobre todo en la mortalidad.
En 2020 y 2021 causó
14,9 millones de muertes más
que las previstas según las estimaciones de años anteriores. Esta cifra triplica el número oficial de muertes por COVID-19. El dato incluye las muertes indirectas asociadas, por ejemplo, debido a otras afecciones de salud, como el VIH/sida, para las que no pudo proporcionarse tratamiento o atención preventiva. Más de la mitad de estos fallecimientos se produjeron en países de ingreso mediano o bajo.
14.9
M
Exceso de mortalidad por COVID-19, 2020-2021 - incluyendo las muertes indirectamente asociadas
Entre 2019 y 2021, la esperanza de vida al nacer se redujo en 1,7 años a nivel mundial.
Los mayores descensos se produjeron en Asia central y meridional (–2,3 años) y en América Latina y el Caribe (–1,5 años). Por países, Bolivia, Botswana, el Líbano, México, Omán y la Federación de Rusia registraron retrocesos de más de 4 años asociados a la COVID.
Si bien las estimaciones indican que en países con una elevada prevalencia de vacunas la esperanza de vida ya se sitúa en los niveles previos a la COVID, en aquellos con escasa prevalencia cabe esperar un retraso de 1 a 3 años. En los países de ingreso bajo solo 1 de cada 4
personas ha recibido al menos una dosis de la de vacuna,,
lo que contrasta con 3 de cada 4 en países de ingreso alto.
La COVID-19 afecta a una población que ya lleva la impronta del VIH/sida. Ambas pandemias se han caracterizado por el acceso desigual a herramientas y recursos que salvan vidas.
Algunas regiones han soportado un notable impacto acumulativo.
40.1
M
Muertes relacionadas con el sida desde 1981
A nivel mundial, el sida se ha cobrado la vida
de más de 40 millones de personas
desde 1981, o prácticamente la mitad de las personas infectadas por el VIH. Si bien inicialmente la infección por VIH suponía una sentencia de muerte, la introducción del tratamiento antirretrovírico (TAR) redujo las muertes por sida en un 68 %.
No obstante,
aunque estos tratamientos
que salvan vidas se desarrollaron a mediados de la década de 1990, no estuvieron disponibles en los países más pobres (incluida África subsahariana, donde el número de víctimas de la pandemia ha sido y sigue siendo mayor) hasta principios o mediados de la década de 2000.
En África meridional, la subregión más afectada, el VIH/sida supuso la pérdida de dos décadas de mejoras potenciales en las tasas de supervivencia. Entre 1990 y 2005, la esperanza de vida al nacer se redujo de los 63,1 a los 53,1 años. Pese a que en 2015 había regresado al nivel de 1990 y en 2019 aumentó a 65,5 años, la COVID-19 neutralizó estos avances y redujo la esperanza de vida a 61,8 años en 2022.
Desplazamiento de los centros de población
Las regiones crecen a ritmos distintos, lo que desplaza la distribución geográfica de la población mundial.
En 2022, más de la mitad de la población mundial vive en Asia. Las dos regiones más pobladas del mundo son Asia oriental y sudoriental, en donde viven 2.300 millones de personas, y Asia central y meridional, con 2.100 millones.
Con más de 1.400 millones de habitantes cada uno, la India y China concentran la mayor parte de la población de estas dos regiones. La población de China ha dejado de crecer y se espera que pueda comenzar a disminuir en 2023. Para entonces, la India (que sigue creciendo un 0,7 % anual) la superará como país más poblado del mundo.
La fecundidad se ha reducido rápidamente en Asia oriental y sudoriental desde la década de 1960. A comienzos de la década de 1990 alcanzó el nivel de reemplazo, lo que desaceleró el crecimiento de la región a tan solo un 0,2 % anual en 2022. Se prevé que alcance su máximo de población a mediados de la década de 2030, con aproximadamente 2.400 millones de habitantes.
En Asia central y meridional, la fecundidad disminuyó más lentamente y su población crece a un 0,9 % anual. Se espera que esta región sea la más poblada del mundo en 2037, y que siga creciendo hasta alcanzar su nivel máximo en torno a los 2.700 millones de habitantes aproximadamente en 2072.
Tasa de crecimiento anual de la población en Asia oriental y sudoriental, la región más poblada del mundo a partir de 2022
que sigue siendo casi el triple que la media mundial actual del 0,8 %.
Se espera que la población de África subsahariana se duplique entre 2022 y 2050, lo que representa más de la mitad del crecimiento de la población mundial en ese período, y que supere los 2.000 millones a finales de la década de 2040.
Según las previsiones, África subsahariana se convertirá en la región más poblada a finales de la década de 2060, y su población podría alcanzar los 3.440 millones de aquí a 2100.
Tasa de crecimiento de la población a partir de 2022 en el África subsahariana, la región de más rápido crecimiento - se espera que sea la más poblada en la década de 2060.
Se espera que la población de América Latina y el Caribe, que ha cuadriplicado su tamaño entre 1950 y 2022 y actualmente crece un 0,7 % anual, alcance su máximo en torno a 2056 y posteriormente comience a disminuir, aunque la proporción de la población mundial que representa solo disminuirá ligeramente.
Las poblaciones de África septentrional y Asia occidental, Oceanía y Australia y Nueva Zelanda continuarán creciendo hasta finales de siglo, y aumentarán ligeramente o mantendrán la proporción que representan dentro de la población mundial.
Europa y Norteamérica, que en 1960 representaban más de una cuarta parte de la población mundial, han crecido a un ritmo inferior al 1 % anual desde mediados de la década de 1960, y actualmente se encuentran próximos al crecimiento cero.
En 2022 su población, de 1.140 millones, es prácticamente igual que la de África subsahariana, al igual que la proporción de la población mundial que representa, de aproximadamente el 14 %. Pero las previsiones indican que la población de Europa y Norteamérica comenzará a disminuir de aquí a 2038, y su proporción en la población mundial se reducirá a aproximadamente el 11 % de aquí a 2058.