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de las mujeres y las niñas en Camerún, sufrió violencia de pareja en 2018
El UNFPA interactúa ampliamente con organizaciones
de la sociedad civil para abordar la violencia de género y las prácticas nocivas en Camerún
Los datos se basan en encuestas de hogares basadas en la población y representativas a nivel nacional o subnacional.
“Los derechos de las mujeres no se respetan como deberían, y la crisis ha exacerbado la situación”, indica Aissa Doumara Ngatansou, cofundadora y coordinadora de la Asociación para Combatir la Violencia contra las Mujeres (Association de Lutte contre les Violences faites aux Femmes, ALVF) en la región del extremo norte de Camerún.
Desde 2014, la insurgencia de Boko Haram ha devastado comunidades a lo largo de la Cuenca del Lago Chad, incluidas las regiones del extremo norte, del noroeste y del suroeste de Camerún. Marcado por violentos ataques contra la población civil y las infraestructuras, incluidas escuelas e instalaciones sanitarias, el conflicto armado ha provocado desplazamientos dentro de las fronteras y a través de ellas, y ha generado necesidades humanitarias urgentes.
También se ha caracterizado por un aumento considerable de denuncias de violencia de género. Por ejemplo, una evaluación rápida de necesidades de 2019 realizada por el UNFPA determinó que el 87 por ciento de los desplazados internos de las regiones del noroeste y del suroeste había sufrido violencia de género, incluidas violencia psicológica y sexual.
Como parte de su misión de promover la igualdad de género y poner fin a todas las formas de discriminación y violencia de género, la ALVF ofrece ayuda, asistencia psicológica y empoderamiento económico a sobrevivientes de violencia de género, incluidas mujeres y niñas afectadas por la crisis.
La propia Aissa ha estado luchado casi toda su vida por los derechos de las mujeres, empezando por los suyos. “Mi propia historia de discriminación me inspiró a convertirme en la activista que soy hoy”, compartió con la agencia hermana de el UNFPA ONU Mujeres.
Casada contra su voluntad a los 15 años, luchó por continuar sus estudios a pesar de la oposición de la familia de su esposo. Finalmente, cedieron. Cuando terminó la escuela secundaria, cofundó la ALVF para que otras mujeres de su comunidad pudieran acceder al apoyo que necesitaban.
En la actualidad, la ALVF, aliada del UNFPA, dirige espacios seguros para mujeres y niñas que han sufrido violencia de género —ya sean refugiadas, desplazadas internas o miembros de comunidades locales.
En los espacios seguros, las mujeres y las niñas tienen acceso a una variedad de servicios y apoyos que las ayudan a satisfacer sus necesidades básicas, recuperarse y reconstruir sus vidas.
“Restaurar la dignidad es una parte de la respuesta en casos de violencia de género”, expresa Aissa. Las sobrevivientes reciben kits de dignidad del UNFPA con suministros esenciales, como pasta dental, compresas higiénicas y ropa interior, para poder cuidar su higiene personal incluso mientras afrontan la crisis.
Más allá de satisfacer sus necesidades básicas de seguridad y dignidad, los espacios seguros de la ALVF buscan brindar a las sobrevivientes los conocimientos y las habilidades necesarios para afrontar mejor sus experiencias de violencia y empezar a construir un futuro para ellas y sus familias.
“Tenemos un programa de empoderamiento”, comenta Aissa, “y trabajamos en las causas y las consecuencias de la violencia, así como del matrimonio infantil y forzado”. Las sobrevivientes aprenden que los matrimonios infantiles y forzados incrementan el riesgo de violencia, provocan embarazos no deseados y privan a las niñas de la posibilidad de recibir una educación.
Además, lo que es más importante, aprenden que estas violaciones de los derechos humanos se basan en la desigualdad de género y la dependencia económica de las mujeres. Entender ese vínculo no solo ayuda a las sobrevivientes a procesar sus propias experiencias, sino que también les muestra cómo se pueden romper los ciclos de la violencia de género y el matrimonio infantil —en sus propias vidas, para comenzar.
Trabajamos para ayudar a las mujeres a ser independientes, para que se las reconozca como personas de pleno derecho que contribuyen al desarrollo de sus comunidades... y de todo el mundo.
de las mujeres y las niñas en Camerún, sufrió violencia de pareja en 2018
de la sociedad civil para abordar la violencia de género y las prácticas nocivas en Camerún
Las mujeres y las niñas que usan los espacios seguros de la ALVF reciben capacitación práctica que las dota tanto de conocimientos sobre sus derechos humanos como de habilidades prácticas que pueden utilizar para mantenerse a sí mismas y a sus familias.
“Muchas niñas no terminan la escuela”, indica Adiza, una participante del programa de empoderamiento económico, “y no tienen los medios para dirigir sus propios pequeños negocios”.
Adiza, quien se casó a los 13 años, había sufrido años de graves abusos a manos de su esposo, que la aisló completamente. Nunca tuvo la posibilidad de completar su educación ni de aprender habilidades para mantenerse.
“Cuando Adiza llegó aquí, ya tenía 30 años, pero no conocía la ciudad”, comparte Aissa, “porque no le habían permitido salir”.
“Durante todos esos años”, dice Adiza, “no sabía que estaba en una situación de violencia”.
Sin embargo, cuando su esposo la abandonó, Adiza llegó a uno de los espacios seguros de la ALVF respaldados por el UNFPA en la ciudad de Maroua. Allí empezó a conocer sus derechos y a volver a ser dueña de su independencia.
Aprendió a coser y, así, adquirió los medios para mantenerse. En la actualidad, enseña a otras mujeres las mismas habilidades para que ellas también puedan lograr la independencia económica. También participa en actividades de sensibilización, hablando con otras mujeres y presentándose en debates televisados sobre las causas y las consecuencias de la violencia de género.
“Mi vida ahora es totalmente diferente, y estoy muy orgullosa de lo que he logrado”, sostiene.