Más de 200 millones de niñas y mujeres hoy en día son sobrevivientes de la mutilación genital femenina. Mumina Jirmo, de 34 años, del condado de Isiolo, Kenya, es una sobreviviente.
La mutilación genital femenina es una violación de los derechos humanos. El procedimiento implica la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos u otras lesiones de los órganos genitales femeninos sin justificación médica.
“Se la interpretaba como una norma cultural a la que teníamos que someternos”, explica Mumina. “En mi caso, vi la necesidad de ser como cualquier otra chica”.
Al igual que los millones de mujeres y niñas que han sido sometidas a la práctica dañina, el dolor de Mumina ha sido tanto físico como psicológico.
"Sufrí dolor durante la adolescencia, y se prolongó el trabajo de parto y la hemorragia posparto en mis embarazos", relata. “Pero la prueba más dolorosa fue la pérdida de mis hijos. Muchas mujeres, madres jóvenes, están pasando por lo mismo”.
Las hijas de las sobrevivientes corren un riesgo significativamente mayor de someterse a la mutilación genital femenina que las hijas de mujeres que no han sido sometidas a esta práctica. Pero no las chicas de Mumina.
Mumina ha establecido una iniciativa comunitaria (llamada Women Rising) que incluye un foro para las madres que han sufrido la práctica dañina y sus hijas, que se salvarán gracias a la participación comunitaria y el cambio de actitudes.
La mutilación genital femenina es ilegal en Kenya desde 2011. Si bien es vital que la práctica sea prohibida, los movimientos dirigidos por mujeres y sobrevivientes, como Women Rising, son clave para propiciar un cambio real.
Las sobrevivientes comprenden a profundidad los problemas que afectan a las mujeres y las niñas, y su defensa e influencia están contribuyendo a una disminución constante en el número de víctimas. En Kenya, la incidencia ha disminuido a lo largo de los años, pero la tasa sigue siendo demasiado alta, pues se estima que el 15 % de las niñas siguen siendo sometidas a la práctica nociva: el 75 % de las niñas se someten al procedimiento a los 14 años.
Bernadette Loloju, de 49 años, es la directora ejecutiva de la Junta de Lucha contra la mutilación genital femenina de Kenya, una entidad estatal creada para liderar iniciativas orientadas a poner fin a la práctica. Al igual que Mumina, le gustaría que el número de incidentes en Kenya llegara a cero.
Bernadette es una sobreviviente (cuando tenía 13 años, sufrió el procedimiento a manos de una enfermera jubilada en su propio hogar). En todo el mundo, 1 de cada 4 sobrevivientes ha sido sometida a la práctica de manos de un trabajador de la salud, una indicación de cuán amplia es su aceptación. Pero las cosas están cambiando.
Bernadette cree que es posible erradicar la práctica dañina para 2030, siempre y cuando las comunidades estén plenamente involucradas en el proceso. Hoy en día, las niñas tienen un tercio menos de probabilidades de ser sometidas al procedimiento que hace tres décadas; sin embargo, el progreso debe ser al menos 10 veces más rápido para alcanzar el objetivo que se ha propuesto Bernadette de erradicación para 2030, que también es el objetivo mundial.
Para Mumina, Bernadette y tantas otras, el dolor y sufrimiento son ahora desafío y fuerza. No solo son sobrevivientes, sino modelos a seguir y propiciadoras de cambios.
El UNFPA seguirá invirtiendo en movimientos dirigidos por sobrevivientes hasta que todas las niñas queden libres de esta práctica.
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