Cada 11 minutos, una mujer o una niña es asesinada por su pareja o un miembro de la familia. Desgraciadamente, este tipo de violencia de género ocurre en todas las regiones del mundo.
El Salvador es un lugar particularmente peligroso para las mujeres. Entre 2019 y 2022 se registraron un promedio de 23.398 casos de violencia de género al año. Hubo 565 condenas por asesinatos violentos de mujeres, 319 de los cuales fueron considerados femicidio, un asesinato intencional con una motivación relacionada con el género, impulsado por factores como la discriminación contra las mujeres y las niñas y las relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres.
El UNFPA trabaja en El Salvador y en todo el mundo como parte de la Iniciativa Spotlight para prevenir la violencia de género y apoyar a las sobrevivientes. Una iniciativa clave en El Salvador es el programa Mujeres en el Centro. Presentado en abril de 2023, con el apoyo de Takeda Pharmaceutical Company Limited, el programa capacita a trabajadores sociales para reconocer a las mujeres y niñas en riesgo de violencia y proporcionar apoyo inmediato. También funciona en Azerbaiyán, Indonesia, Madagascar y Zimbabwe.
Este tipo de iniciativa es crucial, como lo ilustran los siguientes perfiles de familias que perdieron hermanas, hijas y madres por feminicidio en El Salvador. Aquí, comparten sus historias, junto con una valiente sobreviviente cuya vida cambió para siempre.
"Ninguna mujer debe morir por el solo hecho de ser mujer".
La Dra. Rosa María Bonilla Vega fue asesinada por su esposo el 23 de enero de 2018. Siempre había estado cerca de su familia, pero no les había dicho que su cónyuge era violento. Su familia se enteró solo cuando murió.
En el momento de su asesinato, Rosa, de 45 años, trabajaba como médica. Como parte de su trabajo, prestaba atención a niñas que habían sido objeto de abusos.
Los miembros de su familia la describen como inteligente, creativa, jovial y carismática. “Era una persona positiva; era amada y apreciada”, dice su madre, María. El asesino de Rosa fue condenado y sentenciado a 50 años.
Trajiste a nuestra casa la risa y la alegría,
Siempre te llevaremos en el corazón, hija querida.
Mi vida ya no es la misma sin ti.
Cenia Edelmira Rodas Ventura, comerciante, tenía 31 años cuando se cree que su esposo la asesinó, frente a su hija de 7 años, en la ciudad de San Vicente, el 26 de diciembre de 2013.
Su esposo evadió la justicia. Después de dispararle fatalmente a su esposa, volvió el arma contra sí mismo y fue hospitalizado con heridas graves. Debía ser detenido después de recuperarse, pero logró huir a los Estados Unidos.
Lorena Beatriz Hernández Quintanilla, oficial de la Policía Nacional Civil (PNC), tenía 25 años cuando fue encontrada muerta en una comisaría de la ciudad de Mejicanos, el 31 de diciembre de 2017. La PNC inicialmente reportó su muerte como un suicidio, pero una investigación reveló la verdad: un colega oficial con quien tenía una relación la había matado.
El asesino de Lorena fue sentenciado a 50 años. En El Salvador, gracias a una ley clave promulgada en 2012, las condenas por feminicidio conllevan una condena más larga que por asesinato, con penas de prisión de 20 a 50 años.
El UNFPA prestó apoyo a las organizaciones de mujeres que trabajan en la promoción y aplicación de la ley. Según la ley, los fiscales deben demostrar que el motivo del asesinato de una mujer es el odio o el desprecio por motivos de género.
Carlos, el hermano menor de Lorena, dice que su hermana era “el corazón de la familia” y “el pilar de nuestro hogar, tanto económica como emocionalmente”. Añade, recordando cariñosamente a su hermana, “¡Le encantaba que comiéramos juntos!”
El 31 de enero de 2019, Melvi Fernanda Nájera Quezada, de 23 años, salió para un día feriado con su hijo para a ver al padre del niño, su ex pareja. Nunca regresó.
Al día siguiente la encontraron muerta. Cuatro días después, su hijo apareció abandonado y deshidratado. Su ex pareja se dio a la fuga y sigue fugitivo. La familia sigue pidiendo justicia.
“Los policías que encontraron a mi nieto cuando todavía lo visitan. La última vez que vinieron, le trajeron un juguete”, dice María, madre de Melvi, quien señala que muchas otras personas también han ayudado a mantener al niño. “Mi hija siempre quiso cosas bonitas para su hijo. Ella pagó un precio muy alto para que él pudiera tenerlas ahora”.
Jocelyn Milena Abarca Juárez tenía 26 años cuando su pareja de 10 años la asesinó en su casa, el 5 de julio de 2018. Está cumpliendo la pena máxima de 50 años por feminicidio.
Jocelyn, que tenía un título en psicología, disfrutaba ayudando a otras personas a través de su trabajo. “Siempre fue alegre y sonriente, una persona muy carismática”, asegura su hermana, Elizabeth.
Katherine Lisbeth Cárcamo Chávez, de 27 años, fue asesinada por su marido en su casa el 22 de abril de 2018.
Tenía una licenciatura en enfermería, una vida brillante y una carrera por delante. “Era una chica risueña, traviesa y soñadora”, recuerda su madre, Claudia.
El asesino de Katherine trató de abandonar el país para evitar la justicia, pero fue detenido en una frontera y luego condenado a 35 años por feminicidio.
La despiadada crueldad extinguió tu alegría,
Y dejó mi alma en dolor y agonía.
Él cortó tu vida, cortó tus sueños.
Siempre recuerdo tu mágica esencia
María Ana Galdámez sufrió años de abuso a manos de su esposo, quien actualmente cumple una sentencia de 26 años de prisión. Fue declarado culpable de intento de feminicidio después de un ataque violento.
María, que tenía 52 años en el momento del ataque, pasó un año en tratamiento por sus lesiones físicas, y continúa recibiendo apoyo para ayudarla a sobrellevar el impacto psicológico. El UNFPA le ha prestado apoyo psicosocial y la ha remitido a apoyo para su subsistencia y protección.
"Recuerdo que era una chica alegre y jovial.
Ahora tengo miedo de salir, solo voy al trabajo y regreso a casa".
Se lograrán avances, gracias a la iniciativa "Mujeres en el Centro". El programa contribuirá al cambio con iniciativas como el establecimiento de cinco sistemas nacionales de acreditación para la gestión de casos de violencia de género; 344 trabajadores sociales acreditados en la gestión de casos de violencia de género; 18 lugares en los que la gestión de casos se apoya mediante procedimientos operativos alineados con las normas internacionales; y 202 actos de sensibilización de la comunidad.
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