Japón
Hana Kimura aparecía en Terrace House: Tokyo, un programa de telerrealidad donde seis personas desconocidas, hombres y mujeres, conviven en la misma casa. Hana era luchadora profesional, y se incorporó al programa en septiembre de 2019. En marzo de 2020 discutió con otro participante porque había estropeado uno de sus trajes de lucha. Después de la retransmisión de las escenas en las que expresaba su indignación, recibió una avalancha de ataques en las redes sociales. Ese mes publicó imágenes de autolesiones y mensajes de odio que la gente le había enviado por Internet. En mayo de 2020 fue encontrada sin vida. Hana se había suicidado. Su madre, Kyoko Kimura, que creó la página rememberhana.com, una fundación para ayudar a las víctimas de ciberacoso, explica la historia de Hana.
Hana fue calumniada y vilipendiada desde todos los lugares del mundo. Después de subir a las redes sociales una foto de sí misma cortándose la muñeca, Hana recibió todavía más mensajes de odio, insultos y comentarios violentos. “Es culpa tuya”, “no vayas de víctima”, etc. Esas palabras fueron las que colmaron el vaso. Se sentía acorralada. Hana ya no está con nosotros.
“El ciberacoso o las calumnias no tardan en destrozar a una persona.”
Hana no podía hablar de nada. En el caso del programa de telerrealidad, había un contrato de confidencialidad... Poco antes de su muerte divulgó hechos concretos sobre el programa a sus amistades y familiares. “No tratan a los actores como seres humanos”, me dijo. “No tienen corazón”.
Existía, como digo, un contrato de confidencialidad, pero, si Hana hubiera decidido demandar a los organizadores por incumplimiento, probablemente habría desencadenado más calumnias. Nos seguimos preguntando cómo podríamos haberla ayudado.
Un joven me envió un correo electrónico de disculpa. Me dijo cuál era el nombre de su cuenta, su nombre y su dirección. Era la cuenta que la policía había estado investigando. Asimismo, los equipos de investigación de los Estados Unidos identificaron el nombre y la dirección de otra persona. La policía los investigó y los procesó a ambos. Uno fue declarado culpable de injurias [un delito] y multado con 9.000 yenes [80 dólares de los Estados Unidos].
Cuando esta noticia se volvió viral, la gente se sorprendió de lo barato que salía acosar a alguien. Fueron muchas las personas que dijeron que se podía decir cualquier cosa y luego tan solo pagar una multa.