“Él continuó tocándome”
Gayathri
Un día, tomé el autobús desde el Fuerte de Colombo y me senté en un asiento de tres plazas. Estaba sentada cerca de la ventana cuando un hombre vino y se sentó a mi lado muy cerca, a pesar de que había suficiente espacio en el otro lado. Se sentó cerca de mí en el asiento de tres personas. Estaba tratando de apoyarse en mí.
Me acerqué más hacia la ventana. Pero siguió tocándome. Luego, comenzó a pisotear mis pies. Le pedí que se alejara porque el asiento del pasillo estaba vacío. Dijo que estaba en su espacio y que no podía alejarse. Le pregunté por qué me estaba empujando así. Me acusó y me dijo que no lo estaba dejando sentarse correctamente. Le dije: “Vale, quédese ahí que yo me levantaré”.
Cuando me puse de pie cerca del asiento, el conductor me preguntó que por qué me había levantado. Le dije que estaba de pie porque el hombre de mi lado no me dejaba sentarme bien. Entonces el hombre comenzó a acusarme de no dejar que se sentara correctamente. El conductor se echó a reír.
Estaba enojada porque el conductor, que podría haber ayudado, se puso de parte del autor de la falta. Le pregunté al conductor por qué se estaba riendo. No culpó al autor. Le pregunté si no tenía madre o hermanas y si se reiría así si la víctima hubiese sido una de ellas.
Todos los pasajeros en el autobús estaban mirando, pero nadie hizo nada. Después de que otro pasajero se bajara, el conductor me pidió que me fuera a ese asiento. Eso fue lo único que hizo.
Estas cosas siempre suceden en los autobuses y los trenes. La culpa es siempre de la víctima. El autor nunca se hace responsable. Las personas no hablan ni se manifiestan durante incidentes de acoso sexual. Actúan como si nada estuviera sucediendo.
Fotos © Eliza Hatch/Cheer Up Luv por UNFPA y Videos © Studio Zoo