Tenía 15 años cuando conocí a un hombre en Instagram. Él tenía 21 años. Hablábamos por teléfono y a través de Instagram. Era la primera vez que hablaba con un hombre en mi vida. Confiaba en él y lo amaba.
Él me pidió que le enviara una foto mía, y lo hice. No había nada raro en mi foto; era totalmente normal. Más tarde, me pidió que le enviara un video en el que saliese desnuda. Dijo que, si no lo hacía, compartiría mi foto con todos los habitantes de nuestro pueblo. En mi comunidad —muy tradicional—, las mujeres se cubren la cabeza. Una niña que camina por la calle junto a un hombre es algo culturalmente inapropiado e inaceptable. En ningún caso puedes enviar fotografías a alguien que se considera un extraño para la familia. Tenía mucho miedo, porque quiero a mi familia y mi familia me quiere a mí. Sentía ansiedad y estrés. Sabía que mis padres perderían la confianza y la fe en mí.
En lugar de enviarle un video donde aparecía desnuda, hicimos una videollamada. Me pidió que me quitara la ropa. No me di cuenta de que lo estaba grabando. Después me pidió que saliera con él en su coche. Si su amor por mí hubiera sido sincero, no me lo hubiera pedido porque podría arruinar mi reputación. Cuando me negué, dijo que iba a compartir un video mío donde aparecía sin la parte de arriba. Le tenía muchísimo miedo.
Fue a una cafetería y compartió el video con dos amigos a través de Bluetooth. Otras personas de la cafetería recibieron el video y también empezaron a compartirlo. Finalmente, uno de sus amigos lo compartió con mi tío, que se lo mostró a mis padres. Mi padre enfureció y me dijo que ya nunca podría salir de casa, ni siquiera para ir a la escuela.
Intenté suicidarme. Había avergonzado a mi familia y les había fallado. Perdí a todas mis amistades, nadie se puso de mi parte. Al final, mis padres sí que me apoyaron. Les pedí que me llevaran a la policía para presentar una denuncia. La policía me llevó a un espacio seguro del UNFPA, donde el abogado, el asistente social y el director general me ayudaron mucho. El apoyo psicosocial que me prestaron fue increíble; recibía atención continuamente.