COVID-19: Preguntas frecuentes
1. ¿Qué está haciendo el UNFPA para hacer frente a la epidemia de COVID-19?
El UNFPA está trabajando con gobiernos y asociados para responder a las necesidades esenciales de las mujeres y niñas en edad reproductiva afectadas por el brote de COVID-19. El UNFPA se está centrando en los países que tienen sistemas deficientes de salud pública y apoyo social, incluidos los países en situaciones frágiles y humanitarias.
El UNFPA ayuda a los gobiernos a fortalecer la capacidad de sus sistemas de salud, a adquirir y entregar suministros esenciales, a garantizar el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y a servicios relacionados con la violencia de género, a promover la comunicación de riesgos y la participación comunitaria, y a contribuir a la evaluación conjunta de las repercusiones de la pandemia por parte de las Naciones Unidas.
Durante los brotes de enfermedades, las mujeres enfrentan una variedad de riesgos, pero con demasiada frecuencia están ausentes en el diseño de respuestas a las epidemias/pandemias. Ha sido de ese modo hasta ahora en la experiencia con la COVID-19. El UNFPA aboga con las autoridades nacionales y locales para asegurar que se dé prioridad a la participación de las mujeres, incluso como trabajadoras de la salud.
El UNFPA también está movilizando su amplia red de organizaciones juveniles y de mujeres, incluidos grupos religiosos, para que las comunidades participen en la prevención de infecciones, en la promoción de comportamientos saludables, así como en la prevención y la eliminación del estigma y la discriminación relacionados con las enfermedades
2. ¿Qué deben hacer las embarazadas para mantenerse seguras?
Las embarazadas deben tomar las mismas medidas preventivas recomendadas para todos los adultos a fin de evitar la exposición al virus, en consulta con sus proveedores de salud. Todas las acciones recomendadas, incluidas las relacionadas con el embarazo y la vacunación, están disponibles en el sitio web de la OMS.
3. ¿Deben amamantar a sus recién nacidos las nuevas madres que presentan síntomas de COVID-19? ¿Deben ser separadas de sus recién nacidos?
En la actualidad no se cuenta con pruebas de que una mujer con síntomas consistentes con la infección por COVID-19, que haya dado a luz recientemente, deba ser separada de su bebé. Todas las madres y lactantes, independientemente de su estado respecto de la COVID-19, necesitan apoyo para permanecer juntas a fin de practicar el acurrucamiento, la lactancia materna y el contacto piel con piel o el cuidado de madre canguro.
Según el UNICEF “tomando en cuenta los beneficios de la lactancia materna y el papel insignificante de la leche materna en la transmisión de otros virus respiratorios, la madre puede continuar amamantando, aplicando al mismo tiempo todas las precauciones necesarias”.
Las madres sintomáticas que estén lo suficientemente bien como para amamantar deben usar una mascarilla cuando estén cerca de su bebé (incluso al alimentarlo), lavarse las manos antes y después del contacto con la criatura (incluso para alimentarla) y desinfectar las superficies contaminadas.
Si una madre está demasiado enferma para amamantar, se le debe animar a extraer la leche, que se puede dar al bebé en un vaso y/o cuchara limpias, mientras usa una máscara, se lava las manos antes y después del contacto con el niño y se desinfectan las superficies contaminadas
4. ¿La pandemia COVID-19 afecta desproporcionadamente a las mujeres? ¿De qué manera?
Todavía se necesitan datos precisos y fiables desglosados por sexo sobre las tasas de infección y mortalidad de COVID-19.
No obstante, se sabe que los brotes de enfermedades afectan a las mujeres y a los hombres de manera distinta. La evidencia de epidemias anteriores muestra que las desigualdades existentes para las mujeres y las niñas, y la discriminación de otros grupos marginados, como las personas con discapacidad y las personas que viven en extrema pobreza, empeoran en tiempos como estos. Las mujeres y las niñas corren mayor riesgo de violencia doméstica, así como otras formas de violencia de género, entre ellas la explotación y el abuso sexuales.
Las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de tener poder de decisión durante un brote y, en consecuencia, sus necesidades generales y de salud sexual y reproductiva pueden quedar insatisfechas en gran medida. También hay un nivel inadecuado de representación de la mujer en la planificación y respuesta a una pandemia.
A nivel mundial, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de trabajar en empleos precarios e informales, al tiempo que soportan una mayor carga de atención no remunerada, y pueden hacer frente a interrupciones en su trabajo, pérdida de medios de vida y mayores responsabilidades de atención como resultado de la COVID-19. Los sistemas de protección social que no abordan las desigualdades de género durante un brote pueden exacerbar las formas múltiples e interconectadas de discriminación que enfrentan las mujeres y las niñas.
Las mujeres también representan el 70 % de la fuerza laboral mundial en materia de salud y servicios sociales, lo que las sitúa en la primera línea de la respuesta y en mayor riesgo de infección. A medida que los sistemas de salud se ven sometidos a tensiones debidas al virus, se deben hacer esfuerzos para dar cuenta de los singulares desafíos a los que se enfrentan las trabajadoras de la salud. Por ejemplo, las desigualdades de género pueden dejar a las trabajadoras de la salud en peores condiciones para abogar por equipos de protección. Pueden ver disminuida la capacidad de atender sus propias necesidades de salud sexual y reproductiva, tales como suministros de higiene para el personal que menstrúa, o bien descansos para las embarazadas integrantes del personal.
5. ¿Están aumentando los índices de violencia doméstica como resultado de la pandemia de COVID-19?
Es notablemente difícil obtener datos fiables sobre la violencia basada en el género, y las condiciones están cambiando rápidamente a medida que la COVID-19 se extiende por todo el mundo. Por lo tanto, no tenemos una imagen clara del modo en que están cambiando los índices de violencia de género, pero tenemos muchas razones para estar preocupadas.
Las pruebas de brotes anteriores indican que las mujeres y las niñas enfrentan mayores riesgos de violencia de pareja y otras formas de violencia doméstica debido a las crecientes tensiones en el hogar. Los efectos económicos de las epidemias y pandemias también aumentan el riesgo de otras formas de violencia de género, como la explotación y el abuso sexuales.
Estas preocupaciones son particularmente graves en la pandemia de COVID-19, que ha dado lugar a restricciones de movimiento en una escala nunca vista. Hay peligros reales para las mujeres y las niñas forzadas a aislarse en compañía de los abusadores, y preocupaciones sobre si pueden recibir asistencia y de qué manera puede suministrárseles dicha asistencia. Además, desde el comienzo de la pandemia, las oficinas del UNFPA en todo el mundo han informado de un aumento de los casos de violencia por motivos de género.
Los servicios críticos proporcionados por los sistemas de salud, incluido el manejo clínico de la violación, el apoyo psicosocial y las derivaciones a servicios de protección, pueden suspenderse si los proveedores de salud se ven sobrecargados con casos de COVID-19.
Las trabajadoras y trabajadores de la salud deben contar con las habilidades y los recursos necesarios para proporcionar atención sensible, respetuosa y confidencial a sobrevivientes de violencia de género
6. ¿Cómo ha afectado la pandemia de COVID-19 la salud y los derechos sexuales y reproductivos? ¿Siguen teniendo acceso las mujeres a servicios de salud sexual y reproductiva durante el brote?
Muchos sistemas de salud han desviado recursos de los servicios de salud sexual y reproductiva para hacer frente al brote. Esto podría contribuir a un aumento de la morbilidad y la mortalidad materna y neonatal, a una mayor necesidad insatisfecha de anticonceptivos y a un mayor número de abortos inseguros e infecciones de transmisión sexual.
Además, la disponibilidad de planificación familiar y otros productos esenciales de salud sexual y reproductiva, incluidos los artículos de salud menstrual, puede verse afectada a medida que las cadenas de suministro se sobrecargan por la respuesta a la pandemia. A modo de ejemplo, durante el primer año de la pandemia los servicios de planificación de la familia se encontraban entre los servicios de salud más interrumpidos del mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Los servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la atención prenatal y materna, salvan vidas y deben seguir siendo accesibles. Los estudios indican que las mujeres han vivido aumentos significativos en la mortalidad materna, complicaciones del embarazo y mortinatalidad, todo relacionado con el impacto de la pandemia en los sistemas de salud y el comportamiento en procura de obtener servicios de salud. Se debe prestar especial atención para garantizar que las poblaciones vulnerables (como las personas con discapacidad, las personas que viven con el VIH, las poblaciones indígenas y las que viven en la pobreza) no pierdan el acceso a esta atención. El personal de salud que presta estos servicios también debe practicar estrictamente las medidas de prevención y control de infecciones. El UNFPA está trabajando para mantener la continuidad de esos servicios en todo el mundo.
Las opciones y derechos en materia de salud sexual y reproductiva de las mujeres y las niñas deben respetarse, independientemente de si están infectadas o han sido infectadas con cualquier forma o variante de COVID-19. Esto incluye el acceso a la anticoncepción, la anticoncepción de emergencia, el aborto seguro cuando sea legal y al mayor grado permitido por la ley, y la atención postaborto.stén embarazadas.
7. ¿Cómo ha afectado la pandemia de COVID-19 a los países de bajos ingresos? ¿Cómo ha afectado a los entornos humanitarios?
Contener la enfermedad que se propaga rápidamente, incluidas sus variantes, ha sido un enorme desafío incluso en comunidades con suficientes recursos. Los entornos humanitarios y de bajos ingresos enfrentan riesgos aún mayores. Sin embargo, es importante señalar que todas las poblaciones vulnerables vivirán los brotes de COVID-19 de manera distinta, en particular porque la distribución equitativa de las vacunas a nivel mundial sigue siendo un problema importante.
La pandemia de COVID-19 ha afectado, y sigue afectando, a los sistemas de salud, y ha impactado gravemente a los sistemas de salud de los países de ingresos bajos y medios.
Quienes enfrentan crisis de larga duración, fragilidad, conflictos, desastres naturales, desplazamientos y otras emergencias de salud enfrentan peligros aún mayores. Muchos campamentos de personas desplazadas y asentamientos informales están densamente poblados y tienen un acceso deficiente al agua corriente, lo que dificulta aún más las medidas de prevención de infecciones. La escasez de trabajadores de la salud y el escaso acceso a los servicios de atención crítica exacerban los desafíos que enfrentarán estas comunidades.
Estas Preguntas Frecuentes sobre la COVID-19 se actualizaron el 22 de diciembre de 2021.
Crédito fotográfico: CDC.gov