La adaptación al envejecimiento
Solemos prestar poca atención a los temas del envejecimiento y la mortalidad, hasta que nos vemos obligados a hacerles frente nosotros mismos, claro. Imagine cómo es la vida de nuestro personaje de más edad, Marta, quien se ve forzada a reducir la marcha, mientras el resto del mundo acelera. Con 79 años, Marta ha vivido una vida plena, con todo tipo de vicisitudes. Su diminuta casita, en la que creció su difunto marido, Igor, y donde crio a sus propios hijos, está llena de recuerdos: algunos tristes y duros, y otros muchos alegres y dichosos. Hay una fotografía suya que, últimamente, contempla con frecuencia: está bailando. En la foto, lleva el vestido tradicional de su país y está ejecutando un baile folclórico. Sonríe al recordar cómo era y lo que era capaz de hacer. A su querido Igor le encantaba verla bailar.
“Uno de los mayores logros de la humanidad es que las personas vivan más años y una vida más sana, y que el número y la proporción de personas de edad mayores de 60 años vaya en aumento en todos los países.”
Marta había estado bailando y actuando en público desde muy niña. Ella, como algunos miembros de su comunidad, ha asumido el compromiso de mantener vivas las tradiciones: las que su madre le enseñó, y las que su abuela enseñó a su madre. Para Marta es un orgullo transmitir esas tradiciones a sus hijos y nietos y, muy pronto, a sus bisnietos. Aunque solo mirar la foto hace que le duela todo, también le produce satisfacción. Envejecer no ha sido fácil. Tiene numerosas dolencias que la debilitan y le complican la existencia, y parece que el número de achaques no deja de aumentar.
Hace unos cuantos años, Marta se cayó y se rompió la cadera. Ahora, cualquier actividad física constituye todo un desafío. Aceptar esta situación no fue fácil porque bailar la hacía feliz y, además, representaba una parte fundamental de su vida social. Aunque su vida social no es lo que era, Marta sigue reuniéndose con sus amigas para tomar té y jugar al backgammon. Se turnan para coger el autobús e ir a la casa de cada una de ellas. Siempre llevan alguna delicia casera, y se pasan las horas hablando de sus familias, sus amistades y sus seres queridos.
“El número de personas de edad avanzada está aumentando, y la población mayor de 60 años pasó de 490 millones en 1990 a 765 millones en 2010.”
Marta tiene pareja, Boris. Se hacen visitas cuando pueden. Boris es algo más joven que ella. Cuando se conocieron hace algunos años en un grupo de apoyo para sobrevivientes de la violencia por razón de género, el apoyo de Boris la ayudó a transformar su vida. En el último año, Marta se ha dado cuenta de que cada vez pasa más tiempo atendiendo a Boris —igual que le pasó con su marido— y se ocupa menos de su propia salud.
Esta desatención ha empezado a pasarle factura y de un tiempo a esta parte no se siente capaz física ni mentalmente. Por ello, cada vez requiere mayor asistencia de su familia, sus amigos y los servicios públicos. Conservar el contacto con su comunidad la ayuda a mantener un estado de ánimo positivo. Ver que sus hijos y nietos continúan las tradiciones que ella les ha transmitido la llena de orgullo. La intimidad que disfruta con Boris le resulta gratificante como mujer. Con su grupo de amigas puede desahogarse y hablar de las dificultades que todas ellas están afrontando y que, en muchos casos, intentan resolver buscando un apoyo de mejor calidad.
“En 2012, había 84 hombres por cada 100 mujeres mayores de 60 años, y 61 hombres por cada 100 mujeres mayores de 80 años.”