El deterioro de la salud
Aunque Marta ha podido manejar la mayoría de sus problemas de salud con la ayuda de sus hijos, incluido el tratamiento de un cáncer de cuello del útero hace algunos años, recientemente empezó a manifestar síntomas de la enfermedad de Alzheimer. A medida que la enfermedad avance, necesitará servicios de atención para personas dependientes. Sus ingresos combinados no alcanzarán para cubrir estos nuevos gastos médicos. Su familia tendrá que afrontar el hecho de que, cuanto más complejos sean los problemas de salud de Marta, más limitada será la oferta de atención disponible. Básicamente, mientras que el costo de la vida está aumentando para ella, el apoyo del Estado disminuye.
“El aumento de la longevidad también puede dar lugar a un aumento de los gastos médicos y de la demanda de servicios de salud, ya que las personas de edad suelen ser más vulnerables a las enfermedades crónicas.”
Estos nuevos problemas de salud implican la consulta con una variedad de especialistas y la necesidad de diversos tratamientos. El transporte de casa a los centros médicos suele ser poco fiable y el acceso complicado. Los días que se encuentra peor, es imposible que vaya sola al médico. Las calles, llenas de baches y con bordillos altos, son demasiado peligrosas. Este es el tipo de situación en el que el Estado debe intervenir.
La realidad es que, cuando su salud empeore, Marta debería trasladarse a un lugar donde se encuentre más cerca de sus hijos y tenga acceso a servicios de salud adecuados. Pero ella se mantiene firme en sus deseos: quiere morir en su propia casa, en ningún otro sitio. Se niega a acabar sus días en un hospital o una residencia para ancianos. Esta situación es complicada para sus hijos porque quieren que esté segura, pero también desean que esté contenta. Al menos vive en una planta baja. La alternativa podría ser que aceptara atención regular, si llegara a ser necesario.
“Más del 46% de las personas mayores de 60 años sufre alguna discapacidad moderada o grave.”
Entretanto, sus hijos ya la ayudan mucho, pero su ayuda no es diaria, ya que no viven cerca y sus propias familias los mantienen ocupados. Aunque todos la visitan una vez por semana, cuando su salud empeore, esto no será suficiente para garantizar su seguridad. De momento, Marta y su familia se toman las cosas como vienen, día a día, intentando que tenga una vida segura en su propio hogar.