Promover el cambio
Hussein ha formado una asociación con algunos compañeros de viaje y desempeña un papel muy activo en la organización de la comunidad. Malika, por su parte, se ha unido a un grupo de mujeres del barrio para desarrollar un sistema colectivo de apoyo y confeccionar una lista de necesidades para presentársela a los líderes políticos locales que trabajan en la mejora de su barrio marginal. Entre todos están creando vías alternativas para que el barrio evolucione. Cuando tienen tiempo, asisten a reuniones del gobierno local y expresan sus necesidades y demandas en relación con unos servicios públicos universales específicos y dirigidos a grupos concretos.
“La participación general en la gobernanza urbana puede contribuir a asegurar que las políticas urbanas tengan en cuenta las necesidades de los más vulnerables. Tal participación se ha de institucionalizar, por ejemplo, por medio de presupuestos especiales y de la inclusión oficial de las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades marginadas, lo que puede ayudar a evitar que las élites se apoderen de los sistemas de gobernanza y a poner en práctica la gobernanza por todos y para todos.”
La falta de tiempo y disponibilidad son problemas importantes para ambos grupos. Normalmente se preparan para estas reuniones en el autobús y en las furgonetas que Hussein, Malika y otros miembros de la comunidad utilizan para ir de un sitio a otro.
A medida que su actividad y productividad se incrementa, establecen objetivos específicos que reflejan claramente cómo desean que mejore la vida en su barrio gracias a las infraestructuras públicas que harán posible la transición. Sus peticiones abarcan la optimización de los servicios de salud, el suministro de agua potable y no contaminada, energía estable, unas viviendas adecuadas y transporte fiable. Aunque la respuesta las autoridades a sus propuestas ha sido adecuada, redunda en su propio interés seguir participando activamente para que el gobierno rinda cuentas de los resultados concretos.
En particular, Malika, a veces con la ayuda de sus hijos, está haciendo todo lo posible para asegurar que la planificación territorial y del desarrollo van de la mano. Los servicios básicos deben estar a disposición de todos, y el uso del espacio debe ser sostenible.
Es difícil hacerse oír por un gobierno que no presta atención a los desatendidos, pero, en este caso, la administración recién elegida está escuchando sus necesidades. Sus peticiones son numerosas y, aunque parece que el gobierno suele preferir dedicar sus recursos a las comunidades cercanas mejor acomodadas que intentan detener la urbanización e impedir que los barrios marginales se aproximen, algunos defensores gubernamentales están colaborando activamente con ellos. Malika y otras mujeres fuertes de la comunidad se niegan a que las ignoren. No van a dar marcha atrás hasta que se conceda a sus familias, y a todos los residentes, los beneficios completos de la vida urbana.
Esta ideología tiene un gran valor y les da fuerza, pero está en juego la supervivencia inmediata, y esto es lo que quita el sueño a Hussein. Tal y como lo ven su mujer y él, la mejor alternativa a su alcance es sobrellevar las dificultades relacionadas con el saneamiento y la seguridad, y esperar que se cumplan las promesas de mejora de sus viviendas.