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«Me siento más seguro»: Empoderar a los jóvenes con discapacidad para que decidan sobre su salud sexual y reproductiva en Mongolia
- 19 Febrero 2024
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ULAANBAATAR, Mongolia - «Acepto estas conversaciones como algo normal y saludable», ha comentado Adiya, de 18 años, al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva. Adiya es una de los miles de adolescentes de Mongolia que han recibido una educación sexual integral adecuada a su edad e integrada en su plan de estudios de secundaria. Pero, a diferencia de muchos de sus compañeros, Adiya vive con una discapacidad visual.
«[Esas lecciones] me han permitido comunicarme eficazmente con mi familia y los profesionales sanitarios sobre mis necesidades de salud sexual y reproductiva».
Históricamente, los jóvenes como Adiya se han enfrentado a importantes dificultades para acceder a una educación sexual integral en Mongolia. Las investigaciones muestran que a los profesores de educación sanitaria del país les resulta mucho más difícil transmitir información sobre salud y derechos sexuales y reproductivos a los alumnos con discapacidades.
«Incluimos temas para el desarrollo personal y la higiene que son más fáciles de entender para los alumnos con discapacidad», informó un profesor de una escuela especial en 2022. «Temas como la sexualidad, la salud reproductiva, las enfermedades de transmisión sexual y la violencia sexual se enseñan poco o nada».
Las escuelas y los profesores luchan contra la falta de acceso a una formación, un equipo y unos recursos adecuados para dar apoyo a los estudiantes con discapacidad. Sin embargo, con un compromiso nacional en favor de una educación sexual integral inclusiva y el apoyo del UNFPA, las cosas han comenzado a cambiar.
Cumplir la promesa
En 2019, el gobierno de Mongolia observó que no se había producido una disminución estable de las tasas de aborto, embarazos no intencionales y partos en adolescentes, por lo que se comprometió a «proporcionar educación integral sobre salud sexual y reproductiva a todos, incluidos los adolescentes, los jóvenes [y] las personas con discapacidad».
El año anterior, se había reintroducido la educación sanitaria en los planes de estudio escolares como asignatura independiente y se habían actualizado los contenidos de los cursos para adaptarlos a las normas internacionales. Frente a las nueve horas de 2018, los estudiantes reciben hoy 36 horas de programas de salud que abarcan temas como la salud sexual y reproductiva y la prevención de la violencia de género.
Los profesores, con el apoyo del UNFPA a través de la formación en educación sexual integral, están en primera línea de estas reformas.
Kherlen imparte educación sanitaria en la escuela del sum de Bayangobi, en la provincia de Uvurkhangai, y afirma que las lecciones han hecho que los alumnos sean más abiertos y estén más comprometidos y dispuestos a debatir sobre temas delicados. Eso, a su vez, crea un entorno seguro e integrador para el aprendizaje.
Cambio de perspectivas
Según las investigaciones del UNFPA, los jóvenes con discapacidad de todo el mundo muestran un escaso conocimiento sobre su salud sexual y reproductiva, incluido el uso del preservativo y otros anticonceptivos.
Las investigaciones también demuestran que una educación sexual integral anima a los jóvenes a utilizar anticonceptivos con más frecuencia y disminuye el riesgo de que contraigan infecciones de transmisión sexual.
En Mongolia, la tasa de embarazos no intencionales se redujo en aproximadamente un tercio entre 2015 y 2019 entre las mujeres y niñas de 15 a 49 años, según Guttmacher.
La información es poder, y para jóvenes como Bilguun, de 17 años, que vive con una discapacidad auditiva, la educación sexual ha marcado una gran diferencia.
«Me he dado cuenta de muchos conceptos erróneos que tenía sobre la salud sexual y he aprendido sobre prácticas poco saludables», afirma. «Con lo que he aprendido, me siento más seguro para protegerme y tomar mejores decisiones».