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Apoyando la primera línea de respuesta en medio de las crisis climáticas en Yemen

Una mujer de pie con tres niños frente a una caja y un lavabo.
Amina con sus hijos después de recibir suministros esenciales para ayudar a la familia a superar el período inmediatamente posterior a la crisis. © Shadi Al-Saady/Fundación de Desarrollo de Yemen YDF
  • 02 Agosto 2024

GOBERNACIÓN DE SA’ADA, YEMEN – «Mis hijos y yo estamos enfermos y mi marido está en prisión», relató Amina Ismail Qasim, de 31 años. «He perdido a mi hija; el dolor es insoportable».

Hace cuatro años, la Sra. Qasim y su familia huyeron de su hogar en la provincia de Al Hudaydah, en el occidente de Yemen, a medida que se intensificaban los combates a su alrededor. Se dirigieron a la provincia de Sa’ada, en el norte, y se refugiaron en una casa de barro en el campamento de desplazados de Al Matlooh. Se trataba de un albergue temporal con dos dormitorios, una cocina y un baño; un refugio estrecho que podía derrumbarse en cualquier momento.

Ese momento llegó el 23 de julio, cuando las lluvias torrenciales se convirtieron en inundaciones que arrasaron cientos de casas en segundos. Unas 2.000 familias resultaron afectadas, más de 1.000 refugios quedaron dañados o destruidos y el acceso a agua potable y servicios de saneamiento se hizo casi imposible.

Desde principios de 2024, el aumento de la violencia y los fenómenos meteorológicos extremos en Yemen han desplazado a más de 75.000 personas, muchas de las cuales ya se habían visto obligadas a desplazarse varias veces. A medida que pierden sus medios de subsistencia así como el acceso a la atención básica de salud, el hambre extrema y la malnutrición van en aumento para millones de personas.

Para la Sra. Qasim, el horror se iba intensificando.

Mientras el aguacero golpeaba su casa, perdió el conocimiento debido al frío extremo y a un trastorno genético subyacente de la sangre. Aunque sus vecinos la ayudaron a llegar a un hospital local para recibir tratamiento, sus dos hijas pequeñas fueron arrastradas por las aguas en su ausencia. Dalilah, de nueve años, fue rescatada, pero a Dalal, de cuatro, no la pudieron salvar.

«Una nueva tragedia se sumó a nuestras tragedias anteriores», se lamentó la joven madre.

Comenzando en Sa’ada

Tras el desastre, un equipo de respuesta rápida dirigido por el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, recibió una alerta sobre las inundaciones, incluida la muerte de una niña pequeña. El equipo proporcionó a la familia de la Sra. Qasim suministros para cubrir sus necesidades inmediatas y una derivación a los servicios de protección del UNFPA para que pudiera recibir asistencia en efectivo de emergencia.

«Las [provisiones] cubrían lo básico que necesitábamos desesperadamente en esta crisis», explicó.

En un espacio seguro para mujeres y niñas apoyado por el UNFPA, la Sra. Qasim también recibió asistencia para obtener documentos de identificación que, en circunstancias normales, le permitirían aprender un oficio y obtener ingresos en ausencia de su esposo. Había sido encarcelado por no pagar sus deudas, ya que sus escasos ingresos no eran suficientes.

Sin embargo, su enfermedad le impide desempeñar muchos trabajos y las normas sociales discriminatorias en Yemen hacen que sea difícil (en muchos casos sumamente peligroso) que las mujeres busquen empleo, atención sanitaria o salgan de casa sin ir acompañadas de un tutor masculino. Por ahora se ve obligada a quedarse en casa, incapaz de pagar alimentos o tratamientos médicos para ella o sus hijos, que han heredado su afección.

Una respuesta coordinada y rápida

En las 72 horas siguientes a las inundaciones, el UNFPA y sus asociados ya habían ayudado a más de 1.000 familias con una combinación de suministros de emergencia: kits de dignidad que contienen productos sanitarios, así como raciones de alimentos listos para comer del PMA y kits de higiene básica proporcionados por UNICEF.

«Ella seguía luchando para hacer frente a la tragedia de perder a su hija, junto con el

deterioro de su salud», indicó Shadi Al-Saady, jefe del equipo de la unidad de respuesta. «Estuvo a punto de desmayarse varias veces durante nuestra visita».

El mecanismo de respuesta rápida de las Naciones Unidas garantiza asistencia vital para las personas recién desplazadas en refugios temporales y zonas de difícil acceso y de crisis; la iniciativa está financiada por el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia de las Naciones Unidas, la Unión Europea y los Estados Unidos.

«Muchas familias se han visto afectadas por esta crisis. El tiempo es crucial, especialmente dada la magnitud del desastre en comparación con el limitado personal que tenemos sobre el terreno», explicó el Sr. Al-Saady.

Mayor vulnerabilidad debido al cambio climático

Ayudar a las personas atrapadas en esta catástrofe se hizo más complejo por la profunda inseguridad y los desplazamientos masivos después de nueve años de guerra en Yemen: más de 4,5 millones de personas se encuentran actualmente desplazadas dentro del país y más de 18 millones necesitan asistencia humanitaria urgente.

Yemen también ocupa el tercer lugar a nivel mundial entre los países más vulnerables al cambio climático, pero es uno de los menos preparados para el aumento de las perturbaciones climáticas. Muchas comunidades carecen de los recursos necesarios para prepararse para los impactos, especialmente aquellas que viven en refugios temporales y enfrentan las peores consecuencias.

Los estudios del UNFPA muestran un claro vínculo entre los desastres climáticos y el impacto desproporcionado sobre las mujeres, las niñas y los recién nacidos, incluidos los trastornos hipertensivos, los nacimientos prematuros y de bajo peso y la mortinatalidad.

En medio de su angustia, la Sra. Qasim anhela la seguridad y la paz. «Tengo la esperanza de que mis hijos se curen de esta enfermedad. Espero que mi esposo regrese de la cárcel y que podamos encontrar una fuente de ingresos».

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