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De niña casada a audaz productora de mascarillas: los espacios seguros de Yemen ayudan a las mujeres a reclamar sus vidas
- 17 Agosto 2020
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SANA’A, Yemen – Salwa, de 35 años, ha sobrevivido al matrimonio infantil, a tres esposos abusivos, a la aplastante pobreza y a años de un conflicto debilitante. Después del arribo de la pandemia de COVID-19, también padeció hambre, pero ahora, solo meses después de unirse al espacio seguro de mujeres y aprender a coser, está construyendo una nueva vida para sí misma.
Las dificultades de Salwa comenzaron a los 12 años, cuando la casaron. Su marido la maltrató durante años, y luego la abandonó, llevándose consigo a su hija.
Como mujer, no se consideraba aceptable que Salwa viviera sola, por lo que se mudó con su hermano, quien rápidamente hizo arreglos para que se casara con otro hombre: un extraño que también abusó de ella.
"No pude aguantar más, así que pedí el divorcio", explicó. Meses más tarde, su hermano la casó de nuevo. El tercer marido de Salwa también era violento. "Solía llorar constantemente", aseguró.
Cuando el brote de COVID-19 llevó a las empresas a cerrar, su marido dejó de trabajar. Sus deudas se acumulaban y, entonces, un día, simplemente se marchó.
Salwa quedó ingresos ni alimentos. "Pasé varios días sin comida", confesó. "Quería cualquier cosa que comer. A veces, algunos vecinos me daban algo de comer".
Por último, miembros de la comunidad de Salwa (integrantes de un "Comité de protección") le hablaron de un espacio seguro establecido por el UNFPA y la Unión de Mujeres Yemenitas. El espacio ofrece asesoramiento, cursos de formación profesional, clases de alfabetización y otros servicios para mujeres y niñas.
"Las señales de fatiga y enfermedad eran visibles en sus rasgos e incluso en la forma en que hablaba", afirmó Fawzia, psicóloga que se reunió con Salwa.
Juntas, crearon un plan para ayudar a Salwa a tomar control de su vida.
Comenzó a recibir servicios de salud y psicosociales de forma periódica. Asistió a cursos de formación, y aprendió sobre marketing y gestión de proyectos, además de que descubrió su talento para la costura.
"Cuando coso, me imagino que estoy cosiendo mi vida desgarrada", dijo. "Doy lo mejor cuando coso porque me hace sentir extraordinariamente feliz, y me hace olvidar todos los días difíciles que pasé".
Salwa reunió los requisitos para una subvención de empoderamiento económico, que le ayudó a iniciar su propio negocio de costura.
Hoy en día, Salwa trabaja en una fábrica de hilado y tejido, y también hace trabajos de costura en casa. Muchos de sus clientes le han pedido que haga mascarillas para ayudar a prevenir la propagación de la COVID-19.
"Puedo mantenerme y no necesito ayuda de nadie", dijo al UNFPA. “Coso en casa y produzco 300 mascarillas a la semana."
Los espacios seguros ofrecen servicios esenciales para las mujeres y las niñas en medio del conflicto, la pandemia y la devastación económica que se viven hoy en Yemen. Estos espacios sirven a algunas de las personas más vulnerables, incluidas las mujeres y niñas desplazadas.
Una serie de espacios seguros han tenido que reducir operaciones debido a la pandemia. En la actualidad hay 42 espacios seguros en funcionamiento, que trabajan con fondos de Dinamarca, Islandia, Japón, Noruega, los Países Bajos, Suecia y Suiza.
Están desempeñando un papel vital en la sensibilización en torno a las medidas de prevención del coronavirus. Muchos siguen prestando servicios a través del asesoramiento por medios electrónicos, líneas directas y otras plataformas, y desde abril de 2020, las voluntarias en los espacios seguros han producido más de 50.000 mascarillas para distribuirlas entre las comunidades vulnerables.
Sin embargo, la financiación para estos espacios seguros y para el apoyo del UNFPA a la salud reproductiva se está agotando.
En 2020, el UNFPA hizo un llamamiento para que se destinaran USD 100,5 millones a 4,1 millones de mujeres y niñas yemenitas con servicios vitales, pero hasta la fecha solo se ha movilizado el 53 % de los fondos necesarios. Al igual que otros organismos humanitarios, el UNFPA se ha visto obligado a reducir sus operaciones.
En mayo se suspendió el apoyo a 140 de los 180 centros de salud que reciben apoyo del UNFPA. Si continúa esta trayectoria de financiación, el UNFPA se verá obligado a suspender aún más operaciones. El cierre de espacios seguros y de servicios de protección podría afectar a más de 350.000 mujeres y niñas.
Para seguir llegando a las mujeres y niñas más vulnerables hasta finales de año, el UNFPA necesita USD 43 millones, con USD 20 millones adicionales para responder a la pandemia de COVID-19.