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Recorridos de maternidad y esperanza en el noroeste de Siria

 Una mujer sonriente carga a una bebé en el pasillo de un hospital
Alaa Nabeel carga a su hija recién nacida en el Hospital de Maternidad y Neonatología Medina, en Idlib, en el noroeste de Siria. Crédito: Organización Shafak
  • 17 de septiembre de 2024

IDLIB, República Árabe Siria – «Me sentía perdida porque no conseguía quedarme embarazada», declaró Alaa Nabeel, de Idlib, en el noroeste de Siria. Después de sufrir dos abortos espontáneos en tres años, estaba destrozada por el dolor.

La Dra. Nabeel es una especialista en medicina general que trabaja en el Hospital de Maternidad y Neonatología Medina, en Idlib. Menos de un año después de su segundo aborto espontáneo, descubrió que estaba embarazada de nuevo. Por temor a revivir el dolor de sus experiencias anteriores, acudió al equipo del Hospital Medina en busca de apoyo.

Amna Al Bakkour, llevaba tres años viéndola, y le aseguró que no había problemas de salud importantes que hubieran provocado los abortos espontáneos. El embarazo de la Dra. Nabeel fue objeto de un estrecho seguimiento, y se sometió a una serie de pruebas. «Sin la ayuda que recibí del equipo no habría podido tener un hijo», declaró al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva, que ofrece apoyo al hospital.

La Dra. Nabeel había experimentado una profunda ansiedad y miedo durante todo su embarazo, por lo que el hospital también le proporcionó atención de salud mental. «El 90 % de su tratamiento consistió en apoyo psicológico», afirmó la Dra. Al Bakkour, quien se aseguró de que su paciente pudiera hablar con un psiquiatra y recibir ayuda para aprender métodos de afrontamiento más sanos.

Atención de maternidad integral

Una mujer en una cama de hospital mira una pantalla que muestra un imagen de su feto, mientras una médica le realiza una ecografía
La Dra. Nabeel recibe atención prenatal en el Hospital Medina, un centro sanitario vital en la zona.  Crédito: Organización Shafak

El Hospital Medina es un centro sanitario vital para más de 110.000 personas de la zona, principalmente las que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en otras comunidades ya muy empobrecidas. Además de la atención de maternidad y el apoyo psicológico, cuenta con un equipo dedicado a la respuesta y protección frente a la violencia de género.

Años de conflicto, volatilidad económica e inseguridad han causado estragos en el sistema de salud sirio, han agotado los suministros médicos y han desbordado la capacidad del personal sanitario. Por ello, centros como el Hospital Medina son cruciales para atender las necesidades urgentes de millones de mujeres y niñas como la Dra. Nabeel, quien dio a luz a una niña en agosto de 2023. Cada mes se reciben más de 3.000 pacientes en busca de asistencia médica, desde partos normales y cesáreas hasta planificación familiar y consultas prenatales.

En el cercano Hospital de Maternidad de Idlib, que también cuenta con el apoyo del UNFPA, Khansa Harbeh, de 35 años y madre de dos hijos, sufría complicaciones en su tercer trimestre. «Estaba aterrorizada y buscaba desesperadamente un médico con formación que pudiera ocuparse de mi caso», afirmó.

Abdul Aziz Hamza, obstetra del hospital, le explicó que la placenta se había desprendido prematuramente del útero, un trastorno potencialmente mortal. «El desprendimiento de placenta es una emergencia que requiere una intervención inmediata», declaró al UNFPA. «Sabíamos que teníamos que actuar rápido para salvar tanto a la madre como al bebé. La situación era crítica, pero estábamos preparados».

Ikram Haboush, director del hospital, añadió: «Muchas mujeres del noroeste de Siria pierden la vida mientras son trasladadas a hospitales que carecen de suministros esenciales».

Por suerte, éste no fue el caso de la Sra. Harbeh. «El hospital de maternidad tenía todo lo que necesitaba», comentó. «Sin ellos, no sé qué habría sido de mí y de mi bebé».

Una crisis compleja para mujeres y niñas

Dos trabajadoras sanitarias con batas quirúrgicas verdes, mascarillas y guantes junto a una mesa con instrumentos médicos
Una obstetra y una ginecóloga trabajando en el Hospital Medina, que atiende a más de 3.000 personas al mes. Crédito: UNFPA Siria / Dina Ali

A medida que el conflicto, la inseguridad y los crecientes desastres climáticos interrumpen el acceso a los servicios de planificación familiar, parto seguro y protección, las mujeres y niñas de Siria enfrentan un mayor riesgo de muertes maternas prevenibles y embarazos no intencionales, así como de matrimonio infantil y otras formas de violencia de género.

Se calcula que 16,7 millones de personas necesitan ayuda urgente en toda la República Árabe Siria, la cifra más alta desde que comenzó la crisis en 2011. Solo en Idlib y el norte de Alepo se ha desplazado al 70 % de sus residentes y más de 2 millones viven en campamentos o asentamientos informales; casi el 80 % son mujeres y niños.

Las historias de la Sra. Harbeh y la Dra. Narbeel son sólo dos de las muchas en las que una atención de maternidad especializada marca la diferencia entre la vida y la muerte. En la actualidad, 59 centros de atención obstétrica y neonatal de emergencia siguen en funcionamiento, pero la mitad de ellos ya se han quedado sin fondos.

Se necesitan unos 23 millones de dólares al año para subsanar el déficit de financiación de estos hospitales y evitar que las embarazadas tengan que enfrentar la realidad sombría, y potencialmente mortal, de dar a luz sin atención médica esencial.
 

El exterior del Hospital de Maternidad y Neonatología Medina, con un hombre y un niño esperando en una motocicleta y una mujer avanzando por la entrada
El Hospital Medina recibe más de 3.000 pacientes al mes en busca de asistencia médica, desde partos normales y cesáreas hasta planificación familiar y consultas prenatales. Crédito: Organización Shafak

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