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Tras sobrevivir a la violencia sexual, una líder juvenil impulsa el cambio para las niñas con discapacidad en la República Democrática del Congo
- 13 Febrero 2024
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MATADI, República Democrática del Congo - Ngoma* es sorda, por lo que no oyó al grupo de chicos que se le acercó sigilosamente por detrás en una carretera de su ciudad natal, Matadi, en la República Democrática del Congo.
«Me tendieron una emboscada, me arrastraron a una zona apartada y abusaron de mí», contó al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva. Tras el ataque, no sabía a quién acudir. «Se aprovecharon de mi discapacidad para cometer un delito, llegando incluso a convertirme en madre», relató.
Ngoma dio a luz con tan sólo 15 años; todavía era una niña. Sin embargo, estaba decidida a no dejar que la violencia a la que fue sometida interrumpiera sus futuras oportunidades en la vida. «Volví después de dar a luz para continuar mis estudios, a pesar de lo que viví».
El hijo de Ngoma vive con sus padres en otra ciudad mientras ella termina sus estudios en la escuela Espérance, un centro para personas con deficiencias auditivas y/o del habla. Este año, su clase recibe educación sexual integral a través de un programa impulsado por el Ministerio de Educación Primaria y Formación Profesional en cuatro escuelas de las provincias de Kinshasa y Kongo Central. El programa incluye también una atención integral a las supervivientes.
«Nos enseñan habilidades para la vida, incluidas lecciones sobre salud sexual y reproductiva, higiene personal y violencia de género», afirma. «Si hubiera aprendido todo esto hace unos años, habría sabido que tenía que acudir inmediatamente al hospital después de haber sufrido la violación».
Fomento de la sensibilización
Las denuncias de violencia y coacción sexuales se están disparando en la República Democrática del Congo mientras el país se enfrenta a una escalada de conflictos, inestabilidad económica y crisis climáticas recurrentes. En todo el mundo, las personas con discapacidad tienen más probabilidades de sufrir abusos que las personas sin discapacidad. El padre Jean-Jacques Diafuka, quien dirige la escuela Espérance, afirma: «Algunas personas se aprovechan de su discapacidad para maltratarlas, explotarlas y abusar de ellas».
Sin embargo, gracias a esta iniciativa apoyada por el UNFPA, Ngoma aprendió cómo denunciar a los maltratadores y cómo gestiona la policía los casos de violencia. Además, decidió no guardar silencio sobre su experiencia y, en vez de eso, ayudó a difundir el mensaje entre sus compañeras para que supieran cómo y dónde denunciar los abusos y recuperarse de ellos.
Pero Ngoma no se detuvo ahí: insistió para que el programa se extendiera a las comunidades más remotas de Matadi, donde muchos jóvenes no van a la escuela y apenas tienen acceso a este tipo de información.
Gracias a sus labores de defensa, en enero de 2021 se puso en marcha una línea telefónica gratuita, gestionada por el Ministerio de Género, que pone en contacto a las personas que llaman con terapeutas. En agosto de 2023, más de 1.400 personas habían llamado y recibido ayuda a través de esta línea.
Los profesores de la escuela Espérance recibieron un curso nacional de formación de nueve meses sobre educación sexual integral, que contó con el apoyo del UNFPA y la financiación de Noruega. En la fase piloto de septiembre a octubre del año pasado, 30 profesores de las provincias de Kinshasa y Kongo Central completaron el curso.
«Nos ha conmovido profundamente este considerable apoyo», afirma el padre Diafuka. «No sólo se ha formado a nuestros profesores, sino que también hemos recibido un centenar de manuales sobre salud sexual y reproductiva, así como guías para profesores, folletos sobre higiene personal y kits de gestión de la menstruación».
El padre Diafuka añadió que la formación debería extenderse al personal judicial y policial para ayudar mejor a las personas con discapacidad a denunciar la violencia de género y que las clases deben ir dirigidas tanto a niños como a niñas.
Apoyo a jóvenes vulnerables
Las clases de educación sexual integral también enseñan a los jóvenes a protegerse de las infecciones de transmisión sexual y de los embarazos adolescentes y no deseados.
La tasa de natalidad adolescente del país es una de las más altas del mundo. Los embarazos en la adolescencia pueden hacer que las niñas no logren terminar sus estudios, lo que puede limitar sus oportunidades laborales y causar afecciones debilitantes como la fístula obstétrica, ya que el cuerpo de una joven no suele estar preparado aún para dar a luz a un niño.
Los planes de estudio sobre sexualidad integral también incluyen mensajes sobre derechos humanos, igualdad de género y relaciones sanas; algo fundamental en un país con la tasa de violencia de pareja más alta del mundo.
El UNFPA y sus asociados también están intensificando las intervenciones para facilitar el acceso de los jóvenes a servicios e información sobre salud sexual y reproductiva, llegando a más de 400.000 en 2022.
El UNFPA promueve los derechos humanos y la inclusión de las personas con discapacidad, en particular las mujeres y los jóvenes, a través de su específico programa «Nosotros Decidimos». Estas iniciativas se adaptan a los distintos contextos nacionales para ampliar el acceso a los servicios, la información y la educación en materia de salud sexual y reproductiva, de modo que cada persona tenga la oportunidad de tomar la decisión correcta para su propio cuerpo.
*Se ha cambiado el nombre por razones de privacidad y protección