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Un nuevo molino de harina ofrece un respiro inesperado ante las amenazas de violencia en Sudán
- 16 Noviembre 2023
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ESTADO DEL NILO AZUL, Sudán – Haleema Ibrahim, de 36 años, caminó unos minutos de regreso a su casa en la aldea de Shanisha, en el estado del Nilo Azul, en Sudán, llevando una cesta de granos recién molidos de un molino de harina recién construido.
“Solíamos caminar largas distancias para moler nuestro grano”, explicó al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de los asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva. “Las mujeres y las niñas enfrentaron acoso en el camino; tuvimos que correr rápido para evitarlo, a menudo derramando la mayor parte de la harina”.
Al igual que muchas aldeas rurales, la suya no está bien conectada con los servicios públicos básicos, y por lo general les corresponde a las mujeres y a los niños caminar kilómetros para llegar a los molinos de harina, a las bombas de agua y a otros lugares donde hacer acopio de artículos esenciales. Para Salma, de 36 años, que llegó a Shanisha para escapar del conflicto que asolaba su ciudad natal de Jartum, la ubicación remota presentó una serie de preocupaciones de seguridad.
“Acompañé a mi hija a moler granos. Es un viaje agotador”, afirmó. “No había molino en nuestro pueblo, así que teníamos que viajar a un pueblo lejano, donde la gente nos acosaba en las calles”.
Las mujeres y las niñas en Sudán están soportando la peor parte de los efectos de la guerra: los viajes a los anhelados refugios son arduos y las madres que cargan a sus hijos enfrentan violencia, coerción, pobreza y hambre.
En muchos lugares, los desplazados comparten las mismas luchas que sus anfitriones: escasez de alimentos y agua potable, acceso casi inexistente a los servicios de salud y tensiones en aumento. La violencia sexual, el acoso, el abuso y la explotación se han vuelto rampantes, tanto en los lugares donde continúan los combates como en las comunidades donde llegan personas desplazadas en busca de seguridad.
Un camino peligroso
A medida que empeoran la situación económica y de seguridad, se hace más difícil el acceso a la asistencia sanitaria y de protección. La ONU estima que 4,2 millones de personas en todo Sudán corren riesgo de sufrir violencia de género a medida que continúa el conflicto y se interrumpe el acceso a la asistencia sanitaria y de protección.
“Solía ir a los molinos y tenía innumerables problemas”, relató Om Kolthom, una mujer de 40 años de Jartum. “Una vez me encontré con seis hombres que me exigieron dinero para poder pasar”.
En lugar de preocuparse por su bienestar a su regreso del molino, las mujeres dijeron que a menudo enfrentaban cuestionamientos y críticas de los miembros de sus respectivas familias. "Hacen preguntas como, '¿Por qué duraste tanto?', o bien ‘¿Cómo perdiste la mitad de la harina?’”, relató la Sra. Ibrahim al UNFPA.
La amenaza de violencia sexual para las mujeres y las niñas en Sudán es generalizada hasta el punto de normalizarse. Hablando con una red de protección comunitaria apoyada por el UNFPA que procura reducir esta exposición al abuso, muchos expresaron la necesidad de colocar los servicios básicos más cerca de las personas que los necesitan, que sean más seguros y más accesibles, y entre estos servicios se cuentan los molinos, para que puedan alimentar a sus familias y proteger su autonomía corporal.
El llamado fue escuchado: el molino es el primero instalado por el UNFPA en Sudán y, hasta ahora, está sirviendo a unas 30.000 personas en Shanisha. Mohamed Lemine, representante del UNFPA en Sudán, aseguró que “Este proyecto es un ejemplo de cómo las mujeres y las niñas impulsan el proceso de planificación de nuestros programas”.
El UNFPA ha emprendido muchos proyectos similares en otros contextos humanitarios, como el de garantizar que los baños en los campamentos de refugiados estén bien iluminados y el de distribuir silbatos y linternas con kits de dignidad que contengan ropa interior y toallas sanitarias.
Para Om Kolthom, la intervención ha sido un alivio. “Con este nuevo molino, podemos enviar incluso a la persona más joven de la familia a moler los granos. Ahora toma menos de 5 minutos".
Programación centrada en las personas
Con suma frecuencia el riesgo de violencia sexual socava la propia capacidad de las mujeres y las niñas de sobrevivir, así como su salud y derechos sexuales y reproductivos, las iniciativas holísticas impulsadas por las sobrevivientes pueden ser clave.
Gracias a socios como la Unión Europea, el UNFPA ha establecido en todo Sudán cinco nuevas redes de protección comunitaria, en los estados de Al-Jazirah, Darfur Occidental, el Mar Rojo y el estado del Norte, y presta apoyo a 167 redes activas en todo el país.
También se han establecido múltiples espacios seguros y clínicas temporales que prestan servicios a mujeres y niñas de comunidades desplazadas y de acogida. Estos espacios ofrecen apoyo especializado y respuesta a la violencia de género, incluidos kits posviolación, asistencia en materia de salud sexual y reproductiva, servicios psicosociales y remisión a atención avanzada.
Desde mediados de abril de 2023, más de 6 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en Sudán debido al conflicto en curso. De entre estas, 4,8 millones son desplazados internos, y más de las tres cuartas partes son mujeres y niñas en edad reproductiva.
A medida que se arraiga la crisis en Sudán, resulta urgente aumentar la financiación y la respuesta para proteger la seguridad y los derechos de las mujeres y las niñas, que son sumamente vulnerables a la violencia y los abusos.