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“No se salva nadie”: La violencia sexual como arma en la crisis humanitaria de Haití

Un hombre y una mujer conversan en un escritorio
Edrish Justilien es psicólogo en el Hospital Petite Place Cazeau, apoyado por el UNFPA, en Puerto Príncipe, la capital de Haití. © UNFPA Haití/Wendy Desert
  • 26 Junio 2024

PUERTO PRÍNCIPE, Haití – “Uno de los mayores problemas es la inseguridad y la violencia física y sexual que conlleva”, explicó Edrish Justilien, de 36 años, psicólogo del Hospital Petite Place Cazeau, en Puerto Príncipe, capital de Haití.

El Dr. Justilien habló con el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de los asuntos de salud sexual y reproductiva, sobre los alarmantes riesgos que enfrentan las mujeres y las niñas en medio de la actual crisis humanitaria del país. “Comúnmente vemos casos de violación, en su mayoría [cometidos] por bandas armadas”.

La violencia extrema en Puerto Príncipe está poniendo especialmente en peligro la vida y la salud de millones de personas . Se calcula que 578.000 personas viven desplazadas dentro del país, obligadas a abandonar sus hogares y corriendo riesgo de muerte, violación, secuestro y condiciones de vida inseguras y hacinadas. Muchas sufren profunda angustia psicológica, con un alarmante aumento de las tendencias suicidas.

Para las mujeres y las niñas, se trata de una batalla que se libra contra sus cuerpos, ya que la violencia sexual es usada por las pandillas como táctica para infundir miedo y tomar el control de barrios enteros. “No se salva nadie: Todos vivimos en alerta”, agregó el Dr. Justilien.

“Personalmente temo que cuando un miembro de mi familia o alguien cercano sale a la calle, algo le sucederá”.

Si bien las denuncias de violaciones y abusos sexuales van en aumento, su número constituye una subrrepresentación de la verdadera escala de estos delitos. “[Las y los sobrevivientes] a menudo no los denuncian, principalmente por miedo a convertirse nuevamente en víctimas”, explicó el Dr. Justilien.

Dado que los servicios de protección y respuesta contra la violencia de género están restringidos o suspendidos en medio de la inseguridad, el UNFPA está apoyando al Hospital Petite Place Cazeau para ayudar a las sobrevivientes, solo alrededor del 3 % de las cuales pueden ser tratadas dentro de las 72 horas posteriores a ser atacadas, según los informes. “Las guiamos y nos aseguramos de que reciban atención integral”, explicó el Dr. Justilien. “Esto incluye apoyo psicológico, anticonceptivos de emergencia, pruebas y tratamiento de infecciones de transmisión sexual”.

Una crisis que afecta a todos

La situación ha cobrado un alto costo no sólo para las personas que han sufrido violencia, sino también para quienes se han dedicado a ayudarlas. “Puede ser emocionalmente muy difícil”, admitió el Dr. Justilien. “La historia de una paciente podría hacer resurgir experiencias que usted o alguien cercano a usted haya tenido.

Una mujer de espalda a la cámara
Fabienne* fue violada repetidamente por pandilleros cuando iba a recoger agua a Puerto Príncipe. © UNFPA Haití/Wendy Desert

“Para apoyar a la gente de manera efectiva, también tienes que cuidarte a ti mismo”.

A través del centro de salud, los pacientes reciben seguimiento continuo para garantizar su recuperación mental y física. “Las citas continuas son fundamentales, ya que gradualmente pueden recuperar su vida”.

Fabienne* es una sobreviviente de violencia sexual y paciente del Dr. Justilien. Después de huir de su casa en Puerto Príncipe, se fue a quedar con su tío en un barrio relativamente más tranquilo.

“Un vecino tenía una cuenca en el patio donde podíamos obtener agua”, contó. “Un día, entré en el patio y encontré a un grupo de personas sentadas allí. Me dijeron que el vecino había dicho que les diera la llave de la casa. Dije que no tenía la llave, que solo tenía acceso para nosotros para conseguir agua en el patio”.

Los hombres eran en realidad miembros de pandillas, y la mantuvieron cautiva y la ataron con una cadena bajo el sol ardiente. “Entonces me golpearon y me violaron”.

Aunque sus atacantes finalmente la liberaron, fue mantenida bajo vigilancia constante. “Vigilaron la casa, pero una noche me las arreglé para irme y llegué al hospital. [Aquí] me cuidaron bien, fue lo mejor que pude haber hecho”.

El asalto al que la sometieron le causó un profundo trauma psicológico y físico. “Antes era una persona alegre y extrovertida. Después me encerré en mí misma, desconfiada de todos. Siempre estoy llorando [...] no fue fácil para mí vivir esta terrible experiencia”. 

“El consejo que les daría a todas las jóvenes que han sufrido abusos es encontrar un lugar para desahogarse, ver a un psicólogo, no tratar de suicidarse para escapar”.

Esperanza de un nuevo futuro

El acceso a la atención de la salud, los servicios sociales y la asistencia psicológica es cada vez más escaso. Muchos hospitales han cerrado o reducido operaciones porque se están quedando sin medicamentos y personal. Menos de la mitad de los centros de salud de Puerto Príncipe son totalmente funcionales, y la mayoría están completamente abrumados.

Personas hacinadas con sus pertenencias en un edificio
Una escuela secundaria en Puerto Príncipe se convirtió en un lugar de desplazamiento, con condiciones de vida peligrosas. © UNFPA Haití/Wendy Desert

El UNFPA proporciona medicamentos y suministros, incluso para la gestión clínica de las violaciones, a 12 centros de salud de la capital y la región circundante, y presta apoyo a tres hospitales en Puerto Príncipe para garantizar servicios esenciales de salud materna. También funcionan clínicas móviles en ocho centros de desplazamiento para apoyar la salud sexual y reproductiva de las mujeres y las niñas, así como líneas telefónicas directas para sobrevivientes de agresión sexual y espacios seguros que brindan apoyo psicológico y médico.

Al referirse a su dedicación a sus compatriotas, el Dr. Justilien agregó: “Hago este trabajo con amor y pasión. Pongo todo de mí mismo, mi vida entera en ello, porque lo que estoy buscando es crear una nueva sociedad, y permitirnos respirar un suspiro de alivio”.

Fabienne confesó que desea unírsele algún día. “Espero que todo cambie para el país; mi sueño es convertirme en médica para poder servir a mis hermanos y hermanas en Haití”.

 

*Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad y protección
 

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