Contra
Mi
Voluntad
Desafiar las prácticas que perjudican a las mujeres y niñas e impiden la igualdad
Práctica nociva
El acto que lesiona y viola el cuerpo de una niña es tan solo el principio de un efecto dominó de sufrimientos
Día tras día, cientos de miles de niñas de todo el mundo son sometidas a prácticas que les causan daños físicos o psicológicos —o ambos— con el conocimiento y el consentimiento plenos de sus familias, amigos y comunidades.
Estas prácticas reducen y limitan su capacidad para participar plenamente en la sociedad y desarrollar todo su potencial. Las consecuencias se propagan por toda la sociedad y apuntalan los mismos estereotipos y la desigualdad de género que motivaron aquellos actos tan perjudiciales.
La mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y la preferencia por los hijos varones son tres prácticas nocivas que se encuentran extendidas.
La pandemia de COVID-19 aumenta los riesgos
El informe del Estado de la Población Mundial 2020 se elaboró durante las fases iniciales de la pandemia.
Aunque existen pocos datos sobre el modo en que la pandemia de COVID-19 en curso está afectando a las prácticas nocivas en todo el mundo, ya sabemos algunas cosas con certeza: En primer lugar, la ejecución de los programas diseñados para acabar con el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina está sufriendo retrasos importantes. En segundo, las perturbaciones económicas relacionadas con la pandemia están aumentando la vulnerabilidad de las niñas ante los mecanismos de adaptación nocivos, que incluyen estas prácticas.
En un análisis realizado conjuntamente por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Avenir Health, la Universidad Johns Hopkins (EE. UU.) y la Universidad de Victoria (Australia) se examinaron las posibles consecuencias de las perturbaciones derivadas de la pandemia en relación con ambas prácticas nocivas. De acuerdo con las previsiones de los investigadores, si la pandemia provoca un retraso de dos años en los programas de prevención de la mutilación genital femenina, se producirán dos millones de casos a lo largo del próximo decenio que de otro modo podrían haberse evitado.
Si la pandemia provoca un retraso medio de 1 año en las intervenciones dirigidas a poner fin al matrimonio infantil, según una estimación a la baja, se prevén alrededor de 7,4 millones más de casos a lo largo de los próximos diez años que de otro modo podrían haberse impedido. Además, según las estimaciones, la recesión económica causada por la pandemia dará pie a unos 5,6 millones más de casos de matrimonio infantil entre 2020 y 2030. Por tanto, se prevé que el efecto total de la pandemia ocasione 13 millones de casos de matrimonio infantil adicionales.
Mutilación genital femenina
Mutiladas, raspadas, suturadas
La mutilación genital femenina es un procedimiento invasivo que conlleva la ablación parcial o total de los genitales externos de la mujer u otras lesiones en los órganos genitales sin causa médica. El procedimiento se practica en la mayoría de los casos en niñas, entre la primera infancia y los 15 años.
200 millones de mujeres y niñas que viven en la actualidad se ven afectadas por la mutilación genital femenina.
MEDICALIZACIÓN
Los proveedores de servicios de salud participan cada vez con más frecuencia en la mutilación genital femenina “medicalizada”, ya que se considera una manera de reducir el daño. Pero, aunque el procedimiento tenga lugar en un entorno esterilizado y lo lleve a cabo un proveedor de servicios de salud, la mutilación genital femenina no puede ser nunca “segura”; siempre existe el riesgo de consecuencias inmediatas y a largo plazo para la salud.
Se calcula que 52 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la mutilación genital femenina por médicos, personal de enfermería y de partería.
En cualquier circunstancia, la mutilación genital femenina constituye una violación de los derechos humanos y la ética médica.
El daño
La mutilación genital femenina vulnera los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas —a la salud, la integridad física, la ausencia de discriminación y a no sufrir un trato cruel o degradante—.
Esta práctica puede provocar lesiones físicas y psicológicas graves que se prologan a lo largo de toda la vida de la mujer.
Puede llegar a matarlas.
4.1 millones
de niñas y mujeres se enfrentan al riesgo de sufrir la mutilación genital femenina este año
Crece la oposición
Conforme más mujeres, niñas, hombres y niños descubren aspectos de la mutilación genital femenina y sus perjuicios, crece la oposición a ella. En los dos últimos decenios, el porcentaje de niñas y mujeres de países con una alta prevalencia que desean su erradicación se ha duplicado.
Matrimonio infantil
Comprometidas, entregadas, comercializadas, vendidas
La escolarización de una niña normalmente acaba en el momento en que la casan. Comienza la maternidad, las oportunidades se evaporan, las puertas del futuro se cierran de golpe.
Esta práctica nociva es impuesta por lo general a las niñas por los miembros de su familia, de su comunidad o de la sociedad en su conjunto, independientemente de si la víctima otorga su consentimiento o es capaz de otorgarlo de forma plena, libre e informada.
El matrimonio infantil está prohibido prácticamente en todo el mundo. Pero cada día se producen 33.000 a escala mundial; la práctica trasciende países, culturas, religiones y grupos étnicos.
Compradas y vendidas
El matrimonio infantil suele tener carácter transaccional, y se casa a las niñas para aliviar una carga o asegurar el compromiso de su cuidado. En el caso de la dote y el pago de una cantidad por la novia, se trata de transacciones financieras y directas.
Las dotes son abonadas por la familia de una novia al novio, en principio, para el mantenimiento de la esposa.
El precio de la novia es abonado por el novio o su familia para “comprarla”
Tales prácticas, las cuales son más habituales entre las personas pobres y con menos formación, se agravan en tiempos de crisis y desplazamientos, refuerzan el matrimonio infantil y contribuyen a su mayor prevalencia, ya que cuanto más joven sea la niña, menor será la dote o mayor el precio de la novia: una mujer más joven o una niña se considera más valiosa, ya que tiene más años por delante para la maternidad y el servicio doméstico.
Si bien estas prácticas han sido prohibidas en la mayoría de países, la aplicación resulta complicada.
El daño
Además de limitar la educación y los ingresos potenciales de una niña, el matrimonio infantil mina su capacidad para tomar decisiones autónomas sobre su cuerpo y su futuro. Las niñas casadas se quedan embarazadas antes, y tienen un número mayor de embarazos, y más seguidos.
El matrimonio infantil, además de truncar la vida de la niña afectada, perpetúa un ciclo de pobreza para su familia y comunidad. Dificulta que se logre contar con mano de obra cualificada y productiva, algo que tiene un efecto directo en la solidez de la economía.
650 millones
de las mujeres que viven en la actualidad se casaron de niñas
Crece la oposición
La evidencia no deja lugar a dudas: cuando se empodera a las niñas para que tomen decisiones informadas sobre el matrimonio, se casan más tarde. Las leyes son un primer paso importante, pero también se necesitan programas que empoderen a las niñas con información sobre sus derechos y eduquen a los progenitores sobre los beneficios de mantener a sus hijas en la escuela.
Preferencia por los hijos varones
Desdeñada, desamparada, anulada
Cuando se valora más a los niños que a las niñas, la presión para dar a luz a un varón es abrumadora. Esta predilección puede llegar a ser tan acusada como para que las parejas no escatimen esfuerzos para que no nazca una niña o, si ya tienen una hija, no se encarguen de su salud y bienestar porque anteponen el de un hijo.
La selección del sexo con sesgo de género: la interrupción de un embarazo si el feto es de sexo femenino, la determinación y la elección del sexo antes de implantar el embrión y la clasificación de espermatozoides para la fecundación in vitro
La selección posnatal del sexo: se mide por el exceso de mortalidad entre las niñas recién nacidas y de corta edad que refleja la discriminación y el abandono continuados de las niñas
La RESTRICCIÓN DE LA FECUNDIDAD:
La preferencia por los hijos varones no es nueva, pero la tendencia a tener familias menos numerosas sí. La mayoría de las mujeres hoy día tienen tres hijos o menos, en consecuencia, la probabilidad de que una pareja no llegue a tener un hijo varón es mayor que nunca.
Esta “restricción de la fecundidad” es más común en los países con políticas de planificación familiar que limitan el tamaño de la familia a uno o dos hijos como máximo.
Se calcula que alrededor de una cuarta parte de los progenitores con dos hijas puede recurrir a la selección del sexo con sesgo de género para no tener una tercera niña.
El daño
La preferencia por los hijos varones es un síntoma de que la desigualdad de género está muy enraizada, lo que perjudica al conjunto de la sociedad.
Esta preferencia también ha provocado un desequilibrio desmedido en el índice de población masculina y femenina. Lo que distorsiona el equilibrio del índice de masculinidad en las poblaciones de los países, hasta tal punto que puede que una gran cantidad de hombres no tenga la posibilidad de encontrar pareja y tener hijos.
Los efectos de tal desequilibrio pueden agravar problemas de violencia de género, entre otros, las violaciones, las relaciones sexuales forzadas, la explotación sexual, la trata de personas y el matrimonio infantil. Todos ellos vulneran los derechos humanos.
140 millones
de mujeres y niñas son consideradas desaparecidas
Crece la oposición
Existe un consenso internacional generalizado acerca de la necesidad de cambio, aunque las medidas más eficaces —incrementar el valor de las niñas y asegurar la igualdad de género— son también las más difíciles de conseguir.
La causa subyacente
La desigualdad de género
Las prácticas nocivas perpetúan la supremacía de los hombres y los niños sobre las mujeres y las niñas al atribuirle menor valor a estas. Pero estos daños no solo refuerzan la subordinación de la mujer, además son herramientas de control de su sexualidad y fecundidad.
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La mutilación genital femenina se basa en la creencia errónea de que mejora la fecundidad, favorece el placer sexual masculino, reprime la sexualidad femenina, mejora la higiene, evita la infidelidad, satisface las demandas de las instituciones religiosas o propicia la aceptación de la comunidad. Tiene por objeto salvaguardar la pureza, el honor y la limpieza de las niñas con el propósito de aumentar sus posibilidades de matrimonio y controlar su sexualidad.
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El matrimonio infantil suele estar motivado por el deseo de preservar la virginidad de la niña para su marido. Muchos progenitores creen que el matrimonio precoz protegerá a sus hijas de la violencia sexual, y así depositan la responsabilidad por la seguridad de su hija en manos del marido y la familia de este. Raras veces se considera la posibilidad de que el marido sea la fuente de la violencia sexual.
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La preferencia por los hijos varones, cuando se manifiesta como selección del sexo con sesgo de género, representa también el ejercicio de las preferencias sociales y familiares en relación con la fecundidad de la mujer.
La mutilación genital femenina se basa en la creencia errónea de que mejora la fecundidad, favorece el placer sexual masculino, reprime la sexualidad femenina, mejora la higiene, evita la infidelidad, satisface las demandas de las instituciones religiosas o propicia la aceptación de la comunidad. Tiene por objeto salvaguardar la pureza, el honor y la limpieza de las niñas con el propósito de aumentar sus posibilidades de matrimonio y controlar su sexualidad.
El matrimonio infantil suele estar motivado por el deseo de preservar la virginidad de la niña para su marido. Muchos progenitores creen que el matrimonio precoz protegerá a sus hijas de la violencia sexual, y así depositan la responsabilidad por la seguridad de su hija en manos del marido y la familia de este. Raras veces se considera la posibilidad de que el marido sea la fuente de la violencia sexual.
La preferencia por los hijos varones, cuando se manifiesta como selección del sexo con sesgo de género, representa también el ejercicio de las preferencias sociales y familiares en relación con la fecundidad de la mujer.
DESAFIANTE
Un mundo libre de daño
Los países y las comunidades pueden tomar medidas concretas para poner fin a las prácticas nocivas.
Los tratados y acuerdos suscritos a lo largo de decenios sostienen de manera inequívoca que estas prácticas constituyen violaciones de los derechos humanos. Los gobiernos, las comunidades y las personas tienen la obligación de ponerles fin.
La aprobación de leyes es importante, pero constituye tan solo un punto de partida. El trabajo con las comunidades más afectadas puede ayudar a prevenir la continuidad de las prácticas nocivas en la sombra. Los planes nacionales de acción pueden reunir a las comunidades, a los líderes locales y religiosos y a los proveedores de servicios médicos, de ese modo asegurar el apoyo y la aceptación de una manera más amplia.
Asimismo, es preciso realizar esfuerzos por cambiar la forma de pensar. Los programas dirigidos al cambio de normas sociales son eficaces para erradicar las prácticas nocivas, pero no se deben centrar solamente en la práctica en sí. Más bien, deben hacer frente a las cuestiones más generales presentes, como, entre otras, la posición subordinada de las mujeres y las niñas, sus derechos humanos, y el modo de mejorar su condición y su acceso a las oportunidades.
Estamos facultados para hacer frente a las fuerzas que perpetúan el dolor y crear un mundo en el que todas y cada una de las mujeres y las niñas tengan la libertad de escribir su propio destino.
Más información
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