Colombia
Partos seguros y empoderadores para las mujeres afrodescendientes en Colombia
Hace más de dos decenios, Shirley Maturana Obregón acudió, con 18 años, a un hospital en Chocó, en la región del Pacífico colombiano, en busca de atención para un caso de gastritis. A pesar de que en ese momento estaba embarazada de nueve meses, Maturana nunca se planteó dar a luz en ese hospital.
“No era el entorno que quería”, relata Maturana al UNFPA. “Deseaba que mi madre estuviera conmigo, y escuché [en el hospital] que iba a estar sola”.
Así que volvió a casa y poco después se puso de parto. Su madre y sus hermanas estuvieron con ella y la apoyaron durante el parto, junto con una partera tradicional con conocimientos ancestrales de la comunidad afrodescendiente de Colombia. “Fue precioso e inolvidable”, confiesa.
Para Maturana, la decisión de dar a luz con una partera tradicional respondió a sus prioridades personales y culturales. Sin embargo, los partos domiciliarios a menudo también reflejan la falta de otras opciones. La población de Chocó ―el 80% de la cual se identifica como afrodescendiente― es desproporcionadamente pobre y sigue estando muy desconectada del sistema sanitario formal de Colombia. Ir al médico puede exigir atravesar terrenos peligrosos y afectados por los conflictos, o suponer un excesivo desembolso económico.
La falta de seguridad en la atención de los partos puede acarrear consecuencias mortales, especialmente para las mujeres y las niñas afrodescendientes. En Colombia, el riesgo de muerte durante el embarazo y el parto para las mujeres y niñas afrodescendientes duplica con creces el de las mujeres no afrodescendientes. Sin embargo, al intentar mejorar los resultados de salud materna, el sistema sanitario colombiano en ocasiones ha ignorado a las parteras tradicionales y los valores culturales que representan.
A menudo se ha ridiculizado a las parteras tradicionales y se las ha tildado de brujas y curanderas, o se las ha tachado de ser poco higiénicas y profesionales. Históricamente, las leyes colombianas han exigido que toda persona que atienda un parto esté autorizada oficialmente por una institución médica. Estas normas han contribuido a borrar la labor de las parteras tradicionales y a aislarlas del sistema médico. No obstante, a lo largo de la costa pacífica colombiana, las parteras tradicionales son, a menudo, las únicas proveedoras de servicios de salud disponibles. De acuerdo con las estadísticas nacionales, en 2021, todos los partos en un pueblo de Chocó contaron con el apoyo de una partera tradicional (DANE y UNFPA, 2023).
“Los médicos nos tratan como si todo [lo que hacemos] fuera sucio”, declara la partera tradicional Francisca Córdoba, más conocida como Pacha Pasmo. “Como les he dicho a varios médicos, ‘puede que ustedes tengan cinco años de experiencia, pero no tienen mi experiencia: yo empecé a atender partos antes de que ustedes nacieran’”.
Sin embargo, una nueva iniciativa está estrechando los lazos entre los trabajadores sanitarios y las parteras tradicionales. En 2020, se puso en marcha el proyecto Partera Vital, cuyo objetivo es validar el trabajo a menudo invisible de las parteras tradicionales en la prestación de una atención dotada de connotaciones culturales a mujeres embarazadas y puérperas, al tiempo que se les proporcionan herramientas y competencias para prestar servicios a sus comunidades en condiciones de seguridad y en consonancia con el sistema médico formal.
A través de Partera Vital, el organismo nacional de estadística de Colombia colaboró con el UNFPA y las asociaciones locales de parteras tradicionales para modificar las normas que les prohíben registrar a los recién nacidos. Las parteras tradicionales recibieron acceso a una aplicación móvil que les permitía inscribir los nacimientos en el registro nacional. Además, participaron en sesiones de capacitación destinadas a mejorar la detección de riesgos durante el embarazo y el parto.
El proyecto se puso en marcha en Chocó con 30 parteras tradicionales, que recibieron, además, básculas para pesar a los recién nacidos, kits de parto seguro con artículos como sábanas limpias y guantes, así como tensiómetros, que pueden ayudarlas a advertir complicaciones del embarazo potencialmente mortales. “Si una partera tradicional ve que una embarazada tiene la tensión alta, la deriva de inmediato”, asegura Pacha.
The project’s impact was immediately clear during the COVID-19 pandemic in 2020, when statistics showed 34 per cent of births in Chocó were supported by parteras – nearly 50 per cent more than had been recorded in the previous year. Parteras petitioned the Government to be recognized as essential workers amid the crisis, a change that led to parteras receiving resources and equipment to care for their communities. Most recently, UNESCO, the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, designated midwifery in Colombia and other countries an integral part of humanity’s intangible cultural heritage.
La implantación del proyecto Partera Vital en Chocó vino acompañada de un avance significativo para la región: la reducción de la mortalidad materna. “Todavía no sabemos hasta qué punto el empoderamiento de las parteras ha desempeñado un papel en las iniciativas nacionales encaminadas a reducir la mortalidad materna en Chocó, pero estos fallecimientos se redujeron en casi un 40% en 2023”, afirma José Luis Wilches Gutiérrez, Asesor de Salud Sexual y Reproductiva del UNFPA Colombia.
Después de dar a luz con la asistencia de una partera tradicional, Maturana decidió convertirse en una de ellas. “Las personas a las que atendemos quieren vivir la experiencia de tener a sus hijos con la asistencia de una partera tradicional porque las ayudamos a dar a luz de la forma que desean”, explica. “Estamos con ellas y hacemos realidad sus sueños”.
Ilustraciones
Los tejidos desdibujan la frontera entre arte y funcionalidad, practicidad y belleza. Los movimientos de mujeres han utilizado tradicionalmente los tejidos para llamar la atención sobre toda una serie de cuestiones que abarcan desde la autoestima corporal hasta la justicia reproductiva y el racismo sistémico. Tanto las artistas contemporáneas como los colectivos textiles dirigidos por mujeres mantienen viva esta tradición creando obras de arte que reflejan sus entornos y tradiciones locales. El arte textil sigue ofreciendo a las mujeres de todo el mundo un medio para conectar con las generaciones de mujeres precedentes y futuras de sus familias y comunidades, tal y como lo ha hecho durante miles de años.
Queremos transmitir nuestro agradecimiento a las siguientes artistas textiles que han contribuido a las obras artísticas que aparecen en este informe:
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Nneka Jones
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Rosie James
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Bayombe Endani, representada por The Advocacy Project
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Woza Moya
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Tally Assuit Women’s Collective, representado por International Folk Art Market
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Pankaja Sethi