República de Türkiye
Cuando las crisis interrumpen la atención de su salud, los miembros de la comunidad subsanan las deficiencias
Duha, una madre soltera de 28 años, era una refugiada de la guerra de la República Árabe Siria que vivía en la provincia turca de Hatay cuando se produjeron dos fuertes terremotos en febrero de 2023. La catástrofe les obligó a ella y a sus tres hijos pequeños a abandonar su vivienda precaria, y ahora viven en una tienda de campaña improvisada.
Duha se quedó embarazada poco después de la crisis y durante meses sufrió una dolorosa infección urinaria. Según cuenta, se trata de una dolencia habitual entre los supervivientes del terremoto, debido a las condiciones insalubres de los lavabos. “La falta de agua limpia desató muchos tipos de infecciones”
La imposibilidad de acceder a servicios de atención de la salud fue una de sus mayores preocupaciones. La normativa turca permite a los refugiados sirios registrados con estatus de protección temporal visitar centros de salud para familias y migrantes de forma gratuita. Pero en Hatay, que se encuentra próxima al epicentro de los seísmos, muchos servicios quedaron inoperativos y otros estuvieron al borde del colapso ante el aumento de la demanda.
Afortunadamente, Duha pudo ser atendida por la Dra. Eda Gülüm, una médica que trabaja con HASUDER, la Asociación Turca de Especialistas en Salud Pública, cuyos miembros han visitado asiduamente a las mujeres y las niñas de las zonas afectadas por los terremotos.
Las unidades móviles de HASUDER, que reciben el apoyo del UNFPA, ofrecen consultas prenatales y posnatales, así como asesoramiento de planificación familiar y tratamiento de afecciones comunes como la cistitis, la vaginitis e infecciones del tracto urinario. También imparten sesiones grupales informativas de concienciación sobre el cáncer de mama, higiene personal, planificación familiar y prevención de infecciones de transmisión sexual.
“Le hicimos una exploración abdominal y comprobamos sus constantes vitales”, explica la Dra. Gülüm. “Además, nos aseguramos de que no faltara a sus visitas prenatales rutinarias y le proporcionamos un ‘kit de maternidad’ con ropa de bebé, una manta y artículos de aseo”.
Después, Duha empezó a ayudar a otras mujeres que necesitaban atención. “Duha hablaba turco y estaba muy dispuesta a ayudar al personal sanitario a comunicarse con más mujeres; se ponía en contacto con médicos y ginecólogos cada vez que una mujer de su barrio los necesitaba”, afirma la Dra. Gülüm.
El derecho humano a la salud está recogido en numerosos acuerdos internacionales. Sin embargo, a menudo se ve amenazado o vulnerado en situaciones de desplazamiento, conflicto y otras crisis. Estos acontecimientos pueden poner en peligro los sistemas de salud existentes, desplazar a poblaciones de pacientes y provocar que las respuestas de emergencia no den prioridad a los servicios de salud sexual y reproductiva. Y las consecuencias de estas perturbaciones recaen desproporcionadamente sobre las mujeres y las niñas.
La Dra. Gülüm y HASUDER tratan de colmar estas lagunas. La Dra. Gülüm habla árabe, inglés y también turco. Desde agosto de 2023, atiende a las comunidades afectadas por los terremotos, normalmente entre 10 y 30 mujeres al día. Con la unidad móvil, puede llegar a visitar hasta 80 mujeres en un día.
“El hospital más cercano está a unos 20 minutos en coche”, explica. “A falta de transporte público en la zona, la unidad móvil también asiste a pacientes con necesidades urgentes”.
Esta fue la situación en la que se encontró Rama (nombre ficticio), una mujer procedente de la República Árabe Siria de 22 años que también vive en una tienda de campaña desde el terremoto. Rama acudió a HASUDER cuando se dio cuenta de que había sufrido un aborto en la etapa inicial de su embarazo, lo que le provocó una sepsis que puso en riesgo su vida. Gracias al equipo móvil, pudo llegar a un hospital en el que recibió tratamiento. Unos días más tarde, llamó por teléfono al equipo móvil para decirles: “Solo quería que supierais que estoy bien”.
El desplazamiento y la falta de acceso a los servicios sanitarios básicos también plantean riesgos críticos para quienes no tienen intención de quedarse embarazadas. “Las enfermedades que veo con más frecuencia son infecciones de transmisión sexual e infecciones del tracto urinario, y llegan muchos casos de embarazos no intencionales”, dice Ceylan Güzey, enfermera y capacitadora sanitaria de la Youth Approaches to Health Association (Y-Peer Türkiye), una asociación de Hatay que recibe apoyo del UNFPA. “También imparto sesiones de capacitación y sensibilización sobre estos temas y sobre planificación familiar”.
Güzey lleva trabajando desde mayo de 2023 principalmente con personas desplazadas por la catástrofe y relata que, a menudo, el equipo móvil descubre problemas subyacentes. Cuando el personal distribuye los kits de maternidad a veces detecta infecciones de transmisión sexual no tratadas y casos de violencia o coacción.
“Hemos visto aumentar los embarazos precoces y no intencionales desde la crisis, así como las denuncias de abusos sexuales, coacción y trata. El aumento de estos casos ha sido muy evidente”.
Con el objetivo de hacer frente a la incidencia de embarazos no intencionales, ahora Güzey tiene mucho más contacto que antes con los hombres. “Trabajo sobre todo con las mujeres, pero cada vez son más quienes buscan asesoramiento en pareja. Sin embargo, es poco frecuente; normalmente los hombres no quieren pedir anticonceptivos”.
Si bien la interrupción de los servicios está teniendo consecuencias perjudiciales, Güzey ha descubierto que, sorprendentemente, llevar el apoyo directamente a las personas desplazadas supone una gran ventaja. “Antes del terremoto, la labor en torno a la salud sexual y reproductiva estaba más oculta, era una especie de secreto. Ahora los hombres entienden mejor estas cuestiones. Antes pensaban que, de alguna forma, los anticonceptivos eran una amenaza para ellos, y parece que esa sensación se ha rebajado”.
Ilustraciones
Los tejidos desdibujan la frontera entre arte y funcionalidad, practicidad y belleza. Los movimientos de mujeres han utilizado tradicionalmente los tejidos para llamar la atención sobre toda una serie de cuestiones que abarcan desde la autoestima corporal hasta la justicia reproductiva y el racismo sistémico. Tanto las artistas contemporáneas como los colectivos textiles dirigidos por mujeres mantienen viva esta tradición creando obras de arte que reflejan sus entornos y tradiciones locales. El arte textil sigue ofreciendo a las mujeres de todo el mundo un medio para conectar con las generaciones de mujeres precedentes y futuras de sus familias y comunidades, tal y como lo ha hecho durante miles de años.
Queremos transmitir nuestro agradecimiento a las siguientes artistas textiles que han contribuido a las obras artísticas que aparecen en este informe:
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Nneka Jones
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Rosie James
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Bayombe Endani, representada por The Advocacy Project
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Woza Moya
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Tally Assuit Women’s Collective, representado por International Folk Art Market
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Pankaja Sethi