En un mundo azotado por conflictos y crisis climáticas, las mujeres y las niñas pagan un precio alto.
Cuando deben abandonar sus hogares en busca de seguridad, las mujeres y las niñas enfrentan crecientes amenazas de violencia. El desplazamiento aumenta su vulnerabilidad a las agresiones sexuales y físicas, la violación, el matrimonio infantil y forzado y muchas otras formas de explotación y abuso. De hecho, el 70 % de las mujeres son víctimas de violencia de género en las zonas de crisis.
Con esto en mente, nuestro tema para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer este año es #Desarraigadas: Resiliencia en medio de las crisis. Nuestro objetivo: llamar la atención sobre los crecientes riesgos de violencia de género que enfrentan las mujeres y niñas desplazadas, y hacer un llamamiento a la comunidad internacional para que dé prioridad y proporcione los fondos necesarios para su protección.
En tiempos de crisis, las mujeres a menudo se ven obligadas a huir solas o con sus hijos, a emprender viajes peligrosos y a hacer frente a condiciones de vida precarias. Si cuentan con alojamiento, estos suelen ser temporales, estar abarrotados y, con suma frecuencia, son inseguros. La explotación y el abuso sexuales aumentan a medida que las mujeres son despojadas de sus redes de relaciones y de seguridad. Algunas recurren a mecanismos perjudiciales para sobrevivir, como la prestación de servicios sexuales a cambio de alimentos, dinero o paso seguro.
Entretanto, en momentos en que las necesidades de las mujeres y las niñas son mayores, disminuyen el acceso a los servicios y el apoyo. El desplazamiento perturba las estructuras de salud y protección, quiebra los sistemas de apoyo comunitario y separa a las familias. Para las sobrevivientes de violencia de género, el impacto sobre su salud física y mental es inconmensurable.
Además, la violencia de género es un delito muy poco denunciado y menos investigado, perpetuado por un ciclo de impunidad que beneficia a los abusadores. Esto fomenta un ambiente de miedo y estigma, obstaculiza la curación de las sobrevivientes y les niega el derecho de acceso a la justicia y el apoyo.
A pesar de los graves y a veces fatales efectos de la violencia de género, todavía no se le da prioridad con la suficiente urgencia en medio de la crisis. Los servicios críticos para las sobrevivientes, incluidas la atención médica de emergencia, el apoyo psicosocial y los refugios seguros, deben financiarse y colocarse en el centro de todas las respuestas humanitarias. Además, las mujeres y niñas desplazadas y las sobrevivientes de violencia de género deben participar desde el principio en la planificación de la respuesta, ya que tienen claras las medidas de prevención y protección de la salud que necesitan.
Si bien el UNFPA y sus asociados están prestando apoyo esencial a las sobrevivientes de violencia de género desplazadas en todo el mundo, para erradicar la violencia de género en todas partes se necesitan mayores compromisos y coordinación internacionales, incluidas una financiación adecuada y una mayor voluntad política.
