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“Hay gente dispuesta a escuchar”: Los censores van más allá en la tarea de contar a las personas tal como son

Una mujer sentada en una ambulancia.
Alejandra Alarcón Soliz, supervisora del censo, ayudó a una mujer en labor de parto a obtener atención en medio del censo nacional. UNFPA Bolivia / Alejandra Alarcón Soliz
  • 10 Julio 2024

LA PAZ, Bolivia; CHIȘINĂU, República de Moldova; Ciudad Ho Chi Minh, Viet Nam – Eran las 8:30 a.m. del 23 de marzo de 2024, el día en que 860.000 voluntarios realizarían el censo nacional de Bolivia. En el área de Río Seco, en La Paz, la capital del país, no había nadie en la calle, pues a todos se les había pedido que se quedaran en casa y para ser contados.

Pero Alejandra Alarcón Soliz, supervisora del censo de la zona, vio a una mujer acercarse. “Tomando en cuenta las restricciones, le dije que no podía ir por la calle porque estaba prohibido”, recuerda la Sra. Alarcón Soliz, pero la mujer tenía una muy buena razón para romper las reglas: su hija estaba a punto de dar a luz. “De inmediato fui con la mujer a su casa, y mientras íbamos en camino, llamé para pedir una ambulancia en que transportar rápidamente a su hija”, relató al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo las cuestiones de salud sexual y reproductiva.

El trabajo de un encuestador del censo ( que consiste en contar personas) suena simple, pero puede ser un proceso decididamente complicado. Los recolectores de datos a veces deben transformarse en solucionadores de problemas tecnológicos, confidentes y maestros, responsables de educar y crear confianza entre sus comunidades. Aprenda más acerca de todos los esfuerzos que realizan.

Una inmersión digital en la República de Moldavia

Una mujer sostiene una tableta y entrevista a otra mujer.
La presidenta Maia Sandu es entrevistada en su casa por Raisa Pușcașu, recolectora de datos del censo. © UNFPA Moldavia

Raisa Pușcașu soñó una vez con trabajar en el censo moldavo. “Recuerdo cuando era niña cómo los censores venían [a nuestro] hogar y me imaginaba a mí misma en su papel años después”, afirmó la mujer de 35 años de Chișinău al UNFPA.

Esto se hizo realidad este año, cuando la Sra. Pușcașu se formó como recolectora de datos del censo del país. Al hacerlo, asumió una tarea que las herramientas modernas hicieron más fácil que nunca. En lugar de escribir las respuestas en papel, los censuradores utilizan ahora tabletas; el UNFPA y la Unión Europea proporcionaron casi 3.000 a la Oficina Nacional de Estadística. “Se hace todo en mucho menos tiempo”, afirmó. “Es mucho más conveniente”.

No obstante, otras fases del trabajo no son tan fáciles, especialmente cuando las personas que la Sra. Pușcașu debe entrevistar se niegan a abrir sus puertas. A veces se ve obligada a regresar a la misma casa varias veces para contar a todas las personas.

“Hay muchas personas que tienen temores, que están totalmente desinformadas”, dijo. “Tratamos de explicarles el propósito del censo, y la mayoría de las veces logramos llegar a un consenso y conseguir que se registren”.

La mayoría está contenta de ser contada, como la presidenta moldava, Maia Sandu. “Tuve el honor de conocerla y ‘contarla’; fue muy abierta y receptiva”, relató la Sra. Pușcașu.

Prestar el oído y entibiar el corazón en Viet Nam

Primer plano de una mujer.
Vu Thi Xuan trabajó como recolectora de datos en los estudios nacionales sobre la violencia contra las mujeres en Viet Nam en 2010 y 2019. © UNFPA Viet Nam

Vu Thi Xuan fue un recolectora de datos en dos estudios nacionales sobre la prevalencia de la violencia contra las mujeres en Viet Nam. Antes de la primera encuesta, había sido capacitada sobre maneras de alentar a las entrevistadas a abrirse y hablar sobre un tema que a menudo se considera tabú. Sus conversaciones con mujeres se llevaron a cabo en lugares públicos y seguros, y las herramientas tecnológicas, como las tabletas, permitieron a las encuestadas responder preguntas sensibles, como las relacionadas con el abuso sexual infantil, sin decir una palabra.

Muchas mujeres se abrieron a la Sra. Xuan sobre cosas que nunca habían compartido con nadie más. “Una niña de 17 años había sido abusada sexualmente por su padre”, reveló al UNFPA en 2021. “Estalló en lágrimas cuando me contó su historia, pues había sufrido sola sin atreverse a contárselo a nadie”.

Casi dos tercios de las mujeres de Viet Nam informan haber sufrido violencia de género por parte de su pareja. Antes de la encuesta, la mitad nunca había hablado sobre la violencia y más de nueve de cada diez no buscaban ayuda oficial.

Sin embargo, después de que las mujeres compartieran sus historias, las recolectoras de datos, como la Sra. Xuan, pudieron ofrecer algo más que solidaridad, ya que habían sido capacitadas para ofrecer a las sobrevivientes una lista de servicios de apoyo gratuitos y disponibles localmente, así como líneas directas de emergencia. “Cuando le di la lista, se sintió reconfortada de que había personas dispuestas a escucharla y apoyarla cuando fuera necesario”, explicó la Sra. Xuan. “Ella no quería que la conversación terminara”.

“Hice mi parte”

De vuelta en Bolivia, la rápida acción de la Sra. Alarcón Soliz aseguró que la hija de la mujer fuera transportada a un centro de salud; su nieto nació a la 1:45 p.m. del día del censo. Tanto la madre como el bebé estaban bien.

Mientras tanto, la Sra. Alarcón Soliz se sintió muy contenta de haber podido ayudar a una madre y a su familia. La madre soltera de dos hijos se sintió satisfecha y declaró: “Hice mi parte para que una madre pudiera dar a luz bajo condiciones que garantizaran su seguridad”.

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