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5 maneras en las que el mundo está cambiando su visión sobre la menstruación
- 26 de mayo de 2022
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SELOKOLELA, Botsuana/NACIONES UNIDAS, Nueva York – «La menstruación todavía se considera un secreto del que casi nunca se habla”, asegura al UNFPA Ogaufi Moisakamo, en Botsuana. «Cuando tuve mi primer periodo, tuve también vergüenza de contárselo a mi madre. Y cuando finalmente se lo conté, ella solo me advirtió de que no jugase con los niños porque me "quedaría embarazada"».
Según ha averiguado el UNFPA, esta experiencia es demasiado frecuente. Suele ser tema de cuchicheos y vergüenza, no solo dentro de las familias y escuelas, sino también en las altas esferas del poder: no hace tanto tiempo, la menstruación se consideraba tan tabú que prácticamente no se mencionaba en el mundo de la diplomacia y del desarrollo.
Incluso en los últimos 30 años, a pesar de que los expertos en asuntos humanitarios y desarrollo internacional comenzaron a preocuparse por el agua, las instalaciones sanitarias y la higiene como factores esenciales para los derechos humanos y la dignidad —trabajo que incluye necesariamente temas tan poco delicados como los inodoros, las aguas residuales y la eliminación de residuos— la menstruación normalmente ha estado ausente de la conversación.
Pero todo esto está cambiando.
Durante la última década se ha producido un gran cambio en cómo los defensores hablan sobre la menstruación. Se niegan a tratar el tema con timidez o vergüenza. Dejan claro que la menstruación no es solo una cuestión de salud, higiene y dignidad, sino también un asunto de igualdad de género y derechos humanos. Reivindican sin reservas que todas las personas adolescentes y adultas tengan acceso a la escuela y al empleo y a productos menstruales seguros, asequibles y adecuados.
En 2014, el 28 de mayo, la comunidad internacional estableció el primer Día de la Higiene Menstrual, cuya reivindicación no ha hecho más crecer a lo largo del tiempo. Este año, el UNFPA destaca el progreso que se ha venido haciendo, los tabúes que se han roto, el aumento de conciencia y los esfuerzos realizados para cubrir las necesidades y garantizar la salud, dignidad y derechos de aquellas personas que menstrúan en todo el mundo.
En los últimos años el asunto de la menstruación se ha abordado cada vez más en las Naciones Unidas. En diciembre de 2019, la Asamblea General de la ONU reconoció expresamente la desatención del tema de la gestión de la higiene menstrual en escuelas, centros de trabajo, centros de salud y servicios públicos, con efectos negativos sobre la igualdad de género y los derechos humanos (entre los que se encuentran el derecho a la educación y el derecho a disfrutar de los mayores niveles posibles de salud física y mental).
Más recientemente, en julio del pasado año, un organismo intergubernamental de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos, adoptó por consenso la primera resolución sobre la cuestión de la “Gestión de la Higiene Menstrual, Derechos Humanos e Igualdad de Género”. Esta resolución incide en cuestiones como la vergüenza, el tabú, el estigma, las ideas equivocadas, los mitos y la exclusión que suele ser consecuencia de una escasez de información, servicios de salud, productos menstruales e infraestructuras sanitarias; la resolución, además, reclama la intervención del Consejo de Derechos Humanos en esta materia.
En junio se convocará un panel para abordar la cuestión.
Hace diez años, había en general poca conciencia pública acerca de las consecuencias económicas, sociales, sobre la salud pública y sobre los derechos humanos debido al estigma de la menstruación. Pero desde 2014, el término «pobreza del periodo» —el aumento de la vulnerabilidad económica debido al coste de los productos menstruales, a la gestión del dolor y a otras cuestiones relacionadas con la menstruación— ha ganado adherencia en la conciencia pública.
Actualmente, los políticos abordan sin vergüenza estas cuestiones en ministerios, parlamentos y juzgados. India, Kenia y Sudáfrica, por ejemplo, han adoptado políticas y estrategias para garantizar que los adolescentes aprenden sobre la menstruación y la higiene menstrual, para desestigmatizar la cuestión y para financiar el acceso a productos menstruales de calidad. Australia, Canadá, Alemania, India, Irlanda, Kenia y otros países han reducido o eliminado los impuestos sobre productos menstruales. Y algunos países están incluso implementando bajas menstruales pagadas para aquellas personas que experimentan periodos dolorosos o incapacitantes.
El tabú y el silencio que rodean la menstruación contribuyen al escaso conocimiento sobre el papel que juega la baja calidad de los productos menstruales y la vulnerabilidad en las infecciones urogenitales. Pero el problema no reside únicamente en la falta de investigación de calidad, sino también en las incoherencias en los estándares de los productos.
En los últimos años, los gobiernos, organizaciones y expertos en productos menstruales han comenzado a presionar para obtener unos mejores estándares de calidad. Por ejemplo, grupos como la Coalición para el Suministro de Material de Salud Reproductiva han desarrollado requisitos de calidad para toallas menstruales desechables, toallas menstruales reutilizables, copas menstruales y tampones.
Sencillamente, los productos no son suficientes, según han averiguado defensores e investigadores. En algunos contextos, por ejemplo, suministrar productos menstruales gratuitos no mejora la accesibilidad porque, para empezar, a los miembros de la comunidad les incomoda profundamente incluso hablar de la menstruación.
Cuando Kenathata Moisakamo —la hermana pequeña de Ogaufi, en Botsuana— comenzó a menstruar, lo mantuvo en secreto. Temerosa de ser ridiculizada, abandonó la escuela. Afortunadamente, Ogaufi sabía por propia experiencia qué sucedía y sentó a su hermana pequeña para explicarle que la menstruación no era algo de lo que avergonzarse.
Posteriormente, Kenathata comenzó a recibir educación sexual integral a través de un programa de juventud del UNFPA. En las lecciones le explicaron cómo funciona su cuerpo y también le enseñaron a hablar sobre la menstruación y otras cuestiones de salud reproductiva sin sentir miedo o vergüenza.
Es fundamental atajar la información errónea y eliminar la vergüenza, no solo para mejorar la salud menstrual, sino también para empoderar a las personas jóvenes y que se defiendan en todas las áreas de la salud y derechos reproductivos y sexuales. «Ahora que comprendo... los métodos anticonceptivos, la menstruación y el embarazo en la adolescencia, comparto con orgullo estos conocimientos con mis compañeras y primas que no forman parte del programa», Kenathata explicó al UNFPA.
El UNFPA trabaja con organizaciones y asociados en todo el mundo para mejorar la información sin estigma sobre salud sexual y reproductiva, incluyendo la menstruación, y para empoderar a las personas jóvenes para que defiendan su salud y sus derechos.
Son los defensores jóvenes los que, en gran medida, están impulsando el cambio. «En las reuniones con personas jóvenes me di cuenta de que están listas para romper el tabú sobre la menstruación», afirma Laura Bas, la nueva Embajadora de la Juventud para la Salud y los Derechos Sexuales y Reproductivos, la Igualdad de Género y la Autonomía Corporal en el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos.
En su trabajo, Bas dialoga con jóvenes líderes de todo el mundo: «Las personas jóvenes están repletas de ideas creativas para normalizar hablar sobre la menstruación. Jóvenes de Sudán del Sur me contaron que querían crear redes de compañeras en los centros de educación secundaria, en las que las chicas mayores enseñaran a las más jóvenes todo lo que necesitan saber sobre la menstruación».
Otras personas jóvenes, como Viwe Goboza, en Sudáfrica, se hacen cargo tanto de la cuestión estigmatizada de la menstruación, como de las necesidades desatendidas de las personas LGBTIQ+, y hace hincapié en las necesidades menstruales de las personas transgénero y no binarias.
La Red Africana de Jóvenes y Adolescentes (AfriYAN, por sus siglas en inglés) está llevando a cabo un buen número de iniciativas dirigidas a los jóvenes para mejorar la información sobre la menstruación, exigir un mejor estado del agua y de las instalaciones sanitarias en las escuelas e integrar la salud e higiene menstrual en la planificación en situaciones de crisis. Y eso no es todo.
«Como personas jóvenes, nos comprometemos a seguir presionando para que más chicas jóvenes puedan tener acceso [a productos e instalaciones de calidad] y comprender su salud menstrual… para que podamos tener el África que queremos», declara Lorence Kabasele, Presidenta de AfriYAN.