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5 maneras en que la MGF perjudica la salud de mujeres y niñas
- 20 de mayo de 2019
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NACIONES UNIDAS, Nueva York - "He conocido a muchas mujeres que han sufrido enormemente durante el trabajo de parto", afirmó la Dra. Kenza Aden, médica generalista en Djibouti. Esto ocurre porque la mayoría de sus pacientes, al igual que alrededor del 78 % de las niñas y mujeres de 15 a 49 años en Djibouti han sido sometidas a la mutilación genital femenina (MGF).
"He visto incluso mujeres sangrar hasta morir, y por eso me asusta casarme y tener hijos", admitió.
La Dra. Aden es también sobreviviente de la MGF, la práctica de eliminar parcial o totalmente los órganos genitales femeninos externos, o de causar lesiones en los órganos genitales femeninos por motivos ajenos a la medicina. La práctica, que tiene lugar en todo el mundo y afecta a 200 millones de mujeres y niñas vivas hoy, es una manifestación de la desigualdad de género profundamente arraigada.
Todas las mujeres y las niñas tienen derecho al disfrute del más alto nivel de salud. A aquellas que son sometidas a la MGF se les niega este derecho fundamental, junto con la gama de otros derechos humanos que la MGF viola.
La MGF causa daños múltiples a la salud de niñas y mujeres.
Cuando se mutila a las niñas, corren riesgo inmediato de hemorragia, conmoción, lesiones graves, una gama de infecciones, e incluso la muerte, cuando la hemorragia o infección son especialmente graves.
Rhobi Samwelly, activista de los derechos humanos de Tanzania, que fue mutilada a los 13 años, recuerda haber sangrado tan profusamente que perdió el conocimiento durante tanto tiempo que todos pensaron que iba a morir.
"Estuve inconsciente durante tres horas", recordó. "Oí a una mujer decir, 'no estoy segura de que su cerebro despertará correctamente'". El año anterior, una amiga Rhobi había muerto desangrada después de ser sometida a la MGF.
La infección y el tétanos amenazan la vida de las niñas cuando se usan instrumentos de corte oxidados o no esterilizados, con riesgo particularmente elevado si el mismo instrumento se usa para mutilar a varias niñas, como es el caso en algunos contextos.
En algunos lugares, la MGF pueden ser realizada por proveedores de atención médica: trabajadores comunitarios de la salud, parteras, enfermeras o médicos. Incluso puede ofrecerse a los nuevos padres como parte de un paquete normal de atención para recién nacidas.
El UNFPA estima que una de cada cinco niñas sometidas a mutilación genital femenina fueron mutiladas por proveedores de atención médica capacitados y, en algunos países, el número alcanza más de tres de cada cuatro. La MGF medicalizada es más común en Sudán, donde las parteras son las principales profesionales de la salud, y en Egipto, donde por lo general la realizan médicos. Y en siete de ocho países donde más del diez por ciento de las niñas sometidas a la MGF son mutiladas por proveedores de atención médica, la medicalización de la MGF está en aumento.
La medicalización de la MGF podría garantizar un entorno estéril o el uso de la anestesia, como bien podría no garantizarlo. Sin embargo, eso no significa que sea segura o beneficiosa para las niñas. Sigue siendo una grave lesión con un sinnúmero de graves riesgos para la salud a corto y a largo plazo, y no tiene justificación médica.
Los profesionales de la salud que realizan la MGF violan los derechos de niñas y mujeres, y les hacen daño, contraviniendo así los principios fundamentales de la ética médica.
Entretanto, la autoridad, el poder y el respeto que se les profesa a los médicos significa que la medicalización puede perpetuar esta violación de los derechos humanos al otorgar a la MGF un falso sentido de seguridad o de legitimidad.
Las niñas y las mujeres que se someten a la MGF a menudo presentan consecuencias a largo plazo para la salud que incluyen cicatrices, quistes, abscesos y otros daños en los tejidos, infertilidad y aumento de la susceptibilidad a las infecciones. También pueden presentar dificultad y dolor al menstruar, orinar o tener relaciones sexuales.
Las mujeres que han sido sometidas a la infibulación (cuando se cortan y se cosen los labios mayores para reducir drásticamente la apertura vaginal) tienen que ser nuevamente mutiladas para activar el coito y el parto. Y algunas que han sufrido retención urinaria, un efecto secundario común de la infibulación, han comparado el insoportable dolor que sienten cada vez que orinan con la sensación de sal frotada en una herida abierta.
La MGF puede provocar complicaciones de parto graves y potencialmente mortales. El tejido cicatricial podría no estirar lo suficiente como para dar cabida a un recién nacido, con lo cual el parto se hace aún más doloroso de lo habitual, y hace que sea más probable que la mujer necesite una cesárea u otras intervenciones de emergencia. El riesgo de fístula obstétrica, resultado de un trabajo de parto prolongado y obstruido sin intervención médica oportuna, es también mayor.
Las mujeres sometidas a la infibulación, cuyas cicatrices hay que cortar para permitir las relaciones sexuales, y de nuevo para dar a luz, enfrentan mayores riesgos de parto obstruido y prolongado. Esto puede causar la debilitante fístula obstétrica y pone a la madre y a la criatura en riesgo de muerte.
Varios de los países con una alta prevalencia de MGF también tienen algunas de las tasas más altas de mortalidad materna en el mundo.
El impacto psicológico de la MGF puede ser devastador y duradero.
Las niñas pueden sentirse profundamente traicionadas por padres que insisten en someterlas a la mutilación genital femenina. "Sentí tanto rencor hacia mi madre", asegura la Dra. Aden al recordar su experiencia de la mutilación a los 6 años. "Nadie me dijo nada. Me mutilaron; una parte de mí... me sentí traicionada".
En las niñas pequeñas, esa pérdida de confianza puede conducir a problemas de comportamiento además del dolor psicológico. En la medida en que las niñas crecen y se casan, la disfunción sexual causada por la MGF puede agregar tensión en sus matrimonios.
Y a largo plazo, la MGF puede dejar graves trastornos psicológicos. Las niñas y las mujeres que han sido mutiladas pueden sufrir ansiedad, depresión, pérdida de la memoria, trastornos del sueño y trastorno por estrés postraumático (TEPT).
Después de su narración del dolor y el trauma que sufrió cuando la cortaron en su noche de bodas, y nuevamente cuando dio a luz, Malika, de la región de Afar, en Etiopía, lo explicó de este modo: "Ahora estoy muerta".
La experiencia de Malika la llevó a decidir no someter a su hija a la MGF. Se proyecta que 68 millones de niñas siguen en riesgo de MGF entre 2015 y 2030.
En noviembre de este año, la comunidad mundial se reunirá en la Cumbre de Nairobi sobre la CIPD25 para acelerar los esfuerzos orientados a impulsar el avance del desarrollo sostenible mediante la promoción de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Poner fin a la MGF y otras prácticas nocivas que menoscaban la salud y los derechos de las mujeres y las niñas es el eje central esta agenda.
Además, el Programa conjunto para eliminar la mutilación genital femenina de UNFPA y UNICEF está trabajando en 17 países de alta prevalencia con miras a acelerar las acciones para eliminar la práctica a través de un enfoque holístico que combina servicios de atención y protección, promoción y participación comunitaria para cambiar las normas sociales que perpetúan la mutilación genital femenina.
Y 68 millones de niñas dependen de una acción acelerada para mantener su integridad física, salvaguardar su salud y defender sus derechos humanos.