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Activismo, arte y comunidad como redes de apoyo para jóvenes que viven con VIH en Ecuador

Un joven en una camisa naranja frente al mar
Anthony Guerrero, activista de 27 años, se enorgullece de venir de la provincia costera de Esmeraldas, a pesar de los desafíos que enfrenta. © Carlos Sánchez
  • 19 de septiembre de 2024

QUITO, Ecuador – “La realidad de Esmeraldas es compleja, pero esta fuerza comunitaria, esta identidad que se dignifica constantemente en busca de alegría, convierte este en un lugar hermoso”.

Anthony Guerrero, de 27 años, se enorgullece de su origen. Esmeraldas, una provincia costera en la frontera noroeste entre Ecuador y Colombia, es conocida por sus pintorescas playas y clima cálido, que atrae visitantes de todo el país, pero la región también tiene sus desafíos: con una de las tasas de pobreza más altas del país, muchos residentes enfrentan la inseguridad social y obstáculos a los derechos básicos como la atención de la salud, la educación y el agua potable.

Guerrero es afrodescendiente, como el 45 por ciento de la población de Esmeraldas, la proporción más alta en Ecuador. Aunque sus padres se casaron jóvenes y se separaron poco después de su nacimiento, pasó la infancia rodeado del amor de las mujeres de su vida: su madre, su abuela y sus tías.

Cuando tenía 13 años, Guerrero comenzó a identificarse como de género fluido. Este nuevo aspecto de su identidad le sorprendió, lo que le llevó a buscar espacios donde aprender sobre sí mismo y su sexualidad de una manera segura y creativa. Al participar en actividades culturales, aprendió a expresarse a través de la literatura, el arte, la música, la poesía y el teatro, actividades que se volverían aún más esenciales para su bienestar al entrar en un momento difícil de su vida.

Un diagnóstico que marcó un nuevo capítulo

 Un joven descalzo con camisa naranja sentado en una colina cubierta de hierba
A la edad de 19 años, el Sr. Guerrero descubrió que era VIH positivo. © Carlos Sánchez

En su primer año de universidad en la ciudad de Guayaquil, a la edad de 19 años, el Sr. Guerrero fue diagnosticado como VIH positivo. Con poco conocimiento sobre la condición o lo que significaba para su salud, creyó que su vida estaba en peligro. Aunque inmediatamente buscó asesoramiento profesional, su primer encuentro con un proveedor de atención médica fue negativo: el médico perpetuó ideas discriminatorias sobre el VIH, que el Sr. Guerrero consideró intimidantes. No obstante, se negó a ser disuadido, y viajó a Quito, la capital de Ecuador, para encontrar acceso a información y atención de calidad.

A nivel mundial, casi una de cada cuatro personas que viven con el VIH ha experimentado estigma y discriminación por parte de su comunidad, y las comunidades LGBTQIA+ y las personas de género diverso son especialmente propensas a este tipo de tratamiento. El estigma internalizado, que ocurre cuando una persona comienza a creer estereotipos negativos sobre sí misma, es especialmente común entre los jóvenes que viven con el VIH.

Conectarse con otras personas en la comunidad y acceder a información precisa es clave para abordar los tabúes. Cuando llegó a Quito, el Sr. Guerrero conoció a un joven que lo invitó a unirse a una reunión de la Red Ecuatoriana de Jóvenes y Adolescentes Positivos, un espacio seguro para que las y los jóvenes que viven con el VIH compartan sus experiencias. Con el apoyo de sus colegas y la asistencia del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que trata sobre asuntos de salud sexual y reproductiva y ONUSIDA, el Sr. Guerrero dio sus primeros pasos en el mundo del activismo.

“Esta reunión representó el comienzo de mi proceso de curación, no solo físicamente, sino también emocionalmente”, adelantó el Sr. Guerrero. “Me hizo entender que el VIH no era sinónimo de muerte”.

Su participación en este espacio colectivo entre pares animó al Sr. Guerrero a continuar sus estudios de literatura en la Universidad de las Artes de Guayaquil, y poco después lo llevó a obtener un diploma en VIH y salud colectiva en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Activismo a través del arte

Un joven con gafas junto a una presentación de PowerPoint en una gran pantalla de proyector
Como líder de MoVIHlízate, Guerrero trabaja para abordar el estigma que enfrentan los jóvenes que viven con el VIH en Ecuador. © Gina Montaño/UNFPA Ecuador

Guerrero ha seguido siendo defensor de las y los jóvenes que viven con el VIH en Ecuador. En 2019, se convirtió en líder de MoVIHlízate, una plataforma que reúne a jóvenes que viven o conviven con el VIH. Creado con el apoyo del UNFPA en 2018, el espacio tiene como objetivo abordar las actitudes paternalistas y estigmatizantes en torno a la sexualidad y el VIH a través de un enfoque culturalmente sensible basado en los derechos de género.

Para Guerrero, MoVIHlízate es “no solo un espacio de trabajo, sino también de amistad y apoyo”. Bajo su liderazgo, jóvenes de todo el Ecuador han participado en asesoramiento y capacitación en educación sexual integral y han iniciado campañas para abordar los problemas de discriminación y estigma. El grupo también ofrece acompañar a otras personas que viven con el VIH cuando acceden a servicios de salud y protección.

Su pasión de larga data por las artes también le ha dado a Guerrero otro vehículo para su activismo: en 2023, publicó "En el principio era la fiebre", un libro de poemas que exploraban su experiencia como joven que vive con el VIH. Este año sirvió como comisario de la exposición ‘POSITIVA: Residencia Artística de Cultura Latinoamericana del VIH’, un evento que reunió a nueve artistas latinoamericanos que viven con el VIH para abordar el estigma y la discriminación.

Aunque el número de muertes relacionadas con el SIDA en América Latina ha disminuido en un 28 % desde 2010, el número de nuevas infecciones por el VIH aumentó en un 9 % en el mismo período. El VIH afecta de manera desproporcionada a los hombres jóvenes que tienen relaciones sexuales con otros hombres, a las mujeres transgénero y a las trabajadoras sexuales, y estas tres poblaciones clave representan más de la mitad de las nuevas infecciones.

El UNFPA se ha comprometido a invertir en soluciones a largo plazo para apoyar la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las personas que viven con el VIH. Una atención sanitaria de calidad y una educación sexual integral son cruciales para crear los entornos de protección necesarios para prevenir el VIH y otras infecciones de transmisión sexual en adolescentes y otras poblaciones en condiciones vulnerables.

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