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Apoyando a las sobrevivientes de agresión sexual en Etiopía y trabajando para detener la violencia antes de que empiece
- 24 Enero 2024
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CIUDAD DE BULE HORA, Etiopía – Ayantu* tenía 14 años cuando fue traicionada por alguien en quien la sociedad le había enseñado a confiar.
Una noche de febrero de 2021, la adolescente de la ciudad de Bule Hora, en el sur de Etiopía, salió su casa tras una acalorada discusión con su familia. Al buscar a un pariente en una oficina del gobierno local donde trabajaba, Ayantu se encontró varada y sola, pues su pariente no estaba allí.
Al acercarse el atardecer, agentes de policía apostados en el edificio le ofrecieron un lugar para esperar dentro del recinto. Ayantu agradeció su amabilidad, hasta que, en medio de la noche, uno de los oficiales entró en su habitación y la agredió sexualmente.
En todo el mundo, el 6 % de las mujeres informan haber sobrevivido a una agresión sexual de una persona que no era su pareja. Sin embargo, esta cifra probablemente subestime el verdadero alcance de estas violaciones, dado el papel que desempeñan el estigma y el miedo a las represalias en privar a las sobrevivientes de la oportunidad de denunciar los delitos.
Las investigaciones muestran, por ejemplo, que en 44 países la mitad de las sobrevivientes de violencia física o sexual nunca le contaron a nadie sobre el asunto ni buscaron ayuda.
Cuando Ayantu regresó por primera vez a casa, traumatizada y sin estar segura de qué hacer, no mencionó el ataque: les dijo a sus familiares que había pasado la noche durmiendo en el bosque.
“Estaba aterrorizada y sentía dolor. Sentí que todo era culpa mía; que si no hubiera salido de casa esto no me habría ocurrido. La culpa y la vergüenza eran abrumadoras”, confesó.
Apoyando a las sobrevivientes
Muchas sobrevivientes optan por no denunciar delitos de violencia sexual debido a la culpa y el estigma, a menudo perpetuados por las autoridades, los trabajadores de la salud e incluso amigos y familiares.
Afortunadamente, este no fue el caso de Ayantu. Cuando las mujeres de su casa notaron sus moretones y su ropa manchada de sangre, se le acercaron con preocupación y le ofrecieron su apoyo inmediato después que ella les contara lo que pasó.
La familia de Ayantu la acompañó a la oficina del gobierno de Kebele para denunciar la agresión sexual. El agente infractor fue rápidamente detenido e interrogado, y admitió haber cometido el delito.
Mientras tanto, la policía remitió a Ayantu al centro de salud de violencia de género del hospital docente Bule Hora, también conocido como un “centro de ventanilla única”. El centro, apoyado por el UNFPA, ofrece a las sobrevivientes de violencia de género un espacio seguro donde acceder a atención médica, apoyo psicosocial y atención de la salud sexual y reproductiva.
Todo el personal ha recibido capacitación en la gestión de casos de violencia de género, lo que garantiza que las sobrevivientes como Ayantu no vuelvan a ser traumatizadas ni culpadas por los ataques de los que sean víctimas. También es un lugar donde la policía, los fiscales, los proveedores de atención médica y los trabajadores sociales se reúnen para colaborar en los casos, y donde las sobrevivientes pueden obtener lo que necesiten.
“El centro de ventanilla única está totalmente equipado e integrado con el hospital, así como con el departamento de justicia. La policía y el fiscal atienden a las sobrevivientes y trabajan a tiempo completo en el centro”, indicó el Dr. Tariku Gari, quien tiene a su cargo la dirección del centro de ventanilla única. “Esto ha traído alivio a las niñas y a las mujeres, como promesa de que habrá justicia”.
Hacerse cargo de su futuro
Con el apoyo de su familia y profesionales dedicados en el centro de salud de Bule Hora y el delincuente bajo custodia policial y en espera de juicio, Ayantu ha comenzado a reconstruir su vida. “Voy a regresar a la escuela”, afirmó.
A medida que continúa su camino hacia la recuperación, otras en su comunidad han tomado medidas para prevenir la violencia de género antes de que suceda.
Dos veces por semana, el programa Her Space, en la escuela primaria de Bule Hora, reúne a 48 niñas de 11 a 14 años para debates y sesiones informativas sobre salud sexual y reproductiva, igualdad de género y empoderamiento de las mujeres. El programa, financiado por la República de Corea, tiene por objeto ayudar a las participantes a protegerse de la discriminación, la violencia y la explotación, y a ejercer sus derechos y opciones.
“Como maestra durante 30 años, puedo decir que este programa ha sido el más impactante en el empoderamiento de las niñas para que hagan sentir su voz y planifiquen su futuro”, aseguró Misrak Takele, líder del espacio y maestra de la escuela de Bule Hora.
Por su parte, como participante, Hana, de 14 años, explicó que había aprendido que “depende de nosotras influir en la sociedad y en nuestras familias para que nos traten como miembros valiosos y para que crean en nosotras”.
* Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad y protección.