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Bertha Arzú: activista afroindígena que asumió el VIH en Honduras

Una afrodescendiente con un vestido azul camina por la playa.
Bertha Arzú camina por la playa en Tela, Honduras. © UNFPA Honduras
  • 27 Noviembre 2024

TELA, Honduras – A principios de los años 2000, incluso cuando la epidemia de sida comenzaba a disminuir, un país centroamericano permaneció desproporcionadamente amenazado por el virus. Se trataba de Honduras.

En ese momento, más de la mitad de todos los casos en Centroamérica se originaron allí.  Varias comunidades en el país, incluidas personas LGBTQIA+, fueron más afectadas por la emergencia de salud que la mayoría de las personas. Entre ellas, se encontraba la comunidad garífuna, una minoría étnica afroindígena en Honduras. El ONUSIDA estimó que la tasa de prevalencia del VIH era de más del 8 % en 2003, seis veces mayor que el promedio nacional.

“Se decía que las personas garífunas desapareceríamos [por causa del sida]”, explica Bertha Arzú, activista de 74 años, al reflexionar sobre la epidemia.

La crisis del sida dista mucho de ser la primera vez que el pueblo garífuna se enfrenta a una amenaza existencial. Su cultura, nacida de la mezcla histórica de africanos que escaparonde la esclavitud con los pueblos indígenas del Caribe, ha sobrevivido a pesar de siglos de desplazamientos forzados, repetidas violaciones de derechos y marginación.

Frente a estos y otros desafíos de salud, la Sra. Arzú tomó una posición en favor de su comunidad. En 1996, fundó el Enlace de Mujeres Negras de Honduras (ENMUNEH), que por cerca de 30 años ha defendido los derechos de las mujeres negras e indígenas en todo el país.

“Bertha Arzú fue pionera en la lucha de las mujeres negras en términos de empoderamiento y defensa de los derechos de las mujeres”, plantea su colega, Lusy Fernández, al UNFPA, la agencia de la @ONU_es para la salud sexual y reproductiva. “[Ella es] el punto de referencia para el feminismo negro aquí en Honduras”.

Creando conexiones, cambiando vidas 

La Sra. Arzú nació en Tela, Atlántida, en la costa norte de Honduras, en 1949. De niña, después de visitar el hospital con su madre, decidió centrar su futuro en torno a la atención médica.

“Cuando tenía 9 años, me dije: ‘Voy a ser enfermera con uniforme blanco’”, relató la Sra. Arzú al UNFPA.

Su elección de carrera le cambiaría la vida a ella, lo mismo que a miles de mujeres y niñas, las futuras beneficiarias del ENMUNEH. Durante casi tres décadas, el grupo ha trabajado para promover los derechos y la salud de las mujeres negras e indígenas en Honduras mediante la colaboración con parteras y su capacitación, la recopilación y el análisis de datos y la sensibilización sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

El acceso a los servicios de salud y a la información ha sido durante mucho tiempo un problema importante entre los garífuna. “Antes no había carreteras, ni médicos, ni centros de salud”, recuerda la Sra. Arzú, al describir una manifestación de la desigualdad generalizada que aún enfrenta su pueblo.

En Honduras, las comunidades garífuna sufren de manera desproporcionada pobreza extrema, racismo sistémico, desplazamiento forzado y exposición a riesgos para la salud, como el VIH. Las investigaciones han vinculado la prevalencia desproporcionada del virus entre los garífuna con la historia de migración laboral del grupo, vinculada a la falta de oportunidades de empleo.

La Sra. Arzú fue una de las personas que trataron de cambiar el rumbo de la crisis del VIH/sida. En 2003, su organización lanzó un programa para alentar a las personas garífunas a practicar relaciones sexuales más seguras y centrarse en los derechos humanos. También empleó varias estrategias para “mejorar la autoestima de las mujeres negras y fomentar su empoderamiento a fin de romper los ciclos de violencia física y sexual”, indica la Sra. Arzú.

“El camino hacia un mundo libre del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) empieza y termina con los derechos humanos. El derecho al conocimiento preciso e imparcial. El derecho a un trato digno y respetuoso. El derecho a la seguridad, con independencia de quién eres y a quién amas”, declaró la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem.

Mejorar el mundo para las mujeres y las niñas

En todo el mundo, se ha desacelerado la tasa de nuevas infecciones por el VIH. Según el Fondo Mundial, entre 2016 y 2022, menos del 5 % de los casos en Honduras involucraron a personas garífunas.

Aunque el virus y otros riesgos para la salud continúan afectando desproporcionadamente a la comunidad garífuna, el ENMUNEH ha tenido un claro impacto en muchas de sus mujeres y niñas. “Cambió mi vida por la sencilla razón de que [llegué a conocer] mis derechos, mis deberes, y también sabía cómo enseñar a otras mujeres”, agradeció María Miranda. “Agradezco mucho [a Bertha] por haber estado a mi lado, al lado de todas las mujeres”.

“El legado que dejo a mis nietas y a mis hijas es que no olviden nuestras comunidades, porque ahora se están perdiendo”, manifestó la Sra. Arzú al UNFPA.

“Todas vamos a abandonar este mundo, pero dejemos al menos algo por lo cual recordarnos”.

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