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Cinco cosas que debes saber sobre el consentimiento
- 01 de septiembre de 2023
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NACIONES UNIDAS, Nueva York – Toda persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones sobre su cuerpo. Sin embargo, a millones de personas se les niega el derecho a decir no al sexo, o sí a la elección de una pareja matrimonial o al momento adecuado para tener un hijo, todo por razones de raza, sexo, orientación sexual, edad o (dis)capacidad.
“Cuando las mujeres y las niñas pueden tomar las decisiones más fundamentales acerca de su cuerpo, no solo ganan en términos de autonomía, sino también de salud, educación, ingresos y seguridad”, ha dicho la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA. “Todo ello da lugar a un mundo más justo, favorece el bienestar humano y, por consiguiente, nos beneficia a todos”.
Mientras trabajamos por un mundo en el que todas y todos puedan reclamar su derecho a la autonomía y la autodeterminación, presentamos aquí cinco cosas que debe saber sobre el consentimiento.
La autonomía corporal, es decir, la capacidad de las personas para tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos, incluso en cuestiones relacionadas con la atención médica, los anticonceptivos y si tienen relaciones sexuales, no es solo un derecho humano, sino la base sobre la que se construyen otros derechos humanos. Está incluida en acuerdos internacionales de derechos, tales como el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Íntimamente relacionado con la autonomía corporal está el derecho a la integridad corporal, que implica que las personas puedan vivir libres de actos físicos para los cuales no hayan otorgado su consentimiento.
Sin embargo (y lamentablemente) solo el 55 por ciento de todas las mujeres en el mundo actual disfrutan de autonomía corporal, según el Informe sobre el Estado de la Población Mundial de 2021 del UNFPA. El informe, titulado Mi cuerpo me pertenece, examina datos sobre el poder de decisión de las mujeres y las leyes que apoyan la salud y los derechos sexuales y reproductivos, al tiempo que destaca los obstáculos legales, económicos y sociales que dificultan la autonomía e integridad corporales. Como ejemplo, 20 países o territorios tienen leyes que obligan a casarse con el violador y permiten a los perpetradores escapar del castigo si se casan con sus víctimas. No obstante, algunas de las mayores barreras a la autonomía corporal involucran estereotipos, suposiciones, conceptos erróneos y mitos sobre la autonomía y los derechos de las mujeres y las niñas. Es hora de destruir mitos.
Las infecciones de transmisión sexual tienen un profundo impacto sobre la salud sexual y reproductiva en todo el mundo. Cada día en todo el mundo se adquiere más de 1 millón de estas infecciones, y la mayoría son asintomáticas, según la Organización Mundial de la Salud. Cada año se estima que hay 374 millones de nuevas infecciones, que se suman a los millones que ya existen. Las infecciones de transmisión sexual tienen impacto directo sobre la salud sexual y reproductiva a través del estigma, la infertilidad, el cáncer, las complicaciones del embarazo e incluso la muerte.
“El acto sexual solo dura unos minutos, pero las ITS pueden durar toda la vida”, sentencia Bidia Deperthes, asesora de prevención del VIH del UNFPA. “Los condones son el único método de triple protección para prevenir simultáneamente las infecciones de transmisión sexual, el VIH y los embarazos no planificados”.
La buena salud sexual y reproductiva es un estado de pleno bienestar físico, mental y social. Para mantenerlo, las personas deben tener acceso a información precisa y al método anticonceptivo seguro, efectivo y asequible de su elección. Deben estar informadas y empoderadas para protegerse de las infecciones de transmisión sexual. Si deciden tener hijos, las mujeres deben tener acceso a proveedores de atención médica calificados y servicios que puedan ayudarles a tener un embarazo adecuado, un parto seguro y un bebé saludable.
Los niños y los hombres son socios esenciales en todo este proceso. “Los niños y los hombres necesitan información y habilidades para lograr una vida sexual saludable y para desarrollar actitudes equitativas de género y un compromiso con el consentimiento y el respeto”, ha planteado la Dra. Kanem. “La educación sexual integral oportuna y adecuada a la edad ayuda a las y los jóvenes a desarrollar estas habilidades”.
El poder de las personas para controlar sus propios cuerpos guarda relación con el grado de control que tienen en otras esferas de sus vidas.
Muchas personas, especialmente las mujeres y las niñas, sufren pérdidas de autonomía corporal ligadas a la falta de libre albedrío para tomar sus propias decisiones respecto de sus vidas, según Mi cuerpo me pertenece. Estas pérdidas se manifiestan de muchas maneras, tales como con el matrimonio forzado y el matrimonio infantil, acuerdos terribles en que se intercambian relaciones sexuales no deseadas por un hogar y alimentos, y la mutilación genital femenina, una práctica nociva que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por razones no médicas. Estas pérdidas también se manifiestan cuando personas de diversas orientaciones sexuales e identidades de género temen ser agredidas por simplemente caminar por la calle, y cuando las personas con discapacidad se ven privadas de la autodeterminación, la libertad respecto de la violencia y una vida sexual segura y satisfactoria.
Hay muchas fuerzas que impiden que las mujeres y las niñas tengan autonomía corporal, pero una causa fundamental es la discriminación de género. Cuando existen normas sociales discriminatorias respecto del género, los cuerpos de las mujeres y las niñas pueden estar sujetos a decisiones tomadas por otras personas, desde parejas íntimas hasta los cuerpos legislativos. Estas normas discriminatorias se vuelven aún más dañinas cuando se combinan con otras formas de discriminación que involucran raza, orientación sexual, edad o discapacidad.
A pesar de las garantías constitucionales de igualdad de género en muchos países, en promedio, las mujeres disfrutan de solo el 75 % de los derechos legales de los hombres en todo el mundo. El verdadero progreso depende en gran medida de desarraigar la desigualdad de género y todas las formas de discriminación, y de transformar las estructuras sociales y económicas que las mantienen.
Las y los jóvenes con discapacidad, especialmente las niñas, son mucho más vulnerables a la violencia que sus compañeras sin discapacidad. Las y los niños con discapacidad tienen casi tres veces más probabilidades de ser víctimas de violencia sexual que quienes no viven con discapacidad, y las niñas corren el mayor riesgo, según un estudio mundial del UNFPA realizado en 2018.
Las cifras son alarmantes. En un estudio realizado por el Foro Africano de Políticas Infantiles sobre la violencia contra los niños con discapacidad, casi todos los jóvenes entrevistados habían sufrido abuso sexual al menos una vez, y la mayoría de estos más de una vez. Otro estudio realizado en Australia determinó que hasta el 62 % de las mujeres con discapacidad menores de 50 años había sufrido violencia desde los 15 años, y las mujeres con discapacidad habían sufrido violencia sexual tres veces más que las que no tenían discapacidad. Las y los niños sordos, ciegos, autistas o que viven con discapacidades psicosociales o intelectuales son los más vulnerables a la violencia; los estudios han determinado que son cinco veces más propensos que los demás niños a ser objeto de abuso.
El estudio mundial del UNFPA sobre la erradicación de la violencia de género y la realización de la salud y los derechos sexuales y reproductivos para las y los jóvenes con discapacidad busca poner fin a la invisibilidad de estos jóvenes, especialmente de las mujeres y las niñas, al involucrarlas en los debates sobre los temas y las soluciones. Como ha dicho la Dra. Kanem, “así es como nos aseguraremos de que nadie se quede atrás”.
Se trata de una cifra alarmante: se estima que, en todo el mundo, una de cada tres mujeres sufrirá abuso físico o sexual durante su vida. La violencia de género es una de las violaciones de los derechos humanos más prevalentes en el planeta, que socava la salud, la dignidad, la seguridad y la autonomía de sus víctimas.
Cuando una mujer sufre violencia de género, se generan consecuencias a corto y largo plazo para su salud física, mental, sexual y reproductiva. Las lesiones, los embarazos no planificados, las infecciones de transmisión sexual, así como la ansiedad, la depresión, el trastorno de estrés postraumático y las lesiones autoinfligidas son algunos de los efectos que pueden enfrentar las sobrevivientes. La impunidad de que tan a menudo disfrutan los perpetradores (y el miedo generado por sus acciones) afecta a mujeres y niñas en todo el mundo, lo que dificulta su contribución al desarrollo, la paz y el progreso internacionales.
El UNFPA trabaja para enfrentar la violencia de género en más de 150 países y territorios de todo el mundo, en colaboración con organizaciones y redes de mujeres y jóvenes, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, institutos académicos y de investigación, entre otros. “La violencia contra las mujeres y las niñas ocurre en todas partes. Prevalece en hogares, escuelas, negocios, parques, transporte público, arenas deportivas y crecientemente en línea. Se intensifica en el contexto del cambio climático y en tiempos de guerra”, ha indicado la Dra. Kanem. “Sin embargo, la violencia contra las mujeres y las niñas es completamente prevenible. Podemos detener esta crisis actuando en solidaridad con el creciente número de personas que se ponen de pie y dicen: ¡Basta!”