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Cinco de los mayores avances en salud sexual desde el nacimiento de las Naciones Unidas
- 23 Octubre 2015
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NACIONES UNIDAS, Nueva York – Las Naciones Unidas se fundaron hace 70 años. Durante todo este tiempo, el mundo ha experimentado grandes avances en materia de salud sexual y reproductiva. La atención sanitaria y la planificación familiar han salvado incontables vidas y han permitido que las mujeres persigan oportunidades que llevaban mucho tiempo fuera de su alcance. Estos cambios han ayudado a los encargados de la formulación de políticas a reconocer que unas mujeres sanas y empoderadas impulsan la prosperidad y el progreso.
A continuación se exponen cinco hitos cruciales en la marcha de la humanidad hacia un mundo donde la salud, la dignidad y los derechos humanos de las mujeres son prioridades mundiales.
Comprueba cómo las Naciones Unidas y el UNFPA han contribuido a algunos de estos éxitos y cuánto queda aún por hacer.
La píldora anticonceptiva se comercializó en 1960 y pronto se convirtió en el método preferido de anticoncepción entre las mujeres. Mucha gente le atribuye a la píldora el desencadenamiento de una revolución en el pensamiento sobre el derecho de una mujer a elegir por sí misma cuándo tener hijos o si tenerlos.
Desde entonces se han desarrollado muchas más opciones anticonceptivas y su uso se ha multiplicado. Según estimaciones de la División de Población de las Naciones Unidas, en 1970 casi una cuarta parte de las mujeres en edad fértil (casadas o en pareja) utilizaban un método anticonceptivo moderno. En la actualidad, lo utiliza alrededor del 57% de esas mujeres.
Estos anticonceptivos, al disminuir las complicaciones relacionadas con el embarazo, salvan las vidas de las mujeres. Durante los últimos 20 años, la planificación familiar en los países en desarrollo ha reducido las muertes maternas aproximadamente un 40%.
La gente no tardó en percatarse de que los beneficios de la planificación familiar iban más allá de los individuos. Los anticonceptivos, que empoderaron a las mujeres a continuar su educación y unirse al mercado laboral, las ayudaron a sustentar mejor a sus familias y a contribuir a su crecimiento económico. En 1994, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, los países de todo el mundo confirmaron de manera unánime que el acceso a la planificación familiar voluntaria es un derecho humano y un modo esencial de ayudar a que los países en desarrollo salgan de la pobreza.
Sin embargo, al mundo le queda mucho camino por recorrer. Existen unos 225 millones de mujeres que quieren evitar embarazos, pero que no usan un método anticonceptivo efectivo. El UNFPA trabaja con gobiernos, sistemas de salud y comunidades para mejorar el acceso de las mujeres a la planificación familiar, incluida la distribución de anticonceptivos seguros en aquellos lugares donde más se necesitan.
No hace mucho tiempo, era común que las mujeres murieran al dar a luz. Aún no se disponía de datos precisos a nivel mundial, pero los análisis históricos muestran una disminución drástica de las muertes relacionadas con los partos desde la década de los cuarenta.
Uno de los factores principales ha sido la mejora de la calidad de los cuidados de partería. En todos los países que han logrado mejoras importantes en la supervivencia de las madres, las parteras formadas de manera profesional o la gente con conocimientos de partería, como médicos o enfermeras, han desempeñado un papel fundamental.
Otro factor decisivo ha sido el desarrollo de tratamientos seguros y fiables para combatir las causas comunes de muerte materna. Por ejemplo, las infecciones, las hemorragias y la tensión arterial alta son tres de las principales causas de muerte de las madres. Ya antes de 1945, los primeros fármacos para tratar estas complicaciones estaban disponibles en algunos países, pero, desde entonces, estos medicamentos se han modernizado y han llegado a convertirse en algo de lo más común. Los fármacos para tratar las hemorragias y las infecciones posteriores al parto se incluyeron en la primera lista mundial de medicamentos básicos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 1977, y en la actualidad existen tratamientos para la gran mayoría de las causas de la muerte materna.
No obstante, aún continúan muriendo demasiadas mujeres por causas relacionadas con el embarazo —casi 800 al día— y la mayor parte de estas muertes son completamente evitables. El UNFPA promueve la formación de parteras y otros profesionales de la salud, y distribuye fármacos y equipos que salvan vidas en comunidades remotas y en situación de emergencia. No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer para poner fin a estas tragedias innecesarias.
Los preservativos han existido de una forma o de otra desde hace cientos o, según algunos registros, miles de años. La producción a gran escala de estos dispositivos comenzó a mediados del siglo XIX, pero muchos países prohibieron su publicidad o su venta a comienzos del siglo XX.
En los años sesenta y setenta, países como los Estados Unidos, Francia, Irlanda e Italia empezaron a derogar esas leyes, y el uso del preservativo se disparó. Cuando la epidemia del VIH se desató en la década de los ochenta, la distribución mundial del preservativo se convirtió en la piedra angular de las iniciativas de la salud pública. Los preservativos femeninos también se introdujeron en la década de los ochenta, aumentando así las opciones de anticoncepción y de prevención de enfermedades al alcance de los consumidores.
Cuando los preservativos se usan de manera sistemática y correcta, son el único modo, aparte de la abstinencia, de evitar al mismo tiempo los embarazos no deseados y las infecciones de transmisión sexual (ITS), incluido el VIH. Sin embargo, los expertos en salud pública aseguran que los niveles de uso del preservativo para la prevención de las ITS siguen siendo insuficientes, sobre todo entre las personas más vulnerables, entre las que se encuentran los adolescentes en situación de riesgo, las poblaciones marginadas y aquellas personas que viven en comunidades remotas.
En 2013, el UNFPA fue el principal proveedor de preservativos a países de ingresos medianos y bajos al distribuir más de mil millones de preservativos masculinos y femeninos.
Cuando en 1981se identificó el VIH por primera vez en Estados Unidos, desencadenó una oleada de pánico que se propagó tan rápido como el propio virus. Pronto la enfermedad apareció por todo el mundo y mató a millones de personas.
Se pusieron entonces en marcha iniciativas a nivel mundial para prevenirlo, que incluían la educación y la distribución de preservativos, y pronto se desarrollaron terapias gracias a las cuales el VIH pasó de ser una sentencia de muerte misteriosa a una enfermedad manejable. A mediados de los años ochenta se hizo la primera prueba del VIH y en 1987 se aprobó el primer tratamiento.
Desde entonces se han perfeccionado más tratamientos, entre los que se encuentran aquellos que pueden evitar que una mujer pase el virus al feto durante el embarazo. Sin embargo, durante años, estas terapias resultaron prohibitivas o no fueron accesibles para gran parte de la población.
En el año 2000, los líderes del mundo se reunieron en las Naciones Unidas para hacer del VIH el primer punto de la agenda mundial. Los resultados han sido impresionantes: las muertes relacionadas con el sida han descendido un 42% desde 2004 y las nuevas infecciones por el VIH han disminuido un 35% durante los últimos 15 años. Quince millones de personas que viven con el VIH ahora tienen acceso a terapias antirretrovirales.
Pero la crisis dista de haber acabado. Alrededor de 1,2 millones de personas murieron de enfermedades relacionadas con el sida solo el año pasado, y 2 millones de personas contrajeron el virus. Casi 22 millones de personas infectadas no tienen acceso a tratamiento antirretrovírico. Quienes se exponen a un mayor riesgo son las personas más vulnerables y más marginadas del mundo, lo cual incluye a las mujeres y las niñas que no están empoderadas para tomar decisiones sobre su propia salud, las comunidades que viven en situación de crisis y las personas estigmatizadas y discriminadas.
Los programas de tratamiento y prevención deben extenderse sin excepción para que lleguen a todo aquel que lo necesite. Una forma clave de hacerlo es integrar la prevención, el tratamiento y las pruebas del VIH en unos servicios de salud reproductiva más amplios.
Tras su fundación en 1945, las Naciones Unidas se involucraron en las iniciativas internacionales relacionadas con la salud casi de inmediato. En 1948 se creó la OMS para ayudar a coordinar las iniciativas de salud pública mundiales. En 1969, el UNFPA entró en funcionamiento y su misión consistió en concienciar de la importancia capital de la salud y la igualdad de las mujeres para el desarrollo económico y social.
No obstante, faltaba una visión clara del estado de la salud de la mujer. En 1985, la OMS publicó las primeras estimaciones mundiales sobre mortalidad materna. En la actualidad, el UNFPA desempeña un papel fundamental en la divulgación bienal de los datos de mortalidad materna mundial, ayudando así a precisar los lugares donde las vidas de las madres corren más peligro.
En 1987, los expertos y los líderes mundiales empezaron a establecer objetivos globales sobre la mejora radical de la salud reproductiva, con la publicación por parte del UNFPA, el Banco Mundial y la OMS de la Iniciativa sobre la Maternidad sin Riesgo, que retaba a los países a mejorar los servicios sanitarios destinados a las madres. En el año 2000, los líderes mundiales se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para aprobar la Declaración del Milenio, que condujo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El quinto Objetivo instaba a los países a reducir las muertes maternas en tres cuartos y a conseguir el acceso universal a los servicios de salud reproductiva para 2015. Aunque este objetivo no se ha cumplido, las mejoras en el acceso de las mujeres a estos servicios han tenido como resultado un descenso del 45% en las muertes maternas.
El mes pasado, los líderes mundiales volvieron a reunirse en la Sede de las Naciones Unidas para aprobar nuevos objetivos mundiales. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible instan a reducir aún más las muertes maternas, a asegurar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva y a lograr la igualdad para todas las mujeres y niñas.
El UNFPA y sus asociados trabajan para lograr estos nuevos objetivos. Son ambiciosos y requerirán esfuerzos sin precedentes en países, continentes e industrias. Los retos son enormes y complicados, pero la lección que los últimos 70 años nos han enseñado es que estos esfuerzos son necesarios para el progreso de la humanidad, un progreso que no se detendrá.