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Cómo una mujer de Gaza venció a la violencia conyugal y al cáncer y ahora inspira a otras supervivientes

Una superviviente de violencia de género participa en una clase de bordado como parte del programa de formación en aptitudes para la vida en un espacio seguro que recibe apoyo del UNFPA en Jabilya, en la Franja de Gaza. © Asociación de Salud Comunitaria Abdel Shafi
  • 09 Diciembre 2022

FRANJA DE GAZA, Palestina - «Creía que la receta para un buen matrimonio sería el respeto, la comunicación y el amor. Por desgracia, me equivoqué». 

Cuando Inas*, de 28 años y de la Franja de Gaza, se casó hace cinco años, creía que su nuevo esposo era el amor de su vida. Pero tan solo pocos meses después, su alegría se convirtió en desolación: él la sometió a agresiones verbales, psicológicas y físicas cada vez más duras. «También me pegaba delante de su familia», cuenta al UNFPA. 

Inas pronto descubrió que, además, su esposo era adicto a las drogas y al alcohol y decidió, por su propia seguridad, abandonar el matrimonio. Pero las normas sociales y culturales de Gaza hacen que el divorcio se suela considerar culpa de la mujer y quienes buscan la separación pueden sufrir estigma en sus comunidades, incluso por parte de amistades y familiares.

Aunque sentía preocupación por su futuro, Inas estaba decidida a encontrar una salida a su situación.  

Tras una agresión especialmente grave por parte de su esposo, acudió a un espacio seguro que recibe apoyo del UNFPA en Jabilya, en la Franja de Gaza. Creado en 2017 junto con la Asociación de Salud Comunitaria Abdel Shafi, asociado del UNFPA, es uno de los dos espacios seguros en el Norte de Gaza y en la Ciudad de Gaza y ofrece a supervivientes de violencia de género un refugio seguro donde tienen acceso a servicios sociales y sanitarios y donde, asimismo, pueden solicitar asesoramiento jurídico.

Una encuesta de 2019 reveló que casi dos tercios de las mujeres casadas en Palestina son objeto de violencia doméstica, pero actualmente ninguna ley la tipifica como delito. Más de la mitad de las supervivientes de violencia sexual y de género deciden no denunciar y muchas mujeres justifican las agresiones de sus esposos.

Atención sanitaria integral 

Varios meses después de su primera visita, Inas había vuelto a vivir con su madre y sus hermanos —una situación problemática pero al menos estable— cuando descubrió un pequeño bulto en el pecho. El personal del espacio seguro la derivó a un médico, que confirmó sus temores: el bulto era canceroso. 

Un equipo médico local que colabora con el espacio seguro dispensó a Inas, de manera gratuita, terapia hormonal, vitaminas y suplementos. Inas se sometió a una mastectomía, recibió quimioterapia y asistió a sesiones individuales y grupales de apoyo psicosocial para supervivientes de cáncer.  

Hanan Diab, terapeuta del espacio seguro, explica: «Las sesiones de asesoramiento ayudan a las mujeres a compartir su dolor, experiencias, historias y logros para que puedan superar los sentimientos de baja autoestima y negatividad».

También se anima a las mujeres a que descubran una pasión y se dediquen a ella: el espacio seguro ofrece formación profesional de bordado, accesorios hechos a mano y ganchillo. Soha Musa, especialista en violencia de género que trabaja con la Asociación Abdel Shafi, cuenta al UNFPA: «Inas puso toda su energía y paciencia en aprender a bordar. Como parte del programa, recibió una pequeña beca con la que abrió su propio negocio, ¡fue todo un éxito!».

El ciclo de la ayuda

Estas iniciativas forman parte de un proyecto del UNFPA que garantiza servicios integrales de salud y derechos sexuales y reproductivos a mujeres y jóvenes vulnerables y ayuda a supervivientes de violencia de género. El proyecto está financiado por el Gobierno del Canadá y opera en Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y la Ribera Occidental. 

En 2020, el UNFPA pudo prestar su ayuda a más de 44.000 personas de toda Palestina con servicios de prevención y respuesta ante la violencia de género a través de diez espacios seguros para mujeres y niñas. Casi 500 supervivientes también participaron en cursos de formación profesional y recibieron becas para poner en marcha sus propios negocios y obtener ingresos. 

Desde entonces, Inas se ha recuperado bien, tanto del cáncer como del trauma del maltrato en el hogar. Ahora es voluntaria en el espacio seguro de Jabilya, donde forma a otras supervivientes de violencia en aptitudes para la vida que les ayuden a ganar confianza en sí mismas y a ayudar a las demás. 

Ya no teme ser rechazada por su comunidad, se sabe valorada en la asociación y es fuente de inspiración para muchas personas.

«Mi experiencia no me mató, me hizo más fuerte. Ahora soy más consciente de la importancia de desempeñar un papel positivo en la vida de otras personas», afirma. «Estoy deseando empoderar y ayudar a otras que enfrentan a retos como los que yo pasé».

*Nombre cambiado por razones de confidencialidad y protección. 

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