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Contando cada voz: El censo de Brasil incluye por primera vez a las comunidades quilombolas

Un hombre a caballo saluda a otro hombre mientras otros dos hombres observan
El organismo nacional de estadística de Brasil, IBGE, colaboró con las comunidades quilombolas para llevar a cabo un censo inclusivo en 2022. © UNFPA Brasil
  • 12 Julio 2024

CONCEIÇÃO DAS CRIOULAS, Brasil – “Si pudiera elegir dónde nacer, elegiría Conceição das Crioulas”, dijo Antônio Crioulo al UNFPA, el organismo de salud sexual y reproductiva de las Naciones Unidas.

Conceição das Crioulas es el lugar de nacimiento del señor Crioulo; es donde tomó su primer aliento y donde viven su madre, hermanos e hijos. También es el hogar de otras 4.300 personas que, como el Sr. Crioulo, se identifican como quilombola, es decir, como miembros de las comunidades tradicionales negras de Brasil, cuyos antepasados sobrevivieron o escaparon de la esclavitud entre los siglos XVI y XIX.

Las y los afrodescendientes en Brasil han luchado durante mucho tiempo contra la discriminación estructural y sus consecuencias devastadoras. La tasa de pobreza de las y los brasileños negros y de color fue dos veces más alta en 2021 que para las contrapartes blancas, y las mujeres afrobrasileñas enfrentan riesgos mucho mayores de morir durante el parto.

Mientras tanto, la falta de datos nacionales desglosados sobre las comunidades quilombolas ha reforzado y exacerbado su exclusión social y política.

"Las personas a las que no se contabiliza se vuelven invisibles y, como resultado, quedan desatendidas", explicó la Directora Ejecutiva del UNFPA, la Dra. Natalia Kanem, en una declaración en el Día Mundial de la Población de 2024. “Las comunidades más marginadas siguen estando subrepresentadas en los datos, y las consecuencias de esta disparidad repercuten profundamente en su vida y su bienestar”.

“Para hacer efectivos los derechos y las decisiones de las personas a quienes se ha relegado a los márgenes de nuestras sociedades, tenemos que contarlas, porque cada una cuenta”. 

Lograr la inclusión

Unas ocho décadas antes de que la esclavitud fuera abolida en Brasil, en 1888, la tierra que se convertiría en Conceição das Crioulas fue comprada por seis mujeres negras libres, que recaudaron los fondos a través del cultivo de algodón. Hoy en día, se encuentra entre los 6.000 territorios quilombolas de todo el país, muchos de los cuales están marcados por tasas desproporcionadas de pobreza y exclusión.

“Una de las principales pérdidas del proceso de esclavitud es la capacidad de soñar, sentirse como una persona, sentirse parte de la sociedad”, dijo Crioulo. “Brasil fue estructurado en base a la fuerza del trabajo del pueblo negro, pero nunca se reconoció la importancia de promover políticas públicas para ellos”.

Los encargados de formular políticas necesitan datos para diseñar e implementar iniciativas eficaces para elevar a las comunidades y no dejar a nadie atrás. Sin embargo, durante décadas, las herramientas de recolección de datos, como el censo, reunieron poca o ninguna información sobre las comunidades quilombolas.

"Cada vez que discutíamos sobre la necesidad de políticas públicas específicas, las autoridades afirmaban que carecían de información suficiente sobre los quilombos para planificarlas", indicó Gilvania Maria da Silva, miembro fundador de la Coordenação Nacional de Articulação das Comunidades Negras Rurais Quilombolas (CONAQ).

Un hombre de pie con un micrófono
Antônio Crioulo aboga por el avance de los derechos y la inclusión de las comunidades quilombolas. © UNFPA Brasil / Antônio Crioulo ​​​​​

Sin embargo, en 2022 todo cambió: Después de una amplia colaboración con el CONAQ, el UNFPA y las y los líderes de los quilombolas, el organismo nacional de estadística de Brasil, IBGE, actualizó el censo para permitir a los encuestados autoidentificarse como quilombola. Por primera vez, Brasil tuvo un recuento oficial de la población, que se sitúa en 1,3 millones de personas.

“El censo es un primer paso que destaca la importancia de esta herramienta para asegurar que todas las voces sean escuchadas”, razonó la Sra. Maria da Silva. “A partir de ahora, decir que "no sabemos dónde están los quilombos ni cómo funcionan", ya no es argumento sostenible, porque tenemos datos concretos que son esenciales para diseñar políticas públicas”.

El poder de ser contado

Los datos son un derecho cuya realización mejora el acceso a la salud, la educación y las oportunidades. La información específica sobre la comunidad quilombola de Brasil, incluyendo sus edades y proporción de género, por ejemplo, tiene importantes implicaciones para la formulación de políticas de salud pública y educación.

"Tengo esperanza, pero no es fácil vivir en un país históricamente racista y sexista. Ambos van de la mano y afectan directamente las vidas de los negros, especialmente de las mujeres negras”, advirtió la Sra. Maria da Silva.

“Mi esperanza se centra en que día a día podamos acceder a más datos y mejorar nuestras políticas públicas para reparar los daños del pasado esclavista del país”.

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