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Crisis después de la tormenta: tras el paso del tifón las necesidades de las mujeres y las niñas se disparan en Filipinas

Una integrante del personal del UNFPA camina a un centro de salud dañado en General Santos, en la isla de Mindanao, Filipinas ©UNFPA Filipinas
  • 03 Febrero 2022

MANILA, Filipinas – A medida que se eliminan los escombros se pone al descubierto la magnitud de la destrucción. Al paso del supertifón Rai (Odette) por las Filipinas, el 16 de diciembre de 2021, sus vientos de 195km/h y sus lluvias torrenciales destruyeron cientos de miles de hogares, negocios e infraestructura esencial, poniendo así en peligro millones de vidas.

 

Jolina, de 23 años, está embarazada de ocho meses y vive en Burgos, en la isla de Siargao, que sufrió algunas de las peores consecuencias del tifón. El centro de salud más cercano a Jolina quedó completamente destruido, y es probable que ahora tenga que recorrer alrededor de 50 kilómetros para dar a luz. La situación no es mejor para Adelina, de 43 años, de Dinagat, que está embarazada de su sexto hijo y todavía no se ha hecho su primer examen de ultrasonido. La unidad médica más cercana quedó gravemente dañada y sólo ofrece servicios prenatales de emergencia, por lo que Adelina enfrenta un agotador viaje de dos horas en barco para dar a luz en la ciudad de Surigao.

 

Una integrante del personal del UNFPA explicó que, “las mujeres en condiciones críticas viajan horas por carreteras maltrechas o en maltratados barcos para llegar al centro de salud en funcionamiento más cercano; algunas de ellas han zozobrado en la ruta. Las vidas de pacientes y personal sanitario corren un gran riesgo mientras tratan de ofrecer o buscar ayuda”.

Una mujer sentada en una casa dañada en Filipinas
Una madre en espera habla con una integrante del personal del UNFPA entre los restos de su hogar después de que el tifón Rai asolara Filipinas a mediados de diciembre de 2021. ©UNFPA Filipinas

El tifón Rai, que es la tercera tormenta más fuerte jamás registrada en el hemisferio norte, dejó a su paso gran desesperación, particularmente en las provincias más afectadas de Caraga, Mindanao, Surigao y Visayas. Aún no se conoce la cifra total de muertos y heridos, pero se estima que más de 9 millones de personas se han visto afectadas, entre las cuales se cuentan más de 2,3 millones de mujeres en edad reproductiva y más de 91.000 embarazadas. 

La mayoría de las áreas afectadas tenían servicios de salud materna, sexual o reproductiva limitados incluso antes del desastre; ahora crece el temor de que aumente el número de embarazos no planificados, incluso entre las adolescentes, debido a la suspensión completa de los servicios de planificación familiar. El UNFPA y sus socios estaban sobre el terreno a los pocos días del desastre, y hasta la fecha han distribuido 2.500 kits de higiene, 2.000 kits de higiene femenina, 1.200 kits de salud reproductiva y 800 paquetes de maternidad, así como productos de planificación familiar, incluidos anticonceptivos orales y condones.

También se han establecido dos tiendas de maternidad de emergencia y espacios seguros para las mujeres, a fin de ayudar a las más expuestas y a quienes cuenten con servicios de apoyo más reducidos. 

El desplazamiento y la destrucción son un desastre para las mujeres y las niñas   

Más de un mes después de la tormenta, todavía hay escasez generalizada de alimentos y agua, y podría llevar hasta seis meses restaurar la electricidad en algunas zonas. A medida que los bloqueos que se prevén a acusa de un aumento de COVID-19 y el cierre de los servicios sociales básicos atrapan a las sobrevivientes de la violencia doméstica con sus abusadores, las vías de escape continúan disminuyendo. 

Más de 217.000 personas siguen desplazadas, entre ellas unas 1.700 embarazadas. Las familias que han perdido sus hogares están hacinadas en lugares de desplazamiento improvisados con poca privacidad y escasas instalaciones de salud o saneamiento. Las mujeres, las niñas y los niños son especialmente vulnerables a la violencia de género y a la explotación sexual después de los desastres repentinos, particularmente en medio del hacinamiento de los centros de evacuación y en campamentos con poca electricidad y escasas fuentes de agua, ya que deben caminar largas distancias en la oscuridad para obtener agua. 

Los hospitales y centros de salud han sufrido graves daños, incluida la mayoría de los centros de salud de Barangay tradicionales, que son proveedores cruciales de apoyo a la planificación familiar para muchas mujeres. Más de 30 centros de protección para mujeres y niños ya no funcionan, lo que supone un rudo golpe a los esfuerzos por proteger a las más expuestas al tráfico de seres humanos y a la violencia de género.

Mujeres en labor de parto han informado que han sido rechazadas en los hospitales debido no sólo a los daños causados por el tifón Rai, sino también a la cantidad de pacientes de COVID-19 (se calcula que, al 2 de febrero de 2022, había 275.000 casos activos). Esto deja a muchas mujeres, especialmente las que llevan embarazos de alto riesgo y las sobrevivientes de violencia doméstica, sin espacios críticos y seguros para buscar ayuda médica y refugio. En la medida en que se ciernen posibles cierres y bloqueos, cada vez más mujeres necesitadas recibirán menos apoyo esencial de salud y protección, lo que las pondrá en gran peligro a ellas y a sus hijos por nacer.

Un miembro del personal del UNFPA camina hacia un edificio dañado en Filipinas
Jolina, una embarazada de 23 años de la isla de Siargao, debe recorrer cerca de 50 kilómetros para dar a luz en la única instalación de parto en funcionamiento que queda.   ©UNFPA Filipinas

El UNFPA sobre el terreno a pesar de las condiciones peligrosas

A pesar de las carreteras inaccesibles y las estrictas medidas de lucha contra la pandemia, el UNFPA está trabajando sobre el terreno con las comunidades afectadas y los socios locales y gubernamentales para responder a las urgentes necesidades de las mujeres y las niñas.

Con el generoso apoyo del gobierno australiano, se distribuyeron suministros de tiendas de maternidad de emergencia, kits de higiene femenina, paquetes de maternidad, radios solares y kits de salud reproductiva pocos días después del paso de la tormenta. Se desplegó inmediatamente personal para evaluar los daños y las necesidades en términos de protección y prevención de la violencia de género y servicios de salud materna, sexual y reproductiva. 

Es fundamental que se permita que este apoyo vital continúe o se restablezca rápidamente cuando se interrumpa. En 2020 ya se estimaba que había un aumento del 30 % en el número de madres que fallecieron durante el parto en Filipinas, debido principalmente a la interrupción de los servicios en los centros de salud materna y prenatal, a la dificultad de acceder a los centros de salud y al temor a contraer COVID-19. 

El UNFPA necesita con urgencia 12 millones de dólares en los próximos seis meses para garantizar que no queden atrás millones de las mujeres y niñas más vulnerables. “Tenemos que actuar rápida y conjuntamente para garantizar que las mujeres y las niñas logren un embarazo y un parto seguros, tengan acceso continuo a servicios de salud sexual y reproductiva, y estén protegidas de la violencia de género durante este aumento de COVID-19 y en el curso de las labores de socorro del tifón Rai”, manifestó la Dra. Leila Joudane, Representante del UNFPA en Filipinas.

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