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Dignidad y fuerza de las migrantes venezolanas en Colombia
- 05 Junio 2019
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CÚCUTA, Colombia – Nelsmar tiene 15 años y ya conoce la desesperación. Apenas ayer asistía a un colegio de clase media alta en Valencia, una ciudad en el centro de Venezuela; hoy duerme en un barrio de Cúcuta en una cama compartida con sus hermanos. Ayer soñaba con ser azafata de avión o psicóloga; hoy el afán por sobrevivir copa sus días.
Nelsmar, migró hace menos de dos años desde la Capital de Carabobo. Tras ocho días caminando y el resto en autobús, llegó a la frontera con Colombia. Y aunque pensó que aquella travesía era lo peor, recién luego, ya en Cúcuta, tomó consciencia de los peligros de la migración no planificada.
"Cuando no puede darse el lujo de lavar o cambiarse de ropa, o no tiene suficiente dinero, algo tan natural como su período se convierte en un desafío", dijo Nelsmar al UNFPA.
Es en ese momento de tránsito, donde los suministros sanitarios se vuelven importantes para preservar la dignidad, el bienestar y la movilidad de las mujeres, y más si son migrantes o viven situaciones de emergencia que les impide acceder a sus necesidades cotidianas. Así lo confirma Dildar Salamanca, coordinadora en terreno del UNFPA. “La mujer adolescente y migrante es un ser infinitamente resiliente, fuerte, capaz de sobreponerse a la hostilidad de la vida”.
Más de 1.2 millones de venezolanos han migrado a Colombia y un gran número de personas pasan por alto los controles de inmigración al salir de Venezuela.
Para el caso de la migración venezolana, donde el éxodo masivo en condiciones irregulares conduce al aumento de la violencia sexual y los abusos domésticos, UNFPA brinda apoyo técnico para la integración de la prevención, la respuesta y la mitigación de la violencia de género en el Plan Regional de Respuesta a la Migración (RMRP) y lidera el grupo de trabajo sobre violencia de género en la oficina de la Plataforma Regional para los Refugiados y Migrantes de Venezuela.
En este contexto los “kits de dignidad” actúan como herramienta primaria de protección porque brindan condiciones dignas (de ahí su nombre) para el autocuidado de una población que, en la vorágine del desplazamiento, ha perdido lo esencial para sobrevivir. Los Kits también son la primera puerta de entrada a la respuesta humanitaria integral que UNFPA dirige para resolver las necesidades de salud de las mujeres y adolescentes migrantes; desde las más inmediatas relativas a la higiene, hasta las de salud prenatal como complicaciones del embarazo y el parto, que pueden amenazar sus vidas.
“El objetivo del trabajo de capacitación es proporcionar espacios para la discusión sobre los derechos sexuales y reproductivos, prevenir la violencia de género y la violencia sexual, y dejar en claro dónde están los lugares para recibir la atención si son víctimas de agresiones”, explica Salamanca.
Nelsmar no imaginaba que iría a compartir un aprendizaje así. Al menos no lo pensaba cuando tuvo que cambiar aquella maleta que pensaba usar cuando se convirtiera en azafata por un equipaje lleno de miedos, como el que acarrea hoy.
“La mujer migrante es elevadamente valiente, puede cargar las hieles de la migración y al mismo tiempo las mieles de tener su familia unida, no se rinde ante un ‘no’ y mucho menos ante un ‘tal vez’”, agrega Dildar Salamanca.
Nelsmar podría haberse rendido y sumergirse en la ilusión perdida de lo que una vez fue, o encerrarse en el porqué de la situación compleja que ha vivido. Pero prefirió abrir ese equipaje para contar su historia y volver a emprender vuelo. Ella misma lo deja en claro.
Cuando se le preguntó qué sentía por su situación, ella respondió con firmeza: "Bien, con los sueños intactos".
– Tomer Urwicz y Liliana Arias Salgado