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Empoderar a las niñas de Nepal para que digan «no» al matrimonio infantil
- 09 Octubre 2012
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KAPILVASTU, Nepal—Bijay Laxmi tiene 15 años; lleva casada desde los 11. En unos meses se mudará con la familia de su marido, a quien no conoce. Allí se dedicará a cocinar, limpiar, cuidar del ganado y, muy probablemente, empezará a tener sus propios hijos.
Sabe que dar a luz a una edad tan temprana es peligroso, pero la decisión no depende de ella.
Lamento haberme casado tan joven, pero ¿qué puedo hacer?», se pregunta. «Intentaré convencer a mi familia política de que es mejor que no tenga hijos hasta dentro de cuatro años».
En Nepal, la mitad de las niñas se casan antes de los 18 años, a pesar de que el matrimonio infantil es un delito. Las campañas contra esta práctica empiezan a tener cierta repercusión, y cada vez más niñas, facultadas para defender sus derechos, se resisten al matrimonio infantil. Pero el cambio se produce con demasiada lentitud y llega demasiado tarde para muchas.
Demasiado jóvenes y demasiado pobres
Shanti, de 16 años, vive con su marido Ramesh y la familia de este desde que tenía 14 años. Ramesh, de 17, dejó la escuela tras el quinto curso y no tiene trabajo.
«La vida es dura, porque mi marido no tiene ingresos», dice Shanti, que a continuación describe su rutina: «Todos los días preparo el desayuno a mi familia política, doy de comer al ganado, limpio el cobertizo, vigilo a las reses en el campo, hago la comida y después lavo la loza. Todo lo hago sola».
Ramesh dice que se le rompe el corazón al decirle a Shanti que no hay dinero cuando esta necesita algo. «A los jóvenes les recomiendo que permanezcan en la escuela”, dice. «Que no se casen si no van a poder mantener a su familia».
Por desgracia, Shanti y Ramesh no pudieron opinar sobre si querían casarse. Sus progenitores acordaron su matrimonio cuando él tenía 12 años, y ella, 11.
Shanti se siente sola cuando Ramesh se va a la India durante meses para desempeñar trabajos manuales y la deja con su familia política.
«Ahora estoy casada, mi madre no puede cuidar de mí», explica. «Quiero a mi marido y no me gusta que se vaya. Pero somos pobres, debo hacerme a la idea».
«Tengo que aceptar mi destino», añade Shanti. «Pero ya he rogado a mis padres que dejen que mi hermana permanezca en la escuela».
Presión para tener hijos
Ramesh y Shanti están ahorrando un poco antes de tener hijos, un planteamiento bastante atípico. La mayoría de las niñas recién casadas se ven sometidas a una presión enorme para que tengan hijos inmediatamente.
Suneeta Kori, de 20 años, ya tiene tres niñas y un niño. Cuando llevó a la más pequeña al centro de salud para vacunarla, le dijo a un trabajador sanitario que todavía no estaba preparada para utilizar la planificación familiar, dado que su suegra quería otro nieto varón.
Alrededor de la mitad de las niñas del mundo que son víctimas del matrimonio infantil viven en Asia Meridional. Esta práctica nociva persiste por una serie de razones socioculturales y económicas, pero el denominador común en todos los grupos étnicos y religiones es la baja condición social de las mujeres y las niñas.
A los progenitores de Bijay Laxmi y Shanti los motivó la creencia tradicional de que irían al cielo si sus hijas se casaban antes de llegar a la pubertad.
Con frecuencia, el matrimonio infantil priva a las niñas de una educación y las expone a la discriminación, la violencia doméstica y el maltrato. Muchas empiezan a tener hijos antes de que su cuerpo esté preparado, de manera que ellas mismas y sus bebés corren el riesgo de morir durante el parto.
Iniciativas para empoderar a las niñas
Varias iniciativas informan a las comunidades nepalesas sobre el perjuicio que provoca el matrimonio infantil y los beneficios de mantener a las niñas en la escuela.
El programa Choose Your Future, que cuenta con el apoyo del UNFPA, enseña a niñas no escolarizadas una serie de cuestiones de salud y fomenta el desarrollo de destrezas básicas para la vida.
Los docentes de Choose Your Future intentan convencer a los padres para que dejen que sus hijas asistan a la escuela a tiempo completo, y muchos lo hacen, sobre todo porque en Nepal la educación de las niñas a partir del décimo curso es gratuita.
Bijay Laxmi se inscribió en una clase de Choose Your Future después de que uno de los profesores acudiera a su casa para explicar el programa. Sus padres ya la han prometido a la familia de su esposo y no volverá a la escuela. Sin embargo, lograron persuadirlos para que dejaran que una hija más joven permaneciera escolarizada. Prem Laxmi cursa ahora estudios secundarios.
«El matrimonio precoz es costumbre aquí, no sabíamos que era algo malo hasta que el profesor nos explicó algunas cosas», afirma Malati Sebak, la madre de las niñas. «Pero no casaremos a Prem Laxmi antes de que cumpla los 20».
Las niñas que participan en el programa Choose Your Future se toman su mensaje de empoderamiento muy en serio. Algunas han empezado a tomar las riendas de la situación.
Las niñas empoderadas pueden frustrar los planes de boda
Usha tiene 15 años y ha sido elegida por sus compañeras de Choose Your Future como delegada de una clase donde las niñas aprenden que el matrimonio infantil es ilegal y que puede provocar complicaciones durante el parto. Usha se enteró posteriormente de que sus padres estaban planeando casarla.
«Pensé: “Soy la delegada. Si no puedo evitar mi propio matrimonio, ¿quién defenderá a mis compañeras?”. Así que me enfrenté a mi madre, con la ayuda de mis amigas», recuerda Usha.
Cuando Usha y sus compañeras amenazaron con informar a las autoridades si el matrimonio seguía adelante, sus padres transigieron y lo suspendieron.
Usha sabe que compensa dejar a las niñas en la escuela en lugar de casarlas. No vacila cuando le preguntan qué quiere ser de mayor. «Cuando acabe la escuela me gustaría ser profesora, médica o, como mínimo, tendera», responde con orgullo.
Después de que Usha se pusiera firme, otras chicas del grupo también se opusieron a los planes de matrimonio. Su actitud puso en un aprieto a sus progenitores, pues la dote que la familia de la novia debe entregar aumenta con la edad de esta.
La pobreza sigue siendo una causa subyacente
Sabrunisha Gaddi tiene siete hijos y está embaraza. Se queja de que no consigue casar a su hija Kabrunisha, de 14 años.
«Es cierto que el matrimonio infantil es un problema», reconoce, «pero póngase en la piel de los padres, somos muy pobres. Casar a nuestra hija cuando sea mayor resultará más complicado, y hay niñas más pequeñas en casa».
Convencer a las madres es fundamental, dice Sita Ghimire, de Save the Children Nepal: «Al principio, las madres dicen: “Yo misma he vivido el matrimonio infantil y aquí estoy, ¿por qué no lo va a hacer mi hija?”. Entonces les preguntamos: “¿A cuántos hijos has dado a luz? ¿Qué problemas tuviste? ¿No habrías preferido quedarte con tus padres cuando te casaron con 9 años?”. En ese momento se les abren los ojos y responden: “Es cierto. No le haré eso a mi niña”».
Las campañas de concienciación comunitaria para poner fin al matrimonio infantil en Nepal han adoptado formas diversas, desde anuncios radiofónicos hasta representaciones teatrales callejeras de agrupaciones infantiles. Los esfuerzos se dirigen ahora a intensificar el trabajo de prevención, incluido el trabajo de sensibilización con hombres y niños.
La Comisión Nacional de Planificación y los ministerios gubernamentales están trabajando con los organismos de las Naciones Unidas y las organizaciones de la sociedad civil en la elaboración de un plan de acción sobre desarrollo adolescente, en el que se abordará el matrimonio infantil.
El objetivo es reforzar los compromisos para poner fin al matrimonio infantil, de manera que, pronto, niñas como Bijay Laxmi, Shanti y Usha puedan elegir el futuro que quieren
.William A. Ryan