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En Moldova, las refugiadas ucranianas tienen acceso garantizado a servicios integrales de salud sexual y reproductiva

Olga descansa con su nueva hija después del parto por cesárea en la maternidad en Balti, en la República de Moldova. Olga estaba embarazada de siete meses cuando huyó junto a su hijo de cuatro años, Timofey, de su ciudad natal, Ochakiv, cerca de la ciudad portuaria de Odesa en el sur de Ucrania. @ UNFPA Moldova
  • 29 Junio 2022

KYIV, Ucrania – «Tomé el último tren de evacuación. El día siguiente, la estación fue bombardeada». Katya sigue aterrada por el rumbo tan diferente que podría haber tomado su vida. 

Embarazada de siete meses, había permanecido escondida con su familia en un frío sótano durante 11 días en la ciudad de Lisichansk, al este de Ucrania. Cuando desarrolló cálculos renales y enfermó, tomó la dolorosa decisión de dejar atrás a su esposo, padres y hermana para embarcarse sola en un extenuante viaje de dos días a la vecina República de Moldova. «Viajamos en un coche dormitorio, en el que cuatro personas ocupábamos el sitio de una», cuenta. «No fue un viaje fácil».

Olga estaba también embarazada de siete meses cuando las sirenas comenzaron a sonar y las bombas empezaron a caer sobre su ciudad natal, Ochakiv, cerca de la ciudad portuaria de Odesa, en el sur. Sabía que no tenía más opción que huir, y cargó con todo lo que pudo ⸺incluido su hijo de cuatro años, Timofey. Pero para cuando partió, una fila de vehículos se extendía más allá de lo que alcanzaba la vista, así que caminó los 12 kilómetros hasta la frontera. «Nos tomó mucho tiempo. Llevaba muchas bolsas y un niño cansado al que le costaba caminar», recuerda para el UNFPA.

Pasar el parto sola y lejos de casa

Cuando lograron llegar a la República de Moldova, Olga y su hijo fueron hospedados por una familia en Balti, la segunda ciudad más grande del país. Le conmovió la cálida acogida con la que les recibieron, desde la familia que les invitó a su casa hasta los vecinos que les brindaron alimentos.

Pero el trauma de la guerra y de haber tenido que huir de su vida tal y como la conocía han provocado en Olga un profundo estrés. Como se encontraba en el tercer trimestre de embarazo, fue ingresada en la maternidad de Balti para recibir supervisión médica; posteriormente dio a luz a una niña sana mediante cesárea. Cuando llegó a la República de Moldova, Katya también fue derivada a una clínica local, en la que recibió una pronta e integral atención prenatal antes de dar a luz a un niño sano en la misma maternidad que Olga.

Las dos mujeres se asombraron al conocer que les brindaron el tratamiento completo, parto y anestesia en el hospital de manera gratuita gracias a un acuerdo firmado entre el UNFPA y el sistema nacional de salud moldovo. Este acuerdo garantiza que hasta el 31 de diciembre de 2022, los refugiados de Ucrania pueden acceder a los mismos servicios gratuitos de salud sexual y reproductiva que los ciudadanos moldovos, incluida atención obstétrica de emergencia para mujeres con complicaciones que supongan un riesgo para su vida.

Garantizar el acceso a atención médica

La iniciativa es crucial para unas 22.000 refugiadas ucranianas en edad reproductiva en la República de Moldova, de las que 1.500 están actualmente embarazadas. Además de atención cualificada antes, durante y después del parto, las mujeres tienen acceso a pruebas de detección de cáncer, servicios de planificación familiar, tratamiento para infecciones de transmisión sexual y otros servicios esenciales de salud sexual y reproductiva.

«Hacemos todo lo que podemos tanto por las mujeres refugiadas como por las moldovas para garantizar que nazcan niños sanos y que las madres abandonen el hospital en buen estado», asegura Caroline Frumusaki, médica jefa del hospital. La Sra. Frumasaki supervisó personalmente la asistencia prenatal de Olga y el nacimiento de su hija, y expresó al UNFPA que su cometido es asegurarse de que todas las mujeres, vengan de donde vengan, reciban la atención médica materna e infantil que necesiten, cuando la necesiten.

El UNFPA trabaja de cerca con el Gobierno de Moldova y asociados para garantizar que las mujeres y niñas de todas las edades que se han visto obligadas a huir de sus hogares en Ucrania puedan continuar accediendo a los servicios e información en materia de salud sexual y reproductiva, así como a apoyo psicosocial para lidiar con el trauma y estrés que probablemente sufrirán debido a que sus vidas han dado un vuelco a causa de la guerra.

Un momento agridulce

A pesar de que Olga se muestra aliviada de que su hija haya nacido de forma segura, lo que debería haber sido un periodo feliz de su vida se ha tornado en uno triste. «Nuestro propósito de Año Nuevo fue comprarnos una casa nueva. Habíamos planeado celebrar el nacimiento de nuestra hija y el quinto cumpleaños de nuestro hijo con la familia y amigos. Pero todo ha cambiado, ya nada es seguro. Ahora es difícil hacer propósitos», relata.

Una mujer con su bebé.
Katya sostiene a su hijo, Matvey, después de dar a luz en la maternidad de Balti en la República de Moldova. Escapó del país sola desde su casa en Lisichansk, al este de Ucrania, tras desarrollar cálculos renales y enfermar mientras estaba embarazada y escondida en un sótano por más de 10 días. @ UNFPA Moldova

Solo han pasado algo más de cuatro meses desde la brutal invasión de Rusia en Ucrania y se estima que la República de Moldova acoge a unos 86.000 refugiados ucranianos. Hasta el momento, el UNFPA  ha distribuido más de 10 toneladas de suministros relacionados con la salud reproductiva en hospitales y clínicas en toda la República de Moldova ⸺entre ellos la maternidad de Balti, el hospital donde Katya y Olga dieron a luz. Los envíos contienen medicamentos y equipos para brindar atención obstétrica de emergencia, tratar infecciones de transmisión sexual y para la gestión clínica de violaciones; y cubrirán las necesidades de unas 450.000 personas, incluyendo las de refugiados ucranianos. 

Katya expresa su gratitud por que su hijo Matvey esté sano, aunque el nacimiento de su primer niño dista de lo que había imaginado. Sola, lejos de casa y con un futuro incierto, manifiesta que suele sentirse ansiosa y perdida. «Mi marido y yo habíamos soñado con este día durante mucho tiempo. Su padre está muy emocionado y no puedo esperar el día en el que pueda sostener a nuestro bebé en brazos».

 

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