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La pandemia y los conflictos siguen trastornando la vida de las mujeres en Yemen
- 29 Junio 2021
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AL HUDAYDAH, Yemen – Fatima Mujawash tuvo una vida muy distinta. Fue bien educada, tiene un diploma en ciencias de laboratorio clínico, estaba felizmente casada y tiene tres hijos.
Todo cambió cuando estalló el conflicto de Yemen. Su marido murió a causa de un proyectil explosivo cuando la violencia afectó a su distrito natal, Al Khokah, en la provincia de Al Hudaydah. La familia de su padre decidió huir.
Un año después de la muerte de su marido, la Sra. Mujawash tomó también la dolorosa decisión de irse. “No tenía a nadie que me respaldara o me apoyara para aliviar el dolor y la pena”, explicó.
Sin medio de transporte, ella y sus hijos (de 7, 12 y 15 años) salieron a pie y dejaron casi todo atrás.
En ese momento se había iniciado la pandemia de COVID-19, y la Sra. Mujawash temía que su familia quedara expuesta si buscaban refugio en una ciudad atestada.
Por eso decidió ir a Tuhama, una zona rural en las afueras de Zabid, donde había un campamento de desplazados no lejos de la aldea donde vivía su hermana.
Caminaron durante tres horas en el calor del desierto, “bajo el sol abrasador y sobre la arena ardiente”, recordó. Finalmente, llegaron a una carretera donde encontraron un vehículo que los llevara.
La esperanza de la Sra. Mujawash de que un destino rural protegiera a su familia de la pandemia pronto se desvaneció. Poco después de llegar al campamento de desplazados, se enfermó con COVID-19.
Fue admitida en el hospital de cuarentena de Zabid. Allí, ella estaba aislada, luchando por un poco el aire. “Me sentí tan sola y era todo tan sombrío”, se lamentó. “Cada vez que respiraba debía hacer un esfuerzo inmenso."
“Hay que sacar fuerzas para mejorar”, le dijo uno de los médicos. “Piense en las personas que le dan fuerza”.
La Sra. Mujawash pensó en sus hijos: ellos fueron su motivación para recuperarse.
“Luchaba por salvar mi vida para volver a ver a mis hijos”, admitió.
A finales de marzo se recuperó lo suficiente y le dieron de alta. Regresó al campamento de desplazados y allí se reunió con sus hijos.
Ha solicitado asesoramiento médico en el Hospital Zabid, que cuenta con el apoyo del UNFPA. Además de recibir tratamiento para la COVID-19, pudo recibir servicios de salud reproductiva, y su hijo ha podido acceder a tratamiento para su anemia drepanocítica.
Este año, el UNFPA presta apoyo a 105 centros de salud en todo Yemen. Más de medio millón de mujeres y niñas han recibido servicios de salud reproductiva que salvan vidas en los últimos seis meses, cuidados que han recibido el apoyo de la Unión Europea, KSRelief, Qatar, la República de Corea y el Fondo Central de Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas.
Sin embargo, el entorno operativo se sigue viendo gravemente disminuido. A través de sus asociados, el UNFPA es el único proveedor de vitales medicamentos esenciales para la salud reproductiva en Yemen. El UNFPA necesita USD 100 millones en 2021 para seguir llegando a las mujeres y las niñas. Hasta la fecha sólo se ha recibido el 30 % de este llamamiento de financiación.
En cuanto a la Sra. Mujawash, todavía no ha podido encontrar trabajo, pero su familia ha estado recibiendo ayuda de emergencia distribuida en el campamento. Ella está decidida a aferrarse a la fuerza que reunió en el hospital, e incluso se está permitiendo imaginar un futuro mejor.
“El desplazamiento y la pandemia han cambiado mi vida”, manifestó. “Me fortalecieron. Hice cosas que nadie podía imaginar o soportar. pero todavía sueño con volver a casa con mis hijos. Espero que algún día la pandemia y la guerra desaparezcan de mi país”.