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La violencia asola a las mujeres y las niñas en medio del conflicto incesante del Yemen
- 28 Febrero 2023
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NACIONES UNIDAS/SANÁ - A los 15 años, Rehman* fue entregada en matrimonio a un maltratador. “El año que duró nuestro matrimonio mi vida fue un tormento; estuvo llena de violencia y abusos”, confesó hace poco al UNFPA en la gobernación de Hajjah.
El matrimonio infantil es un mecanismo de adaptación al que recurre un número alarmante de padres yemeníes para hacer frente a una precariedad cada vez mayor. Tras ocho años de conflicto, las familias de este país sufren no solo desplazamientos masivos, sino también una crisis económica catastrófica y el colapso de numerosos servicios sociales y sistemas de protección vitales. En la actualidad, casi dos tercios de las niñas en el Yemen se casan antes de cumplir los 18 años.
Pero a Rehman el matrimonio no le procuró apoyo ni estabilidad a largo plazo. Huyó de la violencia de la guerra junto con su marido para encontrar en él una nueva forma de violencia. Irónicamente, el alivio llegó con el abandono: “Mi marido decidió divorciarse de mí; dijo que no podía permitirse alimentarme tras nuestro desplazamiento”, relata Rehman.
Las condiciones en el Yemen no hacen más que empeorar, y las restricciones a la libertad de las mujeres y las niñas se recrudecen en muchos lugares. En algunas zonas del norte del país, por ejemplo, las mujeres ya no pueden trabajar de manera independiente debido al sistema mahram, que exige a las mujeres ir siempre acompañadas de un tutor varón en sus desplazamientos.
Se calcula que, actualmente, 12,6 millones de mujeres necesitan servicios de protección y salud reproductiva que pueden salvarles la vida.
“La guerra en el Yemen ha dejado a su paso una devastación absoluta, con graves consecuencias para las mujeres y las niñas”, constató la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA.
La discriminación de género se cobra vidas
Alrededor de tres cuartas partes de los 4,5 millones de personas desplazadas en el Yemen son mujeres y niños, y aproximadamente el 26% de las familias desplazadas están encabezadas por mujeres. Sin embargo, las normas discriminatorias de género siguen obstaculizando la capacidad de las mujeres para mantenerse a ellas mismas y sus familias; en el caso del sistema mahram, estas normas impiden a las trabajadoras humanitarias prestar apoyo y servicios vitales.
De acuerdo con las estimaciones, 7,1 millones de mujeres en el Yemen precisan acceso urgente a los servicios que previenen y combaten la violencia de género, pero estos servicios son muy escasos, e incluso inexistentes en algunos lugares.
Rehman tuvo suerte. Descubrió que en su campamento de desplazados había un espacio seguro para las mujeres y las niñas respaldado por el UNFPA.
En él, recibió asistencia en efectivo y consiguió que la derivaran a un establecimiento de salud. “Estoy empezando a encontrarme mejor”, aseguró.
“Pronto voy a incorporarme a un programa de apoyo en materia de medios de subsistencia en el espacio seguro donde adquiriré nuevas competencias y podré comenzar una vida sin violencia ni abuso”.
Graves necesidades en salud reproductiva
Con el sistema de salud del país devastado, el Yemen presenta una de las tasas de mortalidad materna más elevadas de la región. Cada dos horas, muere una mujer yemení durante el parto por causas evitables.
Somaya*, una mujer de 25 años que vive en Taizz, estuvo a punto de ser una de esas mujeres. Estaba embarazada de seis meses cuando su marido la echó de casa a ella y a sus cinco hijos. Para mantener a los niños, Somaya aceptó trabajo en una granja; un trabajo duro y físico que, por sus características, deterioró su estado de salud.
Un médico le detectó complicaciones en el embarazo y le aconsejó que buscara apoyo en un espacio seguro para mujeres y niñas. Allí, Somaya obtuvo ayuda económica para poder pagarse atención obstétrica. Lamentablemente, el embarazo concluyó en un caso de mortinato, pero Somaya pudo recibir la atención médica y psicosocial que necesitaba para recuperarse.
“Ya no siento la tristeza y ansiedad desgarradoras que sentía”, contó Somaya al UNFPA.
La atención obstétrica que probablemente salvó la vida de Somaya no está disponible en la mayor parte del Yemen.
Menos de la mitad de los partos cuentan con la asistencia de personal sanitario cualificado, y solo uno de cada cinco establecimientos de salud aún en funcionamiento prestan servicios de salud maternoinfantil.
El UNFPA es el único proveedor de medicamentos vitales para la salud reproductiva en todo el país, pero la escasez crónica de fondos está poniendo en jaque este servicio de atención. Es posible que alrededor de 93 establecimientos de salud tengan que cerrar debido a las dificultades presupuestarias.
Llamamiento en curso
El 27 de febrero, el UNFPA hizo un llamamiento para obtener 70 millones de dólares estadounidenses destinados a mantener sus programas de protección y salud reproductiva dirigidos a mujeres y niñas.
A pesar de la persistente falta de financiación de sus operaciones humanitarias en el Yemen, en 2022 el UNFPA pudo llegar a más de 2,7 millones de mujeres y niñas. Estas operaciones contaron con el apoyo del Canadá, el Centro Rey Salman de Socorro y Acción Humanitaria, el Fondo Humanitario para el Yemen, el Fondo Rotatorio Central para Emergencias, Islandia, Noruega, la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), los Países Bajos, Qatar, Suecia, Suiza y la Unión Europea.
Se prevé que en 2023 el entorno de las ayudas sea aún más desfavorable que en años anteriores. Con todo, la Dra. Kanem insiste en que no debemos olvidar a las mujeres y las niñas: “Tenemos que reaccionar inmediatamente para salvar vidas, brindar el apoyo esencial que se necesita con tanta urgencia y ofrecer una mejor opción de futuro”.
*Los nombres se han modificado por motivos de privacidad y protección