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La violencia sexual y el hambre aumentan tras un año de guerra en Sudán
- 12 de abril de 2024
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Sudán – “Imposible olvidar ese momento. No puedo olvidar ese olor. No puedo olvidar sus rostros. Este momento me atormentará mientras viva”.
Fawzya*, de 26 años, viajaba hacia la frontera con Chad para escapar de la violencia que asediaba su ciudad natal en Sudán, cuando estalló el combate justo delante de ella. Después de un año de guerra e inseguridad, Sudán está experimentando las mayores emergencias de desplazamiento interno del mundo: unos 6,6 millones de personas obligadas a huir de sus hogares a otras zonas del país.
“Tuve que correr y perdí a mi tía”, relató Fawzya al UNFPA, el organismo de salud sexual y reproductiva de las Naciones Unidas. “Una familia me ofreció refugio, pero después de tres horas de combates, irrumpieron hombres armados y nos gritaron '¿dónde escondes las armas?'”.
Fawzya y la familia no estaban armados, pero el dueño de la casa recibió un disparo de todos modos, justo delante de la familia. “Los hombres me dijeron que fuera a la habitación de al lado y les trajera algo de comer”, continuó. “Me fui y tres de ellos entraron tras mí y cerraron la puerta. Uno me apuntó con un arma a la cabeza y me dijo que me quitara la ropa. Cuando me negué, disparó una bala al techo. Estaba tan asustada”. La obligaron a tirarse al suelo y la violaron.
“Vomitaba y lloraba. Una mujer vio a la habitación después que se marcharon los hombres, me cubrió y comenzó a llorar conmigo”.
La experiencia de Fawzya forma parte de un número incalculable de informes de desgarradora violencia sexual en Sudán que incluye violaciones, secuestros y matrimonios forzados e infantiles. Dado que 6,7 millones de personas necesitan protección contra la violencia de género, la crisis ha infundido terror a las personas que apenas tienen acceso a servicios de salud, apoyo o justicia.
Una crisis que se multiplica
La violencia sexual ejercida como arma de guerra no tiene límites respecto de la edad y carece del más mínimo sentido de misericordia. Millones de personas son llevadas a niveles catastróficos de hambre, y los atacantes están usando la desesperación en su beneficio.
“Nos quedamos sin comida después de escondernos durante un mes”, recordó Sarah*, de 14 años. “Salí con mi hermana a buscar algo de comer, pero tres hombres armados nos encontraron. Mi hermana logró escapar, pero a mí me violaron. Estuve desmayada durante horas. Cuando desperté me encontré con algunas señoras mayores que me reconocieron y me llevaron a donde mi madre”.
Los secuestros también han aumentado dramáticamente en las zonas afectadas por el conflicto: para Shakra*, de 22 años, una noche en la casa de su amiga se convirtió de pronto en una pesadilla. “Cuatro hombres me obligaron a subir a un automóvil y guiaron durante dos horas”, comentó al UNFPA. “Me violaron y me dejaron allí durante dos días, sin agua ni comida. Después encontré a gente de mi tribu y les pedí que me llevaran a mi familia”.
Peligros para las mujeres embarazadas
El sistema de atención sanitaria en Sudán no se ha salvado de la debacle: cerca del 80 % de los hospitales de las zonas afectadas por el conflicto ya no funcionan debido a la escasez de suministros y del personal desplazado. Los centros que permanecen en operación se ven abrumados por personas que buscan atención, lo que debilita grandemente el sistema.
En medio de esta catástrofe, hay 150.000 mujeres embarazadas desplazadas. “Ninguno de nosotros tiene trabajo estable o recursos para cubrir nuestras necesidades, como las de tratamiento médico”, afirmó Amina*, que ha sido desplazada de Jartum. “Nuestra salida son los servicios gratuitos proporcionados por clínicas móviles que visiten nuestro sitio de desplazamiento”.
Las clínicas forman parte del apoyo del UNFPA para llegar a algunas de las personas en las zonas más remotas, proporcionando suministros y servicios de salud materna esenciales, incluidas la atención obstétrica de emergencia y el tratamiento clínico de la violación. Hasta la fecha se han desplegado en todo el país 33 unidades móviles, y se han creado 64 espacios seguros para ofrecer protección, tratamiento y remisión a especialistas a las sobrevivientes de violencia de género.
La mayoría de las mujeres y niñas de las zonas afectadas por conflictos no tienen acceso a los necesarios servicios de salud reproductiva. “Una mujer que sufría complicaciones del embarazo tuvo que ser transportada en una carreta por 10 kilómetros”, relató Zainab, una partera que trabaja con un equipo móvil del UNFPA en el estado de AJ Jazeera.era State.
La volátil situación implica que el personal médico a menudo no puede regresar a casa después de que ha terminado su turno. “Trabajo tres días a la vez, y asisto a un parto tras otro”, comentó Fátima, una partera de Jartum. “Vuelvo a casa el cuarto día a descansar. Entonces empiezo de nuevo."
Supervivencia con el apoyo del UNFPA
En Darfur, Jartum y Kordofán, áreas que han sido testigos de algunos de los combates más intensos, es probable que más de 7.000 nuevas madres mueran en los próximos meses si no reciben el apoyo de salud y nutrición que necesitan. Es probable que unos 1,2 millones de mujeres embarazadas y lactantes sufran malnutrición aguda en los próximos meses, lo que aumenta considerablemente el riesgo de enfermedad y muerte tanto para las madres como para los recién nacidos.
El UNFPA está colaborando con sus asociados para prestar servicios vitales de salud reproductiva y protección, especialmente en zonas con un gran número de desplazados internos. En el último año, más de 100.000 personas han recibido servicios médicos y de salud reproductiva, y más de 600.000 han recibido apoyo de respuesta a la violencia de género.
“Nos ofrecieron una vía para la supervivencia,” agradeció Amina*.
“La sensación de que alguien se preocupa por ti, especialmente como persona desplazada, significa mucho”, dijo Samia, de Jartum Oriental, que actualmente recibe ayuda en un espacio seguro apoyado por el UNFPA.
*Se han cambiado los nombres por motivos de privacidad y protección