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Las mujeres serbias con discapacidad rompen los tabúes y transforman los servicios sanitarios en medio de una pandemia
- 12 de abril de 2021
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BELGRADO, Serbia – Mónika Zsúnyi, de 26 años, puede hacer muchas cosas extraordinarias. Vive en Temerin, Serbia, tiene un grado avanzado en matemáticas aplicadas y dedica su tiempo a hacer modelos en 3D. Es ávida lectora y organizadora comunitaria. También vive con una discapacidad, como viven más de mil millones de personas en todo el mundo.
“Soy una mujer con discapacidad”, comentó la Sra. Zsúnyi al UNFPA. “Vivo con parálisis cerebral. Tengo dificultad para hablar y moverme”.
Este hecho no disminuye la riqueza de su vida y sus relaciones; es hora de que los servicios de salud reflejen esta realidad.
“Trato de ser lo más independiente posible y vivir una vida plena. La vida sexual es parte de eso”, remarcó.
Hoy, la Sra. Zsúnyi y otras mujeres con discapacidad en Serbia están liderando los esfuerzos para que los servicios de salud sexual y reproductiva sean más accesibles y equitativos.
Se calcula que, en Serbia, el 8 % de la población total (casi 600.000 personas, la mayoría mujeres y niñas) vive con algún tipo de discapacidad. Sin embargo, una de cada cinco mujeres y adolescentes con discapacidad asegura que enfrenta dificultades para acceder a los servicios de salud necesarios, según un estudio realizado por el UNFPA y su asociada local Iz Kruga Voivodina.
Una de cada cuatro mujeres con discapacidad está insatisfecha con los servicios de salud sexual y reproductiva que recibe, según el estudio, y una de cada siete nunca se ha realizado un examen ginecológico. Sólo una de cada cuatro dice que puede decidir libre e independientemente si quiere tener hijos, o que puede contar con el apoyo de su familia para tal decisión.
Estos obstáculos surgen como producto de los estereotipos persistentemente negativos que enfrentan las personas con discapacidad, que se observan incluso entre las y los profesionales de la salud. En consecuencia, las personas con discapacidad son extremadamente vulnerables, tanto a la negligencia como a la explotación: tienen tres veces más probabilidades que sus pares no discapacitadas de sufrir violencia física, sexual o emocional, y a medida que la pandemia de COVID-19 erige barreras a los servicios de salud para todos, las personas con discapacidad corren el riesgo de quedarse aún más rezagadas.
Sin embargo, mujeres como la Sra. Zsúnyi están decididas a cambiar la situación. Se sumó a un proyecto iniciado el año pasado por el UNFPA e Iz Kruga Voivodina para capacitar a las personas con discapacidad para que exijan sus derechos en materia de salud sexual y reproductiva.
Con operaciones en cinco municipios (Raska, Temerin, Uzice, Valjevo y Vranje) el proyecto proporcionó capacitación sobre derechos en materia de salud sexual y reproductiva, accesibilidad a los servicios sanitarios, incluida atención ginecológica, y habilidades para documentar e identificar barreras, defensoría pública y creación de un plan de acción de promoción.
“Debido a la pandemia de COVID-19 implementamos casi todo el proyecto en línea”, dijo la Sra. Zsúnyi. Al final ella realizó un cortometraje sobre los temas descubiertos en el ejercicio de mapeo, que fue proyectado en el Club Juvenil local y motivó el diálogo con el gobierno local y con organizaciones de la sociedad civil.
Otras defensoras, como Ana Djokic, de Uzice y Marija Sofranac, de Valjevo, se convirtieron en firmes defensoras de la eliminación del estigma en torno a las necesidades de salud sexual y reproductiva de las mujeres con discapacidad, un tema que durante mucho tiempo se consideró tabú.
“Muchas personas piensan que mujeres como nosotras, en silla de ruedas, no podemos convertirnos en esposas o madres”, se quejó Sofranac. “No suele dársenos esa oportunidad.”
Las defensoras también están trabajando con funcionarios locales de salud para hacer que los consultorios médicos sean físicamente más accesibles. En Raska, Dusica Stretenovic convenció a las autoridades locales para que respaldaran la adquisición de una mesa de exámenes hidráulica. “Tengo derecho a pedir igualdad de trato en materia de salud sexual y reproductiva, y el Estado está obligado a apoyarme en esto”, planteó firmemente.
En Vranje, Gordana Stojanovic persuadió a los funcionarios para que pusieran de nuevo en servicio una mesa hidráulica en desuso para chequeos ginecológicos. También realizó una película sobre los desafíos que enfrentan las mujeres con discapacidad en el municipio, y ayudó a aprobar un memorando local para priorizar las necesidades de su comunidad. “Las mujeres con discapacidad a menudo se sienten como ciudadanas de segunda clase, sin ninguna utilidad para la comunidad”, se lamentó la Sra. Stojanovic.
Ella y sus compañeras defensoras están cansadas de esos estereotipos manidos. Hoy en día cuentan con las aptitudes, la experiencia y la confianza necesarias para seguir luchando por un mundo más inclusivo.
“Estas actividades me impulsaron a salir de mi zona de confort, y rompieron los prejuicios que tenía sobre mí misma: que no podía ser líder debido a mi dificultad para hablar”, manifestó la Sra. Zsúnyi. “Nuestra vida no siempre es fácil, pero siempre vale la pena luchar por nuestros derechos”.