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Las sobrevivientes somalíes de la mutilación genital femenina abogan por cambiar las mentes y las vidas
- 26 Febrero 2024
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MOGADISCIO, Somalia – “Solía sentir miedo en la noche”, admitió Nurto Abdi Osman, madre de dos hijos, al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos en materia de salud sexual y reproductiva.
La Sra. Osman tenía siete años cuando la sometieron a la mutilación genital femenina. El peligroso procedimiento la dejó en agonía durante días: sangró hasta que se desmayó. Más tarde descubrió que su abertura vaginal había quedado bloqueada.
"Mis días de boda también representan recuerdos dolorosos", agregó. La intimidad fue difícil para ella y su esposo debido a su lesión.
Lo lamentable es que el relato de la Sra. Osman es común en Somalia, donde la experiencia de la mutilación genital femenina es casi universal. La tasa de prevalencia de la práctica es del 99 % entre las mujeres de entre 15 y 49 años, lo que refleja una costumbre profundamente arraigada en la cultura somalí.
Según una investigación del UNFPA, los factores que perpetúan esta práctica incluyen la creencia de que la religión exige la mutilación genital femenina, que el procedimiento impedirá las relaciones sexuales antes del matrimonio y que ciertas formas de mutilación son "inofensivas". Aunque ninguna de estas creencias es exacta, tres de cada cuatro mujeres en Somalia apoyan la continuación de la tradición.
Para estimular a las comunidades a abandonar la mutilación genital femenina hay que modificar las normas sociales y crear conciencia sobre sus consecuencias desastrosas y potencialmente mortales. A través de su Programa Conjunto del UNFPA y UNICEF para eliminar la mutilación genital femenina, el UNFPA y UNICEF apoyan a activistas de base como la Sra. Osman en su labor de persuasión de las comunidades en el sentido de que protejan los derechos de sus hijas y eviten que las niñas se vean afectadas por el peligroso procedimiento.
“Las sobrevivientes entienden los obstáculos que deben enfrentar para eliminar la mutilación genital femenina y están encabezando la lucha: una familia y una comunidad, a la vez”, explicó la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA.
Nunca más
Puede ser difícil desarraigar costumbres culturales profundamente arraigadas, pero no imposible. Como prueba de esto tenemos a Amina, partera tradicional, de 48 años, quien solía realizar mutilaciones genitales femeninas, pero se ha comprometido a no volverlo a hacer.
Amina comenzó a realizar el procedimiento después que falleciera la practicante de su comunidad y los residentes del pueblo le rogaran que interviniera. "Mi decisión de asumir el cargo se basó en la necesidad de preservar las tradiciones y costumbres de nuestros antepasados", confió al UNFPA.
Como sobreviviente de mutilación genital femenina, Amina estaba convencida de que la práctica era exigida por la religión. Esto fue asía hasta que su participación en cursos de capacitación y sesiones de diálogo apoyados por el UNFPA sobre la práctica nociva la convenció de lo contrario.
"Me quedé estupefacta al enterarme de que lo que consideraba una práctica religiosa y positiva resultó ser una práctica atroz", se lamentó Amina.
Los factores que impulsan la perpetuación de la mutilación genital femenina son de índole social, cultural y económica. Para Amina, el dinero que recibía por realizar el procedimiento complementaba los bajos ingresos que ganaba como partera tradicional. De hecho, las investigaciones muestran que, durante la pandemia de COVID-19, las practicantes iban de puerta en puerta para realizar la mutilación genital femenina, en parte debido a la pérdida de ingresos por las restricciones relacionadas con el confinamiento.
Para enfrentar este problema, el UNFPA ayuda a conectar a las profesionales con actividades de generación de ingresos alternativos, lo cual permite a personas como Amina abandonar la práctica. Amina, lo mismo que otras mujeres, está angustiada por haber sido sometida a la mutilación genital femenina ella misma. “Ojalá no hubiese tenido que someterme a esa forma de asesinato", manifestó. "Pienso que lo más importante es entender sus efectos".
Hay millones en riesgo
En todo el mundo, un sinnúmero de comunidades ha tomado la decisión colectiva de dejar de perpetuar la mutilación genital femenina y abandonar la práctica para siempre.
Sus compromisos reflejan una tendencia mundial más amplia: en comparación con la mitad de las niñas de 15 a 19 años en la década de 1990, hoy en día, apenas un tercio de las niñas de los 31 países que registran prevalencia de la práctica están siendo sometidas al procedimiento.
Sin embargo, cada día de este año, 12.000 mujeres y niñas en todo el mundo enfrentan el riesgo de la mutilación genital femenina.
No obstante, sobrevivientes como la Sra. Osman y Amina están ayudando a reducir la probabilidad de que estas mujeres y niñas se vean obligadas a participar en el procedimiento. “La voz de cada sobreviviente es un llamado a la acción, y cada decisión que toman para recuperar sus vidas contribuye al movimiento mundial para poner fin a esta práctica dañina”, proclamó la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, en una declaración conjunta.