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Los diamantes son escasos; la información sobre salud sexual y reproductiva no debería serlo
- 14 Diciembre 2021
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LUAMBO, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO – Con sólo 35 años, Nsenga Malu ha vivido muchas vidas. En una de ellas, era una niña que crecía en la ciudad de Luambo, en su país natal, la República Democrática del Congo. Luego, su infancia se detuvo abruptamente cuando se casó a la edad de 15 años e inmediatamente comenzó a procrear. En 13 años había tenido ocho hijos, con un promedio de 11 meses entre embarazos.
Los embarazos cobraron un precio creciente en su salud y capacidad de trabajo. "Cuando estoy embarazada, me siento enferma, no puedo trabajar y tengo dificultades para alimentar a mi familia", explicó al UNFPA.
Tras el nacimiento de su octavo hijo, la Sra. Malu y su marido tomaron la decisión de volver a empezar en Angola. Allí, donde su marido podía trabajar en las minas en busca de lo que llamaban “piedras raras”, es decir, diamantes. Los recursos se redujeron bastante, con tantas bocas que alimentar, y la posibilidad de construir un futuro como cazadores de diamantes se desvanecía, aunque quedaba abierta la posibilidad de poder mantener a sus hijos en casa.
No obstante, la vida era dura. La familia llegó a Angola sin los documentos adecuados, algo contrario a la ley. Los hijos que habían ido a la escuela en Luambo ahora no podían inscribirse. Mientras su marido buscaba diamantes en las minas por cuenta propia, también sin el permiso apropiado, la Sra. Malu tenía un pequeño negocio para mantener a la familia.
Sin embargo, los diamantes no eran el único producto escurridizo; también lo era la anticoncepción, tanto en su nuevo país como en su país natal.
Aproximadamente tres años después de asentarse en Angola, la Sra. Malu se enteró de que estaba embarazada de nuevo. Poco después, su familia fue detenida por entrar ilegalmente en el país y deportada de vuelta a la República Democrática del Congo.
"No sabía que fuera posible planificar el nacimiento de los hijos. Nunca recibí este tipo de información”.
Deportados de Angola
La deportación se ha vuelto cada vez más común para el pueblo congoleño que emigra a Angola. En los primeros ocho meses de 2021, más de 800 personas fueron deportadas de Angola sólo por el puesto fronterizo de Kalamba Mbuji. Muchas otras, como la familia de la Sra. Malu, fueron deportadas de Kamako, en Angola, a la provincia congoleña de Kasai. Hasta septiembre pasado, las autoridades fronterizas habían llegado a la conclusión de que 3.000 personas en este puerto de entrada no tenían derecho a la condición de refugiados y tenían que regresar a la República Democrática del Congo.
La familia de la Sra. Malu tuvo que reiniciar la vida una vez más. Se reasentaron en Luambo, en gran medida sin recursos materiales ni económicos. Algunos familiares pudieron darles una casa, una modesta estancia de dos habitaciones.
Poco después, en el Centro de Salud de Luambo, la Sra. Malu dio a luz a su noveno hijo.
Allí, ella y la criatura fueron atendidas por la enfermera principal, Irene Kunda, que prestó especial atención a la Sra. Malu y le preguntó no sólo sobre su salud, sino también sobre sus metas y deseos.
Al enterarse de que la Sra. Malu había estado embarazada tantas veces desde los 15 años, y a intervalos tan frecuentes, la Sra. Kunda preguntó por qué no había practicado el espaciamiento de los nacimientos. La Sra. Malu respondió: “No sabía que fuera posible planificar el nacimiento de los hijos. Nunca recibí este tipo de información”.
Necesidad crítica de información sobre salud sexual
La información sobre salud sexual y reproductiva es demasiado escasa para las y los jóvenes que crecen en la República Democrática del Congo. Como ejemplo, no hay educación sexual integral disponible en las escuelas.
Con poca información sobre sus cuerpos, salud reproductiva u opciones de anticonceptivos, muchas mujeres del país sufren las consecuencias de elevados niveles de fecundidad. El promedio nacional de fecundidad es de 5,6 hijos por mujer, y las tasas en Kasai son aún más altas.
Finalmente, después del nacimiento de su noveno hijo, a la Sra. Malu se le informó sobre la planificación familiar. Estaba ansiosa por empezar.
Hoy en día, su familia de 13 integrantes (incluida ella misma, su marido, nueve hijos y dos nietos) vive en su casa de dos habitaciones. Para subsistir, la Sra. Malu practica la agricultura de subsistencia y vende leña que recoge en los montes.
La atención de la salud reproductiva es clave para el futuro
El UNFPA apoya los servicios de salud en Kasai Central, Kasai, Sankuru y Kasai Oriental, todas estas provincias de la República Democrática del Congo que recientemente han enfrentado graves dificultades, incluidos conflictos, pobreza, acceso deficiente a los servicios de salud y hambre generalizada.
Con el apoyo financiero del Fondo Humanitario, el UNFPA está trabajando con asociados, como Caritas Kananga, para proporcionar atención primaria de salud y planificación familiar, servicios para prevenir y responder a la violencia basada en el género, así como suministros tales como kits de higiene femenina, que contienen productos de higiene y para la menstruación.
Estos servicios salvan vidas, incluso, o especialmente, la planificación familiar. Aunque la atención médica y los kits de higiene femenina han sido útiles, la Sra. Malu dice que es el apoyo de planificación familiar lo que la mantiene en marcha.
"La anticoncepción me permite evitar enfermarme", dijo. “Si vuelvo a quedar embarazada, los niños no tendrán suficiente para comer”.