Noticias
“No había lugar para la esperanza en nuestros corazones”: los equipos móviles de salud del UNFPA tratan a embarazadas que huyen de la violencia en Sudán
- 04 de septiembre de 2024
Noticias
JARTUM, Sudán – Bajo bombardeos y disparos, Esraa, de 32 años, acunó a su hijo recién nacido. Cuando estalló la guerra en Sudán, en abril de 2023, estaba tratando de llegar a una clínica de salud para recibir tratamiento para su bebé, que ya presentaba problemas con infecciones y dificultades respiratorias.
No obstante, los caminos bloqueados por los combates impidieron que la joven madre llegara a la clínica, y su hijo murió en sus brazos.
Cuando volvió a quedar embarazada, en agosto del año pasado, estaba atormentada por el miedo a perder otro hijo. “Sufría la pesadilla de que también perdería a este bebé”, admitió al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que trata sobre asuntos de salud sexual y reproductiva.
A medida que la crisis en Sudán se profundiza y enfermedades como la poliomielitis y el cólera se propagan, el acceso a la atención sanitaria se ha convertido en uno de los desafíos más críticos para la población de Jartum. La mayoría de las instalaciones médicas se han visto obligadas a abandonar el servicio debido a la destrucción y a la grave falta de suministros.
“Solo queda un hospital materno en funcionamiento en Jartum”, se quejó Esraa. “Es increíblemente peligroso moverse por la ciudad; una de nuestras vecinas murió camino al hospital”.
A lo largo de la guerra, Esraa y su familia se han visto obligadas a mudarse repetidas veces, ya que las áreas que eran seguras un día se convertían en letales el día siguiente. Finalmente encontraron refugio en un lugar lleno de otras personas desplazadas de Jartum.
Un reinado de inseguridad
La que en su momento fue la ciudad más grande de Sudán, Jartum tiene ahora vastas áreas que parecen pueblos fantasmas. En los refugios creados para las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares, las condiciones son terribles: el hacinamiento es rampante y en su mayoría faltan los elementos básicos de higiene. Los alimentos también son cada vez más escasos, lo que hace que muchas personas deban combatir el hambre grave, ya que hoy Sudán enfrenta los peores niveles de inseguridad alimentaria aguda que se hayan registrado en el país.
“Estaba embarazada de cinco meses cuando llegué al refugio”, relató Esraa. “Para mí fue como moverme de una tumba a otra. Esperábamos constantemente que algo malo sucediera. “No había lugar para la esperanza en nuestros corazones”.
En medio de estas terribles condiciones, un equipo móvil de salud apoyado por el UNFPA llegó al refugio para prestar servicios de salud reproductiva y protección a las mujeres y niñas que vivían allí. “Los equipos móviles de salud desempeñan un papel crucial en la prevención de las muertes maternas, ya que ofrecen una amplia gama de servicios médicos en las zonas afectadas por la guerra en Sudán”, explicó Mohamed Hasan Nahat, coordinador del equipo.
Esraa recibió atención prenatal y micronutrientes del equipo, que realizó visitas periódicas para cuidar de ella y de las demás mujeres y niñas del refugio. “No solo me ayudaron con la atención médica, sino que también me dieron una sensación de seguridad y esperanza que no había sentido en meses”, afirmó.
Un mecanismo de respuesta itinerante
Cuatro meses después, Esraa dio a luz a un bebé sano, asistida por el equipo móvil. “Di a luz en el refugio. Nos cuidaron a mí y mi bebé; incluso lo nombré Mohamed en honor al médico que me ayudó”.
El UNFPA ha desplegado 56 equipos móviles de salud en 11 estados del Sudán, que proporcionan servicios de salud sexual y reproductiva y protección y respuesta contra la violencia de género. Desde que comenzó el conflicto, en abril de 2023, los equipos, incluidos médicos, farmacéuticos, técnicos de laboratorio, psicólogos y comadronas, han realizado más de 150.000 consultas médicas.
Aunque están salvando vidas y proporcionando la única asistencia médica que muchas personas han recibido, las y los trabajadores humanitarios, como la trabajadora social Nisreen Kamal Abdulla, sintieron que aún querían hacer más por estas comunidades.
“El tiempo disponible en la clínica no fue suficiente para tratar a todas las personas, deberíamos visitar cada comunidad con más frecuencia para llegar a más personas y brindar una atención consistente”, se lamentó al UNFPA. “La mayoría de las mujeres que conocimos que tienen problemas psicológicos han dejado de recibir tratamiento porque no pueden pagar el medicamento”.
Conectar con las comunidades
La movilidad de los equipos es crucial para aumentar el acceso a servicios vitales en zonas remotas, evitando así las muertes maternas debidas a partos inseguros y embarazos de alto riesgo. Con suma frecuencia la falta de transporte significa que muchas simplemente no pueden llegar a un centro de salud a tiempo, o en absoluto.
En promedio, un equipo cubrirá tres ubicaciones distintas por semana, y pasará de uno a dos días en cada una, según el tamaño y las necesidades de la comunidad.
“Aunque no me fui de Jartum durante la guerra y continué trabajando en sus hospitales, esta experiencia fue distinta”, explicó el Dr. Nahat.
“Llegué a áreas lejanas y conecté con personas a las que no habría podido llegar antes. Fue un gran impulso moral para esas personas saber que hay organizaciones que se preocupan por ellas y no las están dejando atrás”.