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Mejores resultados de salud materna en Guinea-Bissau, y a veces milagros
- 31 Agosto 2021
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BUBA, GUINEA-BISSAU – Ami Campini está convencida de que tiene suerte de estar viva. Esta madre de cuatro hijos estaba embarazada de siete meses con su quinto hijo cuando ella y su familia se trasladaron de la parte norte del país a la región de Quinara, en el suroeste, donde poseen tierras agrícolas, para el inicio de la temporada agrícola.
A las dos semanas de su llegada, comenzó a sangrar tanto como para justificar una visita a un centro de salud, pero las y los empleados del centro estaban en huelga, por lo que fue enviada a otro centro, uno que no tenía una máquina de ultrasonido para diagnosticar su afección.
Una ambulancia la transportó al Hospital Regional de Buba, a unos 27 kilómetros de distancia, pero debido a las malas condiciones de la carretera, el viaje duró más de una hora. Una vez allí, a la Sra. Campini, de 31 años, se le diagnosticó hematoma retroplacentario, una complicación de embarazo de emergencia causada cuando la placenta se deshace, y que puede dar lugar a un aborto espontáneo o a un mortinato.
En las comunidades rurales, la falta de profesionales de la salud calificados contribuye a las altas tasas de mortalidad materna y neonatal. Los centros de salud tienen enfermeras y parteras, pero no obstetras/ginecólogos para evaluar inmediatamente los casos obstétricos de alto riesgo.
A la Sra. Campini finalmente se le hizo una cesárea y dio a luz una niña de 1,3 kilogramos, la llamó Zita. Con un peso tan bajo, no se esperaba que la prematura bebé sobreviviera. No obstante, después de las primeras 24 horas, pudo amamantar y tanto la madre como la criatura salieron el hospital a los 17 días.
“Consideramos salvar sólo la vida de la madre, ya que las situaciones de hematoma retroplacentario rara vez son exitosas”, relató la Dra. Sonia Bako especialista en obstetricia y ginecología con el apoyo del UNFPA con el programa de Voluntarios de las Naciones Unidas. “Este caso fue un verdadero milagro, porque logramos salvar la vida de la madre y de la criatura”.
La tasa media nacional de mortalidad materna se estima en 746 por 100.000 nacidos vivos, pero en 3.015 en la región de Quinara.
El quirófano de la Sra. Campini fue construido en 2015 (aunque sólo se puso en funcionamiento en 2021 debido a la falta de profesionales de la salud calificados) como parte de la iniciativa del Proyecto H4+ para fortalecer la atención obstétrica y neonatal de emergencia, con financiación del Organismo Sueco de Cooperación para el Desarrollo Internacional (SIDA) y ejecutado por el Ministerio de Salud, el UNFPA y otros asociados. En 2018, el UNFPA también prestó apoyo a la capacitación adicional de 20 parteras para mejorar la capacidad de la facultad de partería a fin de cubrir las necesidades del sistema nacional de salud.
Antes de la llegada de la Dra. Bako, en junio, el hospital enfrentaba graves deficiencias en la prestación de servicios de salud materna de calidad debido a la falta de personal calificado. Durante la operación de la Sra. Campini, había una médico general en el quirófano, que aprendía de la Dra. Bako a fin de poder realizar cesáreas por sí sola en el futuro.
“También es necesario impartir capacitación a nivel regional, ya que a veces tenemos casos de otros sectores que están a muchos kilómetros de distancia”, afirmó la Dra. Bako, obstetra/ginecóloga apoyada por el UNFPA que hasta la fecha ha realizado 15 operaciones en este centro. “Esto haría posible evitar largos viajes y ayudaría a reducir la mortalidad materna e infantil”.
A pesar de la ardua experiencia, la Sra. Campini, se centra en lo que realmente importa: “Me salvaron gracias a la existencia del quirófano y la presencia de las y los profesionales de la salud del hospital que no escatimaron esfuerzos para ayudarme”.