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No hay montaña demasiado alta: las parteras protegen a las mujeres y salvan vidas
- 03 de mayo de 2019
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YAKAWLANG/SANGTAKHAT, Afganistán – Las parteras prestan servicio en algunos de los puestos de atención médica más remotos del mundo, salvando las vidas de mujeres y bebés en entornos que a menudo son difíciles y en que se cuenta con escasos recursos.
Y su trabajo puede exigirles que confronten actitudes que afecten la salud de las mujeres y rebajen su condición y su valor.
El 5 de mayo se celebra tan valiente labor en el marco del Día Internacional de la Partera.
Soghra y Nabila son dos de estas heroínas.
Trabajan en las zonas rurales de Afganistán, en pueblos dispersos en medio del terreno montañoso, en comunidades con acceso limitado a servicios básicos de salud, y algunas de las tasas más altas de mortalidad materna en el país.
Soghra trabaja en una "casa de salud familiar" apoyada por el UNFPA, en el apartado distrito de Sangtakhat. Estas instalaciones, establecidas por el Ministerio de Salud Pública, ofrecen servicios de salud reproductiva, materna, neonatal e infantil, incluida la atención de parto seguro.
Pero Soghra también dedica mucho tiempo a visitar los hogares de las mujeres para comprobar su bienestar y ofrecer atención prenatal.
En una visita prenatal a una mujer llamada Hosnia, Soghra descubrió una complicación potencialmente mortal.
"Durante mi visita a Hosnia, me di cuenta de que su bebé estaba colocado incorrectamente", describió posteriormente al UNFPA.
En ese momento aconsejó que Hosnia diera a luz en el hospital provincial, donde pudiera hacerse una cesárea.
La familia se resistió.
"La familia de Hosnia insistió en que, independientemente de si ella moría o sobrevivía, el parto debía hacerse en casa, pues eran muy pobres y no podían alquilar un vehículo para llevarla al hospital", explicó la partera.
Pero ella se mantuvo firme.
"Yo sabía que llevarla al hospital era la única opción. Llamé a un contacto del UNFPA que se comprometió a cubrir el costo de transporte. Hosnia dio a luz con cesárea en el hospital. Una semana más tarde vino a darme las gracias de haber salvado su vida y la de su bebé".
Afganistán tiene la más alta tasa de mortalidad materna en la región, según datos de las Naciones Unidas de 2015. Una mujer muere aproximadamente cada dos horas debido a complicaciones relacionadas con el embarazo.
El UNFPA está colaborando con el Gobierno para ampliar el acceso a los servicios de partería, incluida la capacitación de parteras y el apoyo a la creación de casas de salud familiar.
Desde 2009, el UNFPA ha ayudado al Ministerio de Salud a establecer 121 de estas casas de salud familiar. Cada una es un edificio de 4 habitaciones vecino al domicilio de la partera, que presta servicios a entre 1500 y 3000 personas. Allí, las parteras trabajan con los trabajadores de la salud comunitarios para prestar servicios las 24 horas del día.
Este año, el proyecto casa de la salud familiar se ha ampliado en cinco provincias: Badghis, Kandahar, Khost, Kunar y Samangan, con financiación de Asuntos Mundiales de Canadá. La Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo ofrece apoyo adicional a las casas de la salud familiar en las provincias de Ghor y Herat.
Najiba trabaja en uno de esos centros en Sari-e-zolij, una de las zonas más pobres y de más difícil acceso del distrito de Yakawlang, en Bamyan.
Hace unos meses atendió a Fátima, que estaba embarazada de su tercer hijo.
Fátima tuvo un parto prolongado, y después de dar a luz a su bebé, hubo que llevarla a la sala de cuidados posparto.
A pesar del parto difícil, Fátima insistió en que se le diera de alta de inmediato.
"Yo, como comadrona de la comunidad, había recomendado que permaneciera más tiempo en la casa de la salud familiar. Ella solo aceptó permanecer allí durante las 10 horas posteriores al parto".
Poco después que Fátima se marchara, se confirmaron los temores de Najiba.
"Después de cuatro horas en casa, comenzó una hemorragia profusa. Uno de sus parientes viajó a la casa de la salud familiar y me pidió que fuera a su casa a ayudarla", relató Najiba.
La situación era grave: la hemorragia es una de las principales causas de muerte materna en todo el mundo.
"Como conocía el estado de Fátima, reuní medicamentos y equipos y fui en su ayuda, a sabiendas de que una hemorragia puede salirse de control rápidamente".
Acudió presta a casa de Fátima, y pidió a un trabajador de salud comunitario cercano que la ayudara a prestar atención de emergencia.
Juntos, dijo, "logramos detener el sangrado".
Hoy Najiba utiliza esa experiencia para convencer a otras mujeres de que pidan y reciban la atención que necesiten.
"Puedo asesorar a otras mujeres sobre la importancia de recibir atención obstétrica de emergencia adecuada para que no pasen por lo que Fátima pasó," concluyó.