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A pesar del conflicto y la pandemia, las estudiantes de partería perseveran en Afganistán
- 12 Agosto 2021
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KANDAHAR, Afganistán – La pandemia de COVID-19 no es la única crisis que impide a los estudiantes asistir a clases. Los recientes e intensificados conflictos en todo Afganistán, en particular en la provincia de Kandahar, también han dado lugar a temor generalizado y a restricciones a la circulación, especialmente entre las mujeres, pero algunas clases son simplemente demasiado cruciales para perderlas.
Tal fue el caso de Fariba, de 19 años, y sus 24 compañeras de clase, todas de distintos distritos del sur de Afganistán, que estaban decididas a continuar sus estudios en el curso de Educación Comunitaria de Partería (CME, por su sigla en inglés) en la ciudad de Kandahar. “Ni las amenazas de COVID-19 ni los conflictos me impedirán completar mi educación”, prometió Fariba.
Las inversiones en salud pública durante el último decenio han mejorado en general el acceso a la atención sanitaria. Sin embargo, los servicios que prestan las instalaciones de salud pública de Afganistán no alcanzan zonas considerables del país, especialmente en áreas remotas y afectadas por conflictos. Entre 2007 y 2017, menos del 60 % de las mujeres de Afganistán tuvo al menos una cita de atención prenatal durante el embarazo, y entre 2013 y 2018 menos del 60 % de los nacimientos en Afganistán eran atendidos por personal de salud calificado.
La ausencia de estos servicios vitales contribuye a la tasa de mortalidad materna de Afganistán, que sigue siendo una de las más altas del mundo.
El UNFPA ha venido trabajando con el Ministerio de Salud Pública para capacitar a parteras mediante el programa CME, ayudando a aumentar los servicios de partería en las zonas rurales y a reducir las muertes maternas y neonatales evitables. En la provincia de Kandahar, el programa de educación de parteras también cuenta con el apoyo de Global Affairs Canada.
Fariba se unió al programa después de una sesión de sensibilización de la comunidad en su aldea. “Era la primera vez que oía sobre esta oportunidad para que las mujeres comenzaran a formarse como matronas, y decidí tomarla”, dijo. “Lo hablé con mi familia y les pedí su apoyo, y me permitieron inscribirme”.
El programa es actualmente un curso de dos años, después del cual las graduadas se repliegan a sus aldeas para ofrecer sus servicios a las poblaciones locales, en particular a las embarazadas y las niñas y niños.
Los momentos más difíciles para Fariba fueron asistir a sesiones prácticas y ayudar en los partos. “Me preocupaba que mi inexperiencia pudiera afectar el parto”, recordó.
Durante su segundo semestre, las estudiantes de partería comienzan a ayudar en los partos bajo la supervisión de mentoras. “Antes de entrar en la sala de partos, estaba completamente capacitada en lo tocante al proceso y los pasos necesarios, así como en cuanto a lo que se esperaba que ofreciera”, aseguró Fariba. “Pero nada podía prepararme para el parto real, y aprendí tanto observando de cerca y ayudando a mi mentora".
Cerrado, por el momento
Los cursos del programa CME fueron interrumpidos por el alarmante aumento de los casos de COVID-19 a finales de mayo, cuando muchos centros e instituciones educativas cerraron. Las clases permanecen cerradas, pero estudiantes como Fariba siguen estudiando diligentemente en casa. “Recibimos nuestros materiales y módulos de aprendizaje para estudiar en casa. Espero que la escuela comience pronto".
No obstante, al día de hoy, la escalada de las hostilidades también está cobrando un alto precio con la rápida propagación de la violencia a muchas partes del país. Más mujeres, niñas y niños resultaron heridos o muertos en el primer semestre de 2021 que nunca antes, según lo registrado por la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán en el primer semestre de cualquier año natural. La continuación de la inseguridad prolongará el cierre de los cursos de formación in situ.
Mientras tanto, Fariba, una de las mejores estudiantes de su clase, sigue ansiosa por reanudar sus estudios para poder trabajar apoyando a las mujeres en su aldea. “Deseo ser una partera exitosa y servir a mujeres, niñas y niños en mi comunidad”, manifestó.
Cuando ella y sus compañeras de estudios puedan graduarse, su objetivo será proporcionar servicios a áreas que, de manera acumulativa, cubran a unas 55.000 personas subatendidas. Fariba y sus compañeras de clase se graduarán en la primavera de 2022.