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Prestación de apoyo de salud mental en Yemen, contra todo pronóstico
- 22 de septiembre de 2020
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SANA’A, Yemen – Los años de guerra, pobreza y violencia por motivos de género han traído graves consecuencias para la salud mental de muchas mujeres y niñas en Yemen. Ahora, la pandemia de la COVID-19 y las dificultades económicas conexas no han hecho más que agravar su situación.
Marwa* ha sufrido estas tensiones en carne propia.
Después de que sus padres se divorciaran, cuando tenía apenas 9 años, Marwa se hizo cargo de cuidar a sus hermanas más pequeñas. Además de esta carga, su inestable padre comenzó a abusar de ella, golpeándola severamente y negándose a permitirle asistir a la escuela. Recientemente la obligó a casarse con un hombre mayor, con solo 16 años.
"Marwa llamó a nuestra línea directa de asesoramiento familiar en una condición miserable, solo dos semanas después de su boda", describió Ishraq, psicóloga de un centro de atención de salud mental apoyado por el UNFPA en Sana'a, la capital.
Después de la boda, Marwa tuvo dificultad para comer y dormir. Estaba abrumada por la preocupación de sus hermanos más pequeños, los temores sobre la pandemia de la COVID-19 y la ansiedad por el conflicto en aumento.
Según la Organización Mundial de la Salud, en Yemen se han confirmado más de 2.000 casos del virus. Desde que la COVID-19 llegó al país, el teléfono de Ishraq en la línea directa de salud mental ha estado sonando más que nunca.
Sin embargo, la atención de la salud mental es escasa en Yemen. La enfermedad mental es muy estigmatizada, y la proporción de psiquiatras por población es pequeña, e incluso algunos de los pocos servicios de salud mental existentes han cerrado debido a la pandemia.
“Recibo entre 15 y 20 llamadas diarias de personas que necesitan apoyo y asistencia psicológica”, explicó Ishraq. "Nuestros servicios telefónicos tienen como objetivo principal servir a las personas que viven en áreas remotas, a quienes les cuesta viajar para recibir tratamiento directo, o que enfrentan dificultades económicas, personas a quienes sus familias no les permiten procurar tratamiento, o que sienten temor de ser estigmatizados si las identifican".
Explica que la pandemia ha exacerbado la pobreza y la violencia. Esto, a su vez, está aumentando la necesidad de apoyo de salud mental.
“Con la propagación de la COVID-19, muchas personas han perdido sus puestos de trabajo y se han sumado a las cargas que ya enfrentaban como resultado del conflicto… Muchas familias se han desintegrado y la violencia se sigue propagando", indicó. “Ahora no solo recibimos llamadas de áreas remotas, sino de personas de niveles superiores en la sociedad, como médicos, doctores universitarios, estudiantes de maestría y muchos más”.
Desde hace mucho tiempo, el UNFPA ha prestado apoyo psicosocial a las sobrevivientes de la violencia de género.
Inicialmente, estos servicios eran prestados por trabajadores sociales, y en 2018 el UNFPA comenzó a prestar asesoramiento a través de centros de apoyo psicológico. Estos centros ofrecen atención especializada y clínica de salud mental, incluso a través de asistencia telefónica. En la actualidad hay seis centros de apoyo psicológico apoyados por el UNFPA en funcionamiento, dos de los cuales cuentan con el apoyo de la Dirección General de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea.
En respuesta a la creciente demanda de estos servicios, el UNFPA ha aumentado el número de asesores que, como Ishraq, están disponibles para prestar servicios de teleasistencia a través de 18 líneas directas gratuitas establecidas para ayudar a las sobrevivientes de la violencia de género y para brindar información sobre la prevención de la COVID-19.
Casi 18.000 personas han recibido apoyo psicológico especializado a través de la línea telefónica gratuita desde 2018, y más de 25.000 sobrevivientes de violencia han recibido apoyo psicológico mediante asesoramiento en persona.
El clamor de Marwa por ayuda funcionó, no solo para ella, sino también para su familia.
“Después de diagnosticar a Marwa, determinamos que la solución giraba en torno al tratamiento de ella y a que ofreciéramos apoyo psicológico a su padre”, explicó Ishraq. Con el consentimiento de Marwa, los consejeros pudieron obtener tratamiento psiquiátrico para su padre, que estaba presentando síntomas de paranoia y delirios.
Los consejeros también apoyaron a Marwa y ayudaron a mejorar su autoestima. "Le dije claramente que era una niña fuerte, que había cuidado de sus hermanas, de sí misma y de su padre después de la partida de su madre, y le hice ver sus logros en su vida", indicó Ishraq.
En total, Marwa recibió más de una docena de sesiones de terapia telefónica, que se centraron en el desarrollo de habilidades para resolver problemas y otras herramientas para el bienestar mental.
No obstante, estos servicios están siendo amenazados en el momento en que más se necesitan.
Se está agotando la financiación de estos servicios humanitarios esenciales. El 50 % de los programas del UNFPA que se ocupan de la violencia de género se suspenderá a fines de septiembre. Si no se obtiene la financiación necesaria, habrá que suspender los servicios especializados para sobrevivientes en 29 espacios seguros en 21 gobernaciones y cuatro centros psicológicos especializados en las gobernaciones de Adén, Sana’a y Hadramout.
Esto dejará a unas 350.000 personas sin servicios de respuesta a la violencia de género, y 40.000 personas altamente vulnerables perderán el acceso a la atención psicológica.
"Mi único deseo es que este servicio siga creciendo y expandiéndose", confesó Ishraq. "Los casos van aumentando a diario".
* Se ha cambiado el nombre por privacidad y protección