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Tras un año de guerra, las ucranianas desplazadas están decididas a perseverar
- 03 de marzo de 2023
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Chișinău, MOLDOVA – Todo cambió cuando Marina huyó de la guerra en Ucrania. Dejó atrás una carrera exitosa y una sólida red de apoyo familiar y llegó a Moldavia con poco más que sus pequeños hijos. “No fue fácil aprender a pedir ayuda”, confesó.
Un año más tarde, ya ha aprendido que es más fuerte de lo que jamás pudo haber imaginado. “Ahora somos parte de una nueva generación, mis hijos y yo, una generación fuerte que se centra en construir un futuro mejor para nuestra nación y nuestro pueblo”, aseguró Marina en un espacio seguro del UNFPA en Chișinău.
El espacio es un lugar donde las refugiadas pueden reunirse, recibir apoyo y ayudarse mutuamente: “la guerra nos ha enseñado la importancia de confiar las unas en las otras, desarrollar conexiones y estar agradecidas por la bondad de los demás y las demás”, explicó.
Apoyo a madres e hijos
Las refugiadas comparten información práctica sobre asistencia y servicios, y también se ayudan mutuamente en lo emocional. Marina compartió con las otras mujeres presentes que tiene problemas para explicar adecuadamente la guerra a sus hijos.
“Hacen preguntas para las que no tengo respuesta, ¿por qué se quedó la abuela? ¿Cuándo podremos volver a casa? ¿Qué pasó con nuestra casa? Me rompe el corazón ver la confusión y la incertidumbre en sus ojos”, admitió. “Trato de asegurarles que estamos a salvo ahora y que superaremos este trance juntos”.
El espacio seguro también ofrece actividades y apoyo a adolescentes. Las oportunidades para socializar son esenciales para las y los niños mayores y adolescentes que han sido desarraigados justo cuando están comenzando a desarrollar sus propias conexiones sociales e identidades independientes.
También se dispone de servicios de asesoramiento y remisiones a atención de la salud reproductiva e información, así como servicios especializados para sobrevivientes de violencia de género.
Más de 20.000 personas han recibido apoyo en el espacio seguro en el curso del último año.
Unidas en espíritu
Allá, una joven, adelantó que tanto ella como las y los demás refugiados se siente unidos sobre la base de sus experiencias. “De repente dejamos de vivir en el pasado. En lugar de eso, miramos hacia el futuro con ambición y determinación”.
Están decididas a apoyar a su país de origen de cualquier manera que puedan, agregó. “La guerra destruyó la mitad de nuestro país, pero no pudo destruir nuestro espíritu, y solo renovó nuestro sentido de identidad nacional”.
Yulya, oriunda de Odesa y madre de dos hijos, compartió la alegría que siente cuando ve a las y los miembros de su comunidad de refugiados crear nuevas vidas. “El tiempo pasa y algunas de las personas que huyeron en busca de seguridad han comenzado nuevas vidas, han encontrado trabajo y han creado familias en nuevos países”, señaló.
“Las historias son distintas, pero la ambición es la misma para todas y todos: contribuir a la economía de nuestro país dondequiera que estemos”.