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Un año de guerra en Gaza: Las dificultades, la angustia y la esperanza de una madre
- 25 de septiembre de 2024
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GAZA, Palestina – “Esta historia no comienza el primer día. Comienza hace nueve meses: el día que supe que iba a ser madre”.
Fue en noviembre de 2023, alrededor de un mes después de iniciada la guerra en Gaza. Ala’a se encuentra entre unas 155.000 mujeres embarazadas y madres primerizas en Gaza que durante el último año se han visto obligadas a dar a luz bajo fuego, en tiendas de campaña, mientras huían de las bombas, y a menudo sin asistencia, sin medicamentos o incluso sin agua potable.
“El sonido de los cohetes y las bombas era más fuerte que mi felicidad, pero decidí que junto a mi pequeño bebé superaríamos todas las dificultades”, escribió en una carta en que agradecía al incansable personal de salud que la ayudó a dar a luz a su bebé en un hospital de campaña en Khan Younis.
“Sobreviviremos cualquier cosa que pase”.
La situación de las embarazadas en Gaza es catastrófica: agotadas, débiles a causa del hambre, con servicios de salud casi completamente destruidos y ninguno de los hospitales plenamente operativos, tienen pocos lugares a los que acudir para recibir atención y tratamiento.
Después de cientos de ataques a instalaciones médicas, solo 17 de los 36 hospitales están funcionando parcialmente. El combustible y los suministros también se hacen peligrosamente escasos, los trabajadores sanitarios están siendo asesinados u obligados a huir, y los que permanecen son, por igual, pocos. Todo esto en medio de una situación en que toda la población enfrenta un aumento de lesiones, enfermedades y padecimientos, incluido el primer caso de poliomielitis en más de 25 años.
Los peligros del desplazamiento
“Después de siete meses, me vi obligada a irme de mi casa y vivir en una tienda de campaña”, continuó Ala’a en su carta. "Lloré mucho, sintiendo que mi valiente bebé nunca vería las paredes de su habitación que siempre había soñado prepararle".
No obstante, su angustia no terminó allí, ya que pronto fue evacuada una vez más. “Un grito se desató desde lo más profundo de mi corazón [porque tuve que] dar a luz fuera de mi casa”, escribió Ala’a. “Después de cincuenta días hui bajo el fuego, corriendo, gritando y llorando a causa de las bombas. En ese momento, temía perder a mi bebé”.
En la actualidad, unos 1,9 millones de personas se encuentran desplazadas en Gaza, muchas de las cuales ya se han visto obligadas a desplazarse varias veces en el curso del último año. Desde el comienzo de la guerra se ha informado que han ido en aumento los abortos espontáneos, las complicaciones obstétricas, los casos de bajo peso al nacer y los nacimientos prematuros a un ritmo alarmante, principalmente debido al estrés, la desnutrición y la falta casi total de atención de maternidad.
Recordando el momento en que escapaba de los bombardeos, Ala’a escribió: “Estamos aquí, empezando de la nada: sin refugio, sin hogar, sin siquiera un destino. Construimos una tienda de campaña de nuevo, y nos prometimos mutuamente de nuevo que debíamos sobrevivir, pasara lo que pasara”.
Un destello de luz
“Dos semanas después sentí algo de dolor… ¡eran dolores de parto! [Pensé] ‘No, es demasiado pronto, quiero dar a luz en casa’”.
Después de cuatro días de trabajo de parto, Ala’a visitó un hospital de campaña en Khan Younis dirigido por UK-Med, con financiación del Gobierno del Reino Unido y el apoyo del UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas que tiene a su cargo los asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva. “Vine para un chequeo y todo fue genial”, continuó. “La partera y las enfermeras eran amables y cálidas. Hablé con la Dra. Helen y ella me animó a venir y dar a luz allí”.
Cuando llegó el momento, se aseguraron de que Ala’a diera a luz a su bebé de forma segura. “Fui directamente al hospital a las 2 a.m. y todas las parteras estaban listas. Me dijeron que no había forma de llevar a cabo un parto natural; que era demasiado peligroso”.
El UNFPA proporciona a la unidad de maternidad del hospital botiquines y suministros de salud reproductiva, y se asegura de que el personal pueda ofrecer atención integral, incluso para emergencias obstétricas.
Ala’a y Mahoma, su recién nacido, se han recuperado bien, a pesar de la guerra en curso y la falta de agua potable, alimentos o seguridad. “Venir aquí a dar a luz fue la mejor decisión”, escribió. “Me gusta que sonrían todo el tiempo a pesar de que están bajo presión. Son un gran equipo”.
Atención médica bajo fuego
El impacto de la guerra en Gaza sobre las mujeres y las niñas es asombroso: más de 500.000 mujeres han perdido el acceso a servicios vitales, como la atención pre y posnatal, la planificación familiar y el tratamiento de las infecciones; más de 17.000 embarazadas se encuentran en etapas graves del ciclo del hambre.
El UNFPA y sus asociados se dedican a prestar apoyo en materia de salud reproductiva, distribuir medicamentos vitales, equipo y suministros médicos y desplegar equipos de parteras y trabajadores sanitarios en campamentos oficiales y provisionales.
También se han creado seis unidades móviles de salud materna en los hospitales de campaña para prestar atención obstétrica de emergencia a las madres y a sus recién nacidos dondequiera que se encuentren. Sin embargo, es imposible prestar apoyo continuo sin una cesación del fuego, acceso pleno a los servicios de salud y financiación sostenida.
A pesar de todas las dificultades que ha soportado, Ala’a se niega a desanimarse. “De parte de Mohammad, mi hijo, gracias por todo”, escribió, agradeciendo al personal del hospital.
“Estamos muy agradecidas. Espero que nos volvamos a encontrar en mejores tiempos”.