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Un espacio seguro al cual recurrir: las jóvenes en Yemen se apoyan mutuamente para contrarrestar la violencia digital basada en el género
- 06 Diciembre 2024
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MARIB/TAIZZ, Yemen – Con tan solo 26 años, Abeer ya ha vivido casi una década de guerra en Yemen. Huyó de su casa en Dhamar en 2016, caminando y haciendo autostop durante ocho horas con su esposo y sus hijos pequeños en busca de refugio en la vecina gobernación de Marib.
El desplazamiento tuvo un impacto devastador en las finanzas de su familia. “Estaba decidida a contribuir”, dijo Abeer al UNFPA, la agencia de la @ONU_es para la salud sexual y reproductiva, pero debido a la agitación, dejó la escuela a los 16 años y se casó a los 17. “Encontrar trabajo fue un reto, ya que carecía de habilidades o calificaciones”.
Su hermana ya estaba en Marib y la alentó a unirse a un espacio seguro para mujeres y niñas apoyado por el UNFPA que ofrecía asesoramiento, cursos de formación profesional y un paso hacia un futuro mejor.
Abeer tomó un curso de reparación de teléfonos celulares, lo que despertó una curiosidad que la llevaría a abrir su propio taller de reparación solo un mes después de empezar a tomar clases. El taller se llama Aman Tech, o ‘Safety Tech’
“Fue un punto de inflexión para las mujeres de la zona”, declaró Abeer. “Con la prevalencia de la extorsión cibernética, muchas mujeres tenían miedo de buscar reparaciones para sus dispositivos”.
Había escuchado varias historias de chicas a las que les hackeaban los teléfonos mientras reparaban sus dispositivos, solo para encontrar sus fotos privadas publicadas en línea, lo que daba inicio al acoso y el abuso.
“Las horribles historias de chantaje electrónico me habían hecho dudar en buscar reparaciones”, afirmó Umm Ali*, una cliente habitual, “pero la reputación de confiabilidad y privacidad de Abeer me dio tranquilidad”.
Aunque era poco común que las mujeres de su región trabajaran en tecnología, y además enfrentaba restricciones de viaje, así como la presión de otros propietarios de tiendas, Abeer perseveró. “Mi éxito desafió los roles tradicionales de género e inspiró a otras mujeres a explorar caminos no convencionales”.
La demanda de sus servicios ha aumentado considerablemente, y espera ampliar su negocio, capacitando a más mujeres para que puedan mantenerse por sí mismas. “Quería crear un ambiente de apoyo donde las mujeres pudieran prosperar y contribuir al desarrollo de la comunidad”, explicó.
Actos de violencia digital
La violencia de género facilitada por la tecnología puede causar daños psicológicos e incluso físicos. El abuso puede tomar muchas formas, incluida la extorsión cibernética, que implica chantaje al amenazar con publicar material privado; abuso basado en imágenes, en el que se comparten fotos íntimas sin consentimiento; y doxxing, en el que se hace pública la información personal.
En la ciudad de Taizz, al otro lado de Yemen, Mona*, de 20 años, había compartido algunas fotos personales con su mejor amiga, confiando en que nadie más las vería, pero su confianza pronto se convirtió en horror cuando recibió un mensaje de texto de un número desconocido, en que le exigían dinero para no difundirlas.
“En ese momento, deseaba morir para no tener que atravesar esto. Imaginé lo que pasaría si mi padre se enterara. Seguramente, él me mataría".
Mona le pagó al chantajista, pero las amenazas pronto se reanudaron con demandas de más dinero, que no tenía.
“Dijo que le enviaría las fotos a mi padre y las compartiría en mi página de Facebook. Estaba intensamente angustiada”, relató al UNFPA. Desafortunadamente para Mona, su abusador cumplió sus amenazas.
“Fue impactante para mi familia”, aseguró al UNFPA. “Me cuestionaron, luego abusaron de mí físicamente. Incluso amenazaron con matarme”.
Un ciclo de abuso
Mona confió en una prima, que intervino en su nombre. “Les dijo que no había hecho nada malo. Le creyeron y entendieron lo que había sucedido”.
Pero su castigo no terminó ahí. “Mi familia me impuso reglas estrictas, tomaron mi teléfono celular y me impidieron terminar los estudios”. El duro trato cobró un precio mayor a medida que se deterioraba su salud física y mental.
“Quería ayudarla, así que investigué ampliamente entre médicos y jeques”, dijo su madre, “pero sin ningún resultado”.
La atención de la salud mental en Yemen es escasa, sobre todo porque las enfermedades psicológicas están altamente estigmatizadas. El prolongado conflicto ha dejado a unos 7 millones de personas necesitadas de tratamiento y apoyo psicológico, pero solo 120.000 tienen acceso ininterrumpido a estos servicios.
Justo cuando estaba a punto de perder la esperanza, un vecino le contó a la madre de Mona sobre una instalación que trataba casos similares. “Inmediatamente la llevé allí”.
Atención integral
Mona llegó a un centro de salud mental apoyado por el UNFPA, donde recibió primeros auxilios psicológicos, tratamiento con medicamentos y psicoterapia.
“Había perdido la confianza en todos”, admitió. “La extorsión dejó una cicatriz en mi corazón y en mi memoria, pero después de las sesiones noté un cambio en mi mentalidad. Me volví optimista y mi retornó la confianza en mí misma”.
El UNFPA ha establecido siete centros de apoyo psicológico en todo el Yemen, con financiación de la Unión Europea, Noruega y los Estados Unidos. Desde principios de 2024, casi 250.000 personas han recibido apoyo a través de una línea telefónica directa y en persona en los centros, más de tres cuartas partes de las cuales son sobrevivientes de violencia de género.
“Ya no dudo de mí misma”, aseveró Mona. “Agradezco a este centro, espero que estos proyectos continúen, porque las mujeres los necesitan”.
*Se ha cambiado el nombre por motivos de privacidad y protección